miércoles, 2 de abril de 2014

Mi introducción a FLR

Hola, mi nombre es Roxana y vivo en San Diego, California. Todo empezó en la despedida de soltera, la noche previa a mi boda con Alan.

Nos reunimos en casa de mi amiga Sharon un grupo de un docena de chicas. Contratamos el catering, los camareros (masculinos todos), dos boy strippers y una pequeña banda de músicos brasileños (masculinos todos) que tocaban samba. Fue una gran noche, nos lo pasamos muy bien, bailamos, bebimos, flirteamos con los músicos, los camareros y con los dos strippers. Después de la fiesta algunas se fueron a sus casas bien acompañadas.

Sharon es mi mejor amiga. Éramos vecinas desde niñas, fuimos juntas a la misma escuela, jugábamos juntas y, cuando ya eramos más grandes, salíamos juntas en nuestra adolescencia. Incluso ligábamos en pareja con otros chicos y juntas tuvimos nuestros primeros novios (cada una el suyo propio, por supuesto). Después fuimos a universidades diferentes y ya no nos veíamos tan a menudo como antes. Más tarde ella se casó con Pete.

Aquella noche Sharon me pidió que me quedara con ella hasta despedir a todo el personal contratado para la fiesta. Quería hablar conmigo.

Cuando nos quedamos solas, me entregó su regalo, un libro titulado The New Bride's Guide to Training Her Husband.

Me quedé asombrada por el título. Lo primero que pensé es que quizás fuera un libro de humor, porque, realmente, ¿quién puede escribir un libro serio con ese estrafalario título?

Después de unos 10 minutos ojeando el libro me di cuenta que el libro iba en serio. El contenido del libro no trataba de sadomasoquismo o algo parecido, sino de maridos que ¡obtienen placer obedeciendo a sus esposas! ¡No es realmente increíble que a algunos hombres les guste eso! ¡A quién le gusta obedecer en vez de mandar! A mi no, por supuesto. Yo siempre he sido un poco mandona. Pero, ¿y Alan?, me pregunté.

Pasado ese tiempo, le dije a Sharon en plan de broma:

- ¿Qué pasa? ¿Me regalas un libro que seguro tú no aplicas en tu matrimonio?

- No, no es cierto. Yo si aplico las enseñanzas del libro con Peter. Es más, tengo ese libro en casa y toda una colección de libros similares. Aunque, evidentemente, no lo aplico todo, sólo lo que más me gusta.

- Pero, todo esto, ¿tiene algo que ver con el sadomaso?

- No. nada que ver. El FLR es un estilo de vida que se aplica los 365 dias del año y las 24 horas del día. En la mayoría de las ocasiones, el BDSM no. Pero si quieres, Pete está en casa de sus padres, como ya te expliqué. Le llamo para que venga y te haremos una demostración.

-¿Una demostración? - repetí como un loro.

- Espera a que venga y verás -y llamó a su marido por teléfono. Después de la llamada, seguimos hablando. Cuando acabó la breve llamada, continuamos la conversación.

- ¿Qué es el FLR que dijistes?

- Significa Female-Led Relationship. Pero será mejor que hagamos una pequeña revisión histórica.

- ¿Vamos a desperdiciar los minutos que quedan hasta que venga Peter hablando de historia? -pregunté asombrada.

- Nooooo -dijo y lanzó una carcajada. -Sólo quiero hablar de un concepto: los papeles que han desempeñado ambos sexos durante la historia. Antiguamente, los hombres trabajaban en una tarea remunerativa, como por ejemplo, un campesino o un artesano. Los que no hacían esto hacían algo peor: matarse entre ellos. Iban a la guerra. En ambos casos, la mujer paría los hijos, cuidaba la casa, cocinaba, etc. Desde hace unas décadas, la mujer también trabaja fuera de casa. A veces se ha conseguido implantar el matrimonio igualitario entre ambos sexos, pero incluso en muchas relaciones de pareja, la mujer que trabaja más que el hombre, pues al esfuerzo del trabajo fuera de casa tiene que sumar el esfuerzo del trabajo en el hogar.

- Oye, Sharon, no me he fijado pero me parece que no has bebido mucho esta noche, ¿eh? -y le guiñé un ojo. Ninguna persona borracha soltaría un rollo como ese.

- Bueno, déjame que continúe -dijo con una risita entre dientes. -Pero incluso entre los matrimonios que se reparten las tareas igualitariamente, hay muchas peleas. Mi marido estuvo en Madrid durante dos años aprendiendo español y dice que en España hay un refrán muy bueno, que se puede aplicar a las relaciones FLR. El refrán es: dos no discuten si uno no quiere. Esto significa...

- ...¡déjame que lo adivine! Para discutir hacen falta dos personas y que si una se pliega a las condiciones de la otra, no hay discusión.

- ¡Muy bien! Veo que aunque estás un poco... como diría... contenta, tus neuronas siguen funcionado igual. Y ahora te hago una pregunta: ¿Quién evitaba las discusiones antes en los matrimonios?

- ¿Hay premio si acierto? -pregunté yo divertida. La verdad es que me interesaba mucho el tema, pero por el alcohol me lo tomaba un poco en broma.

- Ya te regalé el libro. Recuérdalo.

- ¡Está bien! Dejo de decir tonterias y contesto. Antes la mujer se sometía al hombre.

- Muy bien. Hasta ahí quería llegar. Ahora te hago otra pregunta. ¿Te acuerdas de aquel novio que tuviestes a los 18, que estaba buenísimo, que yo intenté quitartelo y que lo defendiste como una gata celosa?

- Si, por supuesto. Se llamaba Tom y estaba como un queso. Nunca podré olvidarlo por mucho que viva. Y tenía un pollón así de grande -dije separando los brazos como hacen los pescadores cuando hablan de sus capturas. Por supuesto, exageraba, pero era cierto que fue el tio con que follé con la polla más grande.

- Recuerdas que me contastes que rompisteis porque él era muy mandón, que quería dominarte y tu no te dejabas.

- Por supuesto que lo recuerdo. El hijo puta iba contando en el instituto que me dejó porque era una calientapollas y una frígida.

- ¿Qué crees que pasaría si mañana, en vez de casarte con Alan, te casaras con Tom?

- Que al mes estaría pidiendo el divorcio.

- Porque tú eres muy mandona y autoritaria. Eres como yo. Nos gusta mandar, imponer nuestra voluntad sobre la de los demás. Y ahora otra pregunta: ¿Por qué te casas mañana com Alan?

- Por que Alan es completamente diferente a Tom. Casi siempre me salgo yo con la mía.

- ¿Casi siempre?

- Cuando se me pone terco y obstinado, tengo que sacar todo mi caracter. Entonces se desata una buena pelea. Y en la mayoría de los casos suelo imponer mi opinión.

- Te hago la misma pregunta que antes. ¿Casi siempre?

- Bueno, la verdad es que sólo ocurrió una vez que no dio su brazo a torcer porque era un tema relativo a su familia. Preferí ceder en este caso.

- Bueno, Roxie, no corresponde que me meta en tu vida privada, pero es cierto que las dos somos autoritarias, como tu misma acabas de decir. Pero yo me casé con Pete hace dos años no para divorciarme, sino para continuar casada hasta el final. Y sinceramente, las relaciones de pareja que duran son las que un miembro de la pareja se somete al otro. Como dice el refrán español, dos no discuten...

- ...si uno no quiere -dije yo entre risas.

- En principio, las relaciones FLR se basan únicamente en la autoridad de la mujer, que es la persona que toma todas las decisiones. Decisiones financieras, decisiones comunes de todo tipo, como qué comer o que programa de televisor ver.

- Ah, eso me gusta. El mando a distancia para mí -dije con una sonrisa en la boca.

- Mira, Roxie, nos conocemos desde niñas y tú y yo tenemos un caracter parecido. Las dos tenemos estudios superiores, las dos fuimos buenas estudiantes, las dos trabajamos duro, las dos nos esforzamos en ser algo en la vida, no verla pasar por delante de nosotras, las dos somos jóvenes y tenemos una carrera profesional muy prometedora por delante y podemos llegar lejos. Las dos sabemos que en el mundo de los negocios la mujer está discriminada y que tenemos que esforzarnos el doble que cualquier hombre para conseguir nuestro objetivo. pero siempre, por nuestra condición de posible madre los hombres nos marginan. Piensan que abandonaremos cuando quedemos embarazadas.

- Por nuestra parte, Alan y yo ya lo hemos hablado y no vamos a tener hijos.

- Pete y yo tampoco, pero eso para mi no basta. ¿Has oido hablar alguna vez dedl "reposo del guerrero"?

- Si. Supongo a que se refiere a que cuando el hombre de clase media llega a su casa tarde y cansado, necesita un hogar tranquilo, sin que su mujer le ponga problemas, que le deje descansar, etc. -A estas alturas ya se me estaba pasando los efectos del alcohol.

- Efectivamente. Y si en mi casa yo soy la guerrera, ¿no necesito también un reposo de la guerrera?

- Pero Peter trabaja. ¿No es cierto?

- Si, pero trabaja ocho horas de funcionario en la categoría de auxiliar administrativo. Se dedica a pasar datos a un ordenador con el teclado. En la práctica trabaja sólo 7 horas, porque hace dos paradas para trabajar. Cuando yo llego a casa, él ya lleva más de tres horas. Durante todo ese tiempo, él limpia la casa, lava, plancha y guarda la ropa y compra. Cuando llego a casa me da una masaje en los pies, después me llena la bañera de agua caliente y me doy un baño. Mientras estoy en la bañera, me da un masaje en el cuello y en la parte alta de la espalda. Después me trae la toalla para secarme, el albornoz y las pantuflas. Mientras él cocina la cena, yo me relajo viendo la televisión, leyendo un libro o escuchando música en la radio. Después pone la mesa, cenamos los dos, él recoge la mesa y lava los platos. Después vemos la tele los dos juntos pero yo tengo el control. Muchas veces vemos programas femeninos, de moda o cosas así. Al principio no le interesaban nada, pero yo le obligo a que le interese. Él me compra cada mes una revista de moda y la vemos los dos juntos. Yo le digo que al marido le debe interesar como va vestida su mujer, igual que nosotras nos interesamos como va vestido él. Siempres es agradable para un hombre ir acompañado de una mujer guapa, bien maquillada y bien vestida. Y le convencí que debe interesarse en el tema. A veces le señalo una vestido o un conjunto de ropa interior y le pregunto como me ve vestida con él. Este tipo de cosas hace que estemos muy unidos los dos, más que la amyoría de los matrimonios.

-La verdad es que me estás convenciendo -dije cada vez más interesada en el tema.

- Nosotros dos nunca discutimos. Él siempre me obedece y me apoya en la decisiones que tomo. Es un gran apoyo en mi carrera profesional, más de lo que parece a simple vista. A veces me imagino lo que sería llegar a casa y que no hubiese nadie esperándote para apoyarte, para consolarte cuando el día ha salido mal, para acariciarte. Yo creo que la vida sería más difícil sin Peter.

- ¿Y tu crees que Alan es, en alguna medida, como Peter?

- Aunque no lo conozco mucho, estoy convencida que sí. Si no pensara así, no te hubiera regalado el libro. O al menos te hubiera regalado un libro de otra temática. Además, tu me lo acabas de confirmar contándome que siempre te impones sobre su voluntad.

- Cuéntame más cosas sobre vuestra relación. O al menos, cosas que se puedan contar.

- Mira, Peter me lo presentó una amiga que hice en el trabajo, Se llama Laura y es como tu y yo: mandona. Congeniamos las dos enseguida. Me regaló por mi cumpleaños el mismo libro que te he regalado y me presentó a Peter. Ella tuvo dos candidatos y me dijo que le costó mucho elegir, porque los dos eran serviciales, atentos, cariñosos y sumisos. Pero eligió a Paul, su actual marido, porque tenía dinero, no mucho, pero tenía cuatro pisos en alquiler además del piso en que vivía. Y como le daba pena Peter, que era tan bueno con ella... podíamos decir que me lo regaló -dijo con una sonrisa.

- ¿Qué más me puedes contar de tu relación con Peter?

- Mira, el punto crucial de una relación FLR es que él siempre te obedezca. No importa lo cansado que esté, él hace instantáneamente lo que le ordeno. A veces le pongo a prueba. En más de una ocasión le he mandado a un afterhoursa comprar un bollo y cuando me lo trae, a veces no me lo como hasta el día siguiente.

- ¡Qué mala que eres! - exclamé un poco asombrada.

- No creas. A él le gusta este tipo de cosas. Es muy sumiso, te lo aseguro.

Estaba un poco asombrada pensando en las novedades que me contaba mi amiga cuando sonó el timbre. Sharon acudió a abrir la puerta y era Peter. Les oí cuchichear en la puerta pero no puede entender nada.

- Peter te va a llevar a tu casa porque es muy tarde y no quiero que te pase nada.

Nos despedimos en la puerta y yo ya estaba a punto de entrar en el ascensor con Peter cuando llegó Sharon se acordó de algo.

- El libro, te dejas el libro.

Peter saltó como accionado por un resorte y corrió hacia el salón de la casa. Bajamos al garaje, él me abrió la puerta del coche (ese es un detalle que Sharon no me contó, que Peter se comporta con ella como un caballero a la antigua, aunque ahora eso está pasado de moda) y salimos a la calle.

Yo iba rememorando lo que Sharon me había contado, cuando, a mitad camino, me acordé de la anécdota del afterhours. Le dije a Peter:

- Vamos a un afterhours.

- Si señora -y cambió de rumbo.

Pronto llegamos a uno, le dí un billete de 10 y le indiqué que tipo de pastelillo quería, y bajó raudo del coche y fue corriendo -literalmente- a comprarlo. Volvió también corriendo. Cuando llegamos a casa, bajé del coche, y por la ventana del coche, le dí el pastelito. Y me fui a  casa. Amanecía en ese momento.

La boda fue genial. Llevé el libro a la luna de miel. Lo leí en el avión y en el hotel. Le despertó la curiosidad a Alan. Lo leímos juntos (empezamos desde el principìo para que Alan no se perdiera nada). Con frecuencia parábamos y comentábamos algún párrafo que a uno u otro nos parecía interesante. Después le conté la conversación que tuve con Sharon la noche previa a la boda.

Al final, Alan dijo:

- Si te parece bien, pondremos en práctica poco a poco todo esto.

- Por supuesto que me parece bien -Y le di un gran beso.

FIN