Ángela y yo prácticamos el femdom desde que nos casamos hace unos cinco años, pero todas nuestras prácticas habían quedado entre las cuatro paredes de nuestro piso. Realizabamos varias prácticas femdo, que no voy a detallar porque no vienen al caso, pero un día, ocurrió lo que seguramente debió haber pasado hace mucho tiempo: que ampliamos el circulo femdo.
Todo empezó así: un día de marzo Ángela salió con sus compañeras de la oficina a cenar y a un espectáculo de boys semidesnudos. Siempre fue un entretenimiento inocuo. Las chicas se divertían de lo lindo y los maridos nos quedábamos en casa, algunos con los niños, otros como yo sin ellos, pues no teníamos descendencia.
Pero aquel viernes fue distinto a todos los demás viernes anteriores. Normalmente venían a las 2 o las 3 de la noche, pero aquel día Ángela vino cerca del amanecer, pasadas ya las cinco. Siempre la esperqaba despierto,pero en aquella ocasión tardaba más de lo normal. Serían cerca de las cuatro cuando me quedé dormido en la cama con la tele encendida.
- Despierta cariño, soy yo.
- Hum.. ¿que?... ¿que pasa?... Oh, dios mío, me dormí. ¿Que hora es?
- Las cinco y diez. Te traigo un regalito.
- Adivínalo. Te doy una pista. Se puede comer.
En los siguientes minutos me entretuvo un rato: yo decía cosas para comer, como chocolate y otras, y ella me contestaba que no. Cuando se me acabaron las ideas, le supliqué que me dijera que es.
- No, no te lo voy a decir. Vamos a hacer una cata a ciegas.
A continuación, me ató al cabecero de la cama y me vendó los ojos. aquello empezaba a gustarme. Segundos después:
- Abre la boca. Es algo espeso y pegajoso. Te lo voy a dar a probar untado en uno de mis dedos. Tu tienes que adivinarlo.
- Bueno, contesté.
Dicho y hecho. Abrí la boca y ella me puso uno de sus dedos en la boca, la cerré y chupè y relamí su dedo. El sabor no me gustó. No era una sabor agradable. Tenía una consistencia pastosa.
- ¿Adivinas lo que es?
- No. Nunca probé eso. No puedo saber lo que se. ¿Alguna comida china, quizás?
- Te voy a sacar la venda de los ojos porque nunca lo adivinarás.
Cuando pude ver, lo que vi no me gustó nada. Con una mano Ángela me había sacado la venda de los ojos mientras con la otra sostenía un condón con semen. Resulta que ángela había follado con uno de los boys y, cuando terminó, anudó el condón muy suave, lo guardó en el bolso y, cuando vino a casa, me lo dio a probar.
Como continuaba atado a la cama, Ángela me obligó a tragarme todo el resto del semen.
Aquella fue la primera vez desde que estábamos casados que me ponía los cuernos, y la primera que me hizo beber el semen de su amante. La primera pero no la última.