jueves, 10 de octubre de 2013

Las mujeres de verdad no trabajan en casa

"Al principio pensaba que era una fantasíade jugar con los roles hombre-mujer pero me ayudaste genuinamente a transformar mi matrimonio." Una esposa.

"Entiendes de hombres y de que cosas pensamos que nos austan." Un esposo.

"Nunca había pensado cuan feliz podría ser sometiéndome a mi esposa... pero ahora soy feluz." Un esposo.

"Estuve a punto de echar mi matrimonio por la borda, pero ahora todas mis amigas me envidian cuando ven cuanta atención recibo de mi marido." Una esposa.

"A veces me excito haciendo las tareas de casa mientras mi mujer escucha música o ve una película en la tele." Un esposo.

"Mi marido realiza doble trabajo: en su lugar de trabajo y en casa. Soy una profesional con éxito, y, por ello, trabajo más horas que él. Me excita llegar a casa tarde a las 20:00 o las 21:00 y encontrame la casa limpia y toda ordenada." Una esposa.

"Yo me que dé sin empleo. Mi mujer cambió su trabajo por otro mejor remunerado. No había otra opción para pagar las facturas y poder comprar lo suficiente para vivir. Nada de lujos, nada de salir una vez al mes a cenar fuera o al cine, nada de vacaciones fuera, como antes. Sólo gastábamos en los más imprescindible. Pero el nuevo trabajo de mi esposa tenía un pero, valga la redundancia. Además de trabajar más horas, tenía que viajar. Pero no siempre viajes cortos, sino también, en ocasiones, viajes al otro extremo del planeta, lo que implicaba varios días de ausencia. Yo me hice cargo de las tareas domésticas entre semana, pero poco a poco, y sin darnos cuenta, también realizaba el peso de las mismas durante el fin de semana. Su agotador trabajo nos llevó a tomar esta decisión. Me he convertido en todo un amo de casa, buscando recetas de cocina en internet, o como sacar las manchas de esto o de lo otro. Y mi vida ha mejorado un 100%. Un esposo.

"Es un placer llegar a casa y encontrarme todo hecho, todo limpio y ordenado. Y a mi marido esperando siempre algún tipo de reconocimiento, por pequeño que sea, como un perrito que ha ha aprendido a hacer algún truco nuevo y necesita unas caricias como premio. '¡Hum, cariño, este salmón asado te ha salido riquísimo! ¡Está delicioso!' Con muy poco se pone contento. Sólo le falta tener rabo para moverlo." Una esposa.