miércoles, 11 de diciembre de 2013

Miss Sandy y yo

No quiero alargar mucho los prolegómenos porque pienso que lo que más interesa al lector es el meollo de la narración.

Me quedé huérfano de madre a los 19 años (mi madre era soltera). Vivíamos en un piso antiguo de alquiler, no tenía trabajo ni experiencia laboral. Mi madre si trabajaba y, cuando lo hacía, yo estaba en el ordenador visitando páginas femdom, pues desde los 15 ó 16 me gustaba esa temática.

Así que cuando me quedé sólo, pretendí buscar un ama que me mantuviera, pues las posibilidades de trabajar, pagar el alquiler (aunque este era muy bajo, pues el piso era de los años sesenta) y comer eran muy escasas.

Con la tarjeta de crédito de mi fallecida mamá pagué un anuncio en una página web de contactos sexuales y, claro está, lo puse en la sección correspondiente de "esclavo busca ama..." Naturalmente, me "olvidé" de pagar la tarjeta.

Pasaron cinco semanas sin recibir ninguna contestación. Cada día que pasaba yo estaba más angustiado, pues el casero me había amenazado con echarme del piso. Yo, con 19 años, era un ignorante, pues no sabía que los trámites judiciales demoran varios meses.

Pasadas las cinco semanas recibí una respuesta de una tal Sandy. Chateamos durante tres días y yo, cada día, más angustiado. Mi madre murió a principios de mes, por lo que pude sacar el sueldo completo de ella mediante el cajero automático y la tarjeta. Yo sabía la clave, pues habitualmente yo hacía esa operación. Pero los pocos más de 950 euros que tenía la cuenta después de pagar los gastos del entierro, se me estaban agotando.

El cuarto día era sábado, y Sandy y yo quedamos en vernos en un bar. Yo le había enviado tres fotos mías, pero ella se negó a enviarme fotos de ella. Me dijo que ella me reconocería.

Media hora antes de la hora fijada yo ya estaba en el bar, sentado en una mesa. Estaba muy nervioso y supongo que temblaba como un flan. Eran las diez y media de la mañana de un día soleado. Unos 40 minutos más tarde entró una mujer de unos 50 años, de buen aspecto, delgada, tez clara, pelo negro. Pegó una vistazo general a bar y al verme, se dirigió a donde yo estaba.

Me levanté a saludarla y le di dos besos en las mejillas. Cuando nos sentamos y después de pedir una cerveza al camarero, empezó un interrogatorio casi policíaco. Me preguntó de todo. sobre mi, mi familia, mis amigos, etc. Contesté a todas sus preguntas diciendo la verdad.

Después de pagar, se levantó y me hizo señas de qued la siguiese. Fuimos hasta un Mercedes antiguo y grande, probablemente de los años 70. Apenas era un poco menos antiguo que el piso en él que aún vivía. Quizás 10 años menos.

Atravesamos gran parte de la ciudad hasta un barrio obrero de pisos viejos. Aparcó en la calle, bajamos y subimos por una escalera estrecha hasta un quinto sin ascensor. El edificio era antiguo y barato. En el 5° derecha sacó un llavero con dos llaves y abrió la puerta. Entramos y ella me enseñó el piso.

Era obvio que en el piso no vivía nadie. Las camas no tenían ropa de cama y los muebles estaban tapados con sábanas viejas y polvorientas, precisamente para protegerlos del polvo.

— ¡Desnúdate!, me dijo.

Me desnudé, quedándome  en bolas delante de ella.

— Empieza a masturbarte.

Empecé a hacerlo. Cuando tenía la polla tiesa, me dijo:

— ¡Para!. Sólo quería ver el tamaño de tu polla. Ahora vístete.

Me quedé de mala hostia. Es como cuando tienes hambre, te enseñan un pastel, te dejan olerlo y te lo quitan de la vista sin dejarte dar un mordisco.

Me costó poner la polla tiesa dentro de los calzoncillos. Cuando me puse los pantalones, aún me costó más. Ella sonreía contenta.

- Me vienes como anillo al dedo. Este piso vacío es de mi propiedad. Por un lado, tengo miedo que alguna familia de zarrapastrosos desaliñados reviente la puerta y lo ocupe. Ya sabrás que con esto de los deshaucios muchos lo hacen. Como te vas a quedar sin vivienda, me viene bien entonces que lo ocupes. Yo te mantendré pero quiero darte sólo cinco euros al día. Con eso te tienes que mantener 24 horas. Los gastos del piso como la luz los pago yo aparte. Yo tengo mi vida propia, así que sólo nos veremos los fines de semana. De lunes a viernes estarás tu sólo. Yo te daré 25 euros el domingo por la noche para que te mantengas hasta el viernes por la noche en que nos veremos de nuevo. Pero para que no te aburras, te daré tareas.

Mi nuevo plan de vida fue el siguiente: los domingos por la noche me daba 25 euros y no nos volvíamos a ver hasta el viernes siguiente por la noche. Yo tenía que mantener el piso impecablemente limpio. Cuando venía el viernes, una de las primeras cosas que hacía era buscar y rebuscar alguna mota de polvo, de suciedad. Miraba por los rincones, en el borde superior de los cuadros, detrás del inodoro (obviamente, el interior del inodoro estaba limpísimo).

El piso tenía dos dormitorios, una cocina, una salita y un baño. Uno de los dormitorios estaba cerrado con llave. Ella tenía la llave. En este dormitorio no había ni cama ni ropero, sino una tele, un ordenador con conexión a internet y un radio/cd. Allí guardaba todos estos aparatos para que yo no los pudiera usar entre semana.

De lunes a viernes, no tenía nada en que entretenerme. Este era el objetivo de guardar todos los aparatos de entretinimiento en una habitación cerrada con llave. Me mandaba escribir en folios una frase que se inventaba: quinientas veces al día durante cinco días a la semana. Dos mil quinientas por semana. En cada folio, arriba, tenía que poner la fecha del día y, además, numerar los folios y las frases. Así ella cogía un folio cualquiera y revisaba la numeración para ver si había cumplido.

Las frases cambiaban cada semana. Eran de este estilo: "Miss Sandy es muy hermosa," "Yo adoro a Miss Sandy," "Miss Sandy es mi ama," "Mis Sandy es la mujer más bella," etc.

Aunque el trabajo era muy pesado, de todos modos, al estar 5 días a la semana sin radio, sin tele, sin ordenador, me hubiera aburrido mucho sin hacer nada. También tenía prohibido hablar con nadie. Limpiar un piso tan pequeño, comprame la comida, cocinarla y comerla no me costaba más de dos horas al día.

No os extrañará que esperaba ansioso que llegara el viernes, y el viernes, no veía el momento en que llegaba ella. Era tremendamente aburrido estar sólo sin hablar con nadie. Por supuesto, es lo que ella tenía planeado.

Cuando ella llegaba el viernes por la tarde, yo la recibía contento como un perrito faldero. Siempre llegaba con comida rica, jamón, queso, pescado, a veces marisco. También llegaba con más hojas de papel y más bolígrafos. Abría la puerta de la habitación y lo sacaba todo. Aunque el ordenador estaba reservado para ella, podía ver la tele o escuchar la radio.

Por la noche me golpeaba con mi cinturón antes de follar. También me sacaba fotos.

El domingo por la noche se iba para no volver hasta el viernes próximo.

Después de dos años, un viernes no llegó. Pasé el fin de semana más nervioso de toda mi vida. El sábado comí lo poco que quedaba en casa: un poco de arroz que herví y dos huevos que cocí, pues ya no me quedaba aceite.

El domingo por la mañana oí el ruido de unas llaves en la puerta. Era muy raro porque ella nunca llevaba llaves del piso encima. Yo siempre le abría la puerta.

Entró una chica de unos 25 años. Más que sorpresa, su cara denotaba curiosidad. Me aseguró que se llamaba Andrea y que era la sobrina de Catalina, que era el nombre de verdad de Sandy. Me informó que Catalina había muerto el lunes pasado por la noche de un accidente de tráfico. Que ella era el único familiar de Sandy y, por lo tanto, su única heredera. Que a falta de hacer los trámites de la herencia, el piso era suyo. Y me pidió que le explicara que hacía yo allí.

Con mucha vergüenza y tratamudeando, le expliqué la relación entre Sandy y yo.

Entonces Andrea sacó el móvil de Catalina de su bolsillo:

"En este celular y en su ordenador de su domicilio hay cientos, sino miles de fotos tuyas."

Me arrodillé delante de ella y le supliqué que me dejara seguir viviendo allí.

"Está bien, pero te aseguro que voy a ser mucho más duro que mi tía."

domingo, 13 de octubre de 2013

Guía de novias para entrenar a sus maridos 2

La actitud de mi marido cambió radicalmente. No sólo hizo su parte de las tareas domésticas, sino que hizo mi parte también, es decir, todas, el 100 por cien. No me dejaba hacer nada, absolutamente nada. Al principio no me lo creía, pensaba que le pasaría pronto.  Pero no fue así. Pronto me acostumbré a que él lo hiciera todo, y yo nada. Al principio hubo algún pequeño problema, como cuando no hacía las cosas bien del todo. Las hacía, pero no estaban perfectas. Yo le regañaba: "Está bien que lo quieras hacer todo tú, pero si lo haces, hazlo bien. No lo hagas deprisa y corriendo, sino despacio y a fondo." Ya sabeis como son los hombres. Les gusta hacer las cosas incompletas y mal hechas. Quizás yo sea demasiado perfeccionista, pero me gustan las cosas así.

Él hace la limpieza de la casa, de la ropa, del calzado, de los dos coches que tenemos (incluso llena el mío de combustible, le mira la presión de las ruedas y las infla cuando hace falta  y se preocupa de llevarlo al taller cuando le toca la revisión). Hizo un cursillo de cocina, y aunque yo a veces cocino (casi siempre los fines de semana), sobre todo cuando él está muy agobiado de faena, gran parte de las comidas las hace él.

Hizo un cursillo sobre masajes, y en mi cumple, me regaló una camilla para hacer masajes. No es lo mismo dar un masaje en la cama. La camilla está a mayor altura, lo que le permite estar de pie. Y da unos masajes que son la gloria.

Cuando yo tengo interés en ver la tele, me siento en el sillón y me da masajes en los pies. No me da masajes de cinco minutos, sino de media hora. Y mientras tanto, me prepara y me sirve un combinado.

De vez en cuando me da una sorpresa y me prepara una cena romántica, con velas, música suave y un menú especial.

Guía de novias para entrenar a sus maridos


Estábamos casados en la mitad de nuestra década de los veinte. Disfrutábamos de la compañía el uno del otro, compartíamos los mismos intereses, gustos y aficiones y nos amábamos el uno al otro.

Pero poco a poco, la situación fue cambiando. Él cada vez hacía menos en el hogar. Hacía menos de lo que yo consideraba que era la parte justa que a él le correspondía. No peleábamos a menudo, pero si algunas veces, y sobre nimiedades. Muy a menudo tragaba bilis, para evitar la pelea, pero en ocasiones, cualquier cosita sin importancia me hacía estallar. Lo que yo consideraba como un recordatorio de que las tareas del hogar eran compartidas, él lo consideraba como una dura crítica. Y él reaccionó saliendo de casa (a jugar al tenis con sus amigos y, después, a tomarse una cerveza, que terminaban siendo varias, con la consiguiente demora). Y yo reaccioné de la misma manera, buscando actividades fuera del hogar. En concreto, empezé a salir con unas amigas de la infancia, y acabamos yendo a jugar al casino. Y nuestro hogar cada vez estaba más sucio y desordenado.

Si bien él parecía estar contento, yo seguía estando a disgusto. Ya no nos peleábamos, pero lo que es peor, nos ignorábamos. Seguíamos siendo fieles él uno al otro, todavía no habíamos cruzado esa barrera, pero parecía que compartíamos el piso, no nuestras vidas. Hasta que vino la madre de todas las peleas conyugales, y decidimos separarnos. Él se fue a casa de sus padres, y yo me quedé en casa sola y amargada.

Pero no permaneció fuera de casa ni una semana. Volvió con el rabo entre las piernas, manso como un corderito, me dijo lo mucho que me echaba de menos y que iba a cambiar. Y vaya si cambió. Como del cielo a la tierra.

Bienvenidos al mundo de Jane y Joe, de las dos jotas, la JOTA con mayúscula de Jane, y la jota con minúscula, de Joe. J & j.

jueves, 10 de octubre de 2013

Bobbi y Larry (RWDDH)

  1. Las mujeres de verdad no trabajan en casa

Bobbi y Larry tenían un matrimonio normal desde hacía 7 años. Cuando Bobbi empezó a ir a un gimnasio, las cosas empezaron a cambiar.

Larry se dio cuenta de que Bobbi se había sexualmente más agresiva en la cama y más asertiva en sus relaciones con Larry. Bobbi también empezó a tomar la iniciativa en el tema sexual, cosa que nunca antes había pasado. Por supuesto, él disfrutó de su mayor interés en el sexo. También encontró nuevas sensaciones extrañas que brotaban de su interior. Por primer vez en su vida, y sin saber la causa, sintió el deseo irresistible de ceder ante ella. Quería permitirle que se saliera con la suya incluso en las disputas más pueriles.

Como Bobbi iba al gimnasio después de trabajar, llegaba tarde a casa. Además, siendo tan comunicativa y extrovertida como era, trabó amistad con la pareja propietaria del gimnasio, un matrimonio de la edad de ellos, algo más de 30 años de edad. Al finalizar sus ejercicios, empezó a quedarse un rato a charlar con ambos, y ese lapso de tiempo fue alargándose más y más. Hablaban de todo tipo de temas, empezando al principio por los temas del ejercicio, la salud y la alimentación (ella era médico dietista). Pero pronto la relación entre los tres fue mejorando y haciéndose más estrecha, y cada día que pasaba, sus tardazas eran más largas. Bobbi, al cabo de unos meses, quiso tomar la sauna después de sus ejercicios. Lo encontraba muy relajante después de una dura jornada laboral.

Naturalmente, la pareja, con tal de conseguir un cliente más, trataron de que Bobbi convenciera a su marido de acudir al gimnasio, pero aunque Bobbi lo intentó de corazón, fue imposible. "Larry no es amante del gimnasio," advirtió Bobbi. Y así fue.

Larry solía llegar a casa un poco antes que Bobbi, pero nada más llegar, esta preparaba sus cosas y se iba al gimnasio. Después volvía muy tarde. Larry no tuvo más remedio que encargarse de todas las tareas diarias de la casa, desde limpiar a cocinar. Y, sinceramente, no lo lamentaba. Él se extrañaba de disfrutar realizando las tareas del hogar que siempre había detestado.

Las mujeres de verdad no trabajan en casa

"Al principio pensaba que era una fantasíade jugar con los roles hombre-mujer pero me ayudaste genuinamente a transformar mi matrimonio." Una esposa.

"Entiendes de hombres y de que cosas pensamos que nos austan." Un esposo.

"Nunca había pensado cuan feliz podría ser sometiéndome a mi esposa... pero ahora soy feluz." Un esposo.

"Estuve a punto de echar mi matrimonio por la borda, pero ahora todas mis amigas me envidian cuando ven cuanta atención recibo de mi marido." Una esposa.

"A veces me excito haciendo las tareas de casa mientras mi mujer escucha música o ve una película en la tele." Un esposo.

"Mi marido realiza doble trabajo: en su lugar de trabajo y en casa. Soy una profesional con éxito, y, por ello, trabajo más horas que él. Me excita llegar a casa tarde a las 20:00 o las 21:00 y encontrame la casa limpia y toda ordenada." Una esposa.

"Yo me que dé sin empleo. Mi mujer cambió su trabajo por otro mejor remunerado. No había otra opción para pagar las facturas y poder comprar lo suficiente para vivir. Nada de lujos, nada de salir una vez al mes a cenar fuera o al cine, nada de vacaciones fuera, como antes. Sólo gastábamos en los más imprescindible. Pero el nuevo trabajo de mi esposa tenía un pero, valga la redundancia. Además de trabajar más horas, tenía que viajar. Pero no siempre viajes cortos, sino también, en ocasiones, viajes al otro extremo del planeta, lo que implicaba varios días de ausencia. Yo me hice cargo de las tareas domésticas entre semana, pero poco a poco, y sin darnos cuenta, también realizaba el peso de las mismas durante el fin de semana. Su agotador trabajo nos llevó a tomar esta decisión. Me he convertido en todo un amo de casa, buscando recetas de cocina en internet, o como sacar las manchas de esto o de lo otro. Y mi vida ha mejorado un 100%. Un esposo.

"Es un placer llegar a casa y encontrarme todo hecho, todo limpio y ordenado. Y a mi marido esperando siempre algún tipo de reconocimiento, por pequeño que sea, como un perrito que ha ha aprendido a hacer algún truco nuevo y necesita unas caricias como premio. '¡Hum, cariño, este salmón asado te ha salido riquísimo! ¡Está delicioso!' Con muy poco se pone contento. Sólo le falta tener rabo para moverlo." Una esposa.

miércoles, 10 de julio de 2013

Feminization series videos

Wife or Husband Gameshow?

Este es el link.

Hoy llamé a la oficina de mi mujer

Hoy llamé a la oficina de mi mujer y me respondió un a voz femenina desconocida. Quería quedar con ella para almorzar juntos, ya que hacía más de un año que no lo hacíamos. Pero esta vez me salió el tiro por la culata. La voz desconocida me respondió que no estaba, que había salido. Le pregunté con educación con quién estaba hablando, y me respondió que con la nueva secretaria de mi mujer. Le pregunté si sabía a donde había ido, o si volvería pronto, y me respondió que ¡¡¡había salido con su novio a comer algo!!! Me quedé anonadado y sin capacidad de respuesta. "Oiga, oiga, ¿le pasa algo?" "Ah, no, perdón, pensé que estaba casada," contesté. Respondió: "La verdad es que no lo sé, acabo de incorporarme en esta oficina y no pensé en preguntarle su estado civil. Pensé que era su novio porque los maridos nunca pasan por las oficinas de sus esposas para comer juntos." Contesté: "No importa, pensé en invitarla a almorzar, pero yo tampoco sé si está casada, tiene novio o está libre. Disculpe."

Lo extraño es que se me puso la polla más dura que un diamante. Me fui corriendo al cuarto de baño a hacerme una paja. Me imaginé a mi mujer follando con otro y me puse supercachondo.

Esta tarde estoy raro y no logro dar pie con bola en mi trabajo. Dos de mis compañeros ya me han preguntado si me pasa algo. Evidentemente, mi mujer me la pegaba ya hace tiempo, pero es de suponer que la anterior secretaria le cubría las espaldas. Pero al cambiar de repente de secretaria no le dio tiempo a aleccionarla sobre como contestar en casos como este.

¿Qué hago esta noche? ¿Se lo digo o no se lo digo? ¿Le cuento la verdad o no se la cuento? ¿Le habrá contado la nueva secretaria que llamó alguien o se le habrá olvidado? Si le cuento, ¿le digo que me puse cachondo y me hice una paja?

La verdad es que mi mujer está buenísima. Tiene 29 años y es una preciosidad. Y últimamente la tenía un poco desatendida. Me sentía acosado por sus preguntas sobre que hacía cuando iba al fútbol con los amigotes y cual era la causa de mis retrasos. Yo le contestaba que cuando mi equipo ganaba ibamos a tomar unas cervezas para celebrarlo con los amigos, y cuando perdía, igual tomábamos unas cervezas para calmar la frustración. Ella me acusaba de que prefería el futbol que a ella, y yo le contestaba que no era lo mismo, que las dos cosas no son incompatibles.

La desatendí y ahora pago las consecuencias. Lo que no podía sospechar nunca es que me iba a poner calentorro al imaginarme a ella follando con otro. Me lo dicen esta misma mañana y no me lo hubiese creido.

¿Que hago? Creo que lo mejor será contarselo todo, de pé a pá. Entonces hay dos opciones: o ella deja a su amante y la perdono, pelillos a la mar, o yo acepto que...

Si ella disfruta, podriamos continuar en este plan. Le pediría que me lo contase todo... y yo me masturbaría cuando me lo contase.

Quizá fuera lo mejor. Cualquier cosa menos separarme de ella. Es tan guapa, tan sexy, tan bonita, tan linda...

viernes, 7 de junio de 2013

Femdom links

Voy recopilando enlaces femdom aalá conforme los voy encontrando al navegar por la red. La mayoría son de tumblr, ya que es muy fácil recopilar estos enlaces en esta red social.

El enlace es 500 femdon links. Los más listos os preguntareis: "'no hay 500? ¡Sólo hay algo más de 400!

Bueno, pues eso pasa porque está en construcción. Cada día añado alguno más.

Cuando llegue a los 500, le cambiaré de nombre (600 femdom links) e iré añadiendo más hasta que llegue a los 600 enlaces.

Si alguien quiere que aparezca su web o blog (tumblr, blogspot, etc.) escríbeme a miguelstrogofff@gmail.com

lunes, 14 de enero de 2013

Los cubitos de hielo

A mi mujer le encanta hacerme la siguiente jugarreta. Cuando vienen invitados a casa, ella prepara las bebidas. Si los invitados toman whisky, por poner un caso, yo tomo una ginebra. Esto lo hace así para no confundir las bebidas. En el congelador tenemos varias cubiteras de hielo de varios colores, pero sólo hay una roja. En ella hay cubitos de hielo hechos con el pis de mi mujer.

Ya os podeis imaginar que cubitos de hielo pone mi mujer en mi bebida. Ella disfruta viendo como me tomo mi bebida delante de nuestros invitados.