sábado, 27 de agosto de 2011
"Mi" hija
"¿El señor Lopes?"
La enfermera preguntó mi nombre con aire de duda.
"Si, yo soy".
La enfermera me miró de arriba a abajo con cara de dudas y extrañeza. Permaneció unos segundos en silencio, sin saber que decir, consternada.
"Su mujer ha tenido una niña, y tanto ella como la madre están muy bien. Vaya a la habitación, donde le están esperando."
Se notaba que tenía el discursito bien aprendido y memorizado. Parecía que esto le aliviaba, como si volver a la rutina fuese algo conocido a lo que asirse. Puesto que no había visto la cara de esa enfermera antes, y suponía que al mediodía habían cambiado de turno los trabajadores del hospital, la enfermera se extrañaba de la diferencia de edad entre mi mujer y yo. Susan tenía 41 y yo 25. Eran dieciséis años lo que nos separaban, pero a contrario de lo que se acostumbra como normal, ella era mayor que yo, y no al revés. Pensé que esta era la causa de la extrañeza y la cara de asombro de la enfermera. Y con esa idea en la cabeza, me fui a la habitación 317 del Hospital Noruego, cercano a Los Angeles, en donde mi esposa había decidido parir. A pesar de su edad, este era el primer embarazo de Susan, quién por otro lado, era descendiente de noruegos. No se si eligió dicho hospital por esta característica o por cualquier otra, pues el hospital aceptaba desde décadas antes a clientes de cualquier procedencia que pudiese pagar sus tarifas, que por otro lado tampoco eran muy caras.
Entré en la habitación y vi a mi señora en la cama con una cuna de plástico transparente al lado. Allí había un bulto tapado que, indudablemente, era mi hija. Me acerqué a la cama y le di un beso a Susan al tiempo que le preguntaba como estaba ella. Al situarme al lado derecho de la cama, el único libre, y al agacharme para besarla en la mejilla, vi la cara de la niña, que estaba dormida. Era de color café con leche, con más café que leche. Esto era imposible, porque Susan no solo era blanca como yo, sino que además era rubia y de piel pálida, casi tan blanca como la leche, más blanca que yo, que aunque tengo el pelo moreno, casi negro, tengo la piel bastante clara. Dicho lo dicho, la única posibilidad es que la niña fuese hija de un negro, de un hombre de color. Pero como si no lo creyese, me acerqué a la cuna y retiré la pequeña manta que la cubría. El bebé estaba vestido, pero como en el hospital hacía bastante calor, tenía las piernas desnuditas y pude ver que eran del mismo color de la cara: café con leche, con más café que leche. Evidentemente, no era hija mía, y a no ser que la hubiesen cambiado en el hospital por otra niña de otro matrimonio, era hija de Susan y un hombre de color.
Me entró mi vena humorística de humor negro, y dije:
Susan, como ya he dicho, tenía 41 años, y para hombres de esa edad, estaba muy bien físicamente. Quiero decir que cualquier cincuentón la había visto con muy buenos ojos. Pero cuando yo la conocía, tenía 24, y ella 40. La había conocido por una web de contactos sexuales, pero yo no era su gigoló, sino su esclavo. Vivía en Madrid cuando mis padres murieron en un accidente de tráfico cuando yo tenía 18. Mis padres tenían bastantes bienes, pero también bastantes deudas,así que lo único que me quedó fue la casa donde yo había vivido toda la vida pero nada más. No tenía ingresos, y los pocos parientes que tenía no me iban a dar de comer. Desde los 16 tenía un ordenador en mi habitación, y no recuerdo como, como un año después, empecé a mirar páginas femdom. Aquello me atrajo. Al morir mis padres, y al no tener ingresos, yo me esforcé por trabajar, pero había sido un niño mal criado y consentido, al que trabajar de camarero era un deshonor. Así que decidí buscar por el femdom mi tabla de salvación. Me suscribí a una web muy conocida de contactos sexuales por todo el mundo, y tras un año, lo único bueno que recibí fue una contestación de Susan.
Así que me fui a los EEUU y me casé con Susan. En la misma noche de bodas, Susan tenía a otro hombre "encerrado" y oculto en otra habitación. Pongo encerrado entre comillas porque en realidad la intención del encierro era evitar que yo entrara en ese dormitorio. Él mismo tenía la llave de la puerta en su poder. Susan me dijo que me sirviera una copa y me relajara, y que pronto iba a volver. Ya me lo había advertido dos días antes, que esa noche follaría conmigo y con otro, y que pretendía tener un hijo, sin saber cual era el padre, si yo o el otro hombre. Según decía, le encantaba la idea de usarme como alguien que le presta su semen para concebir un hijo, pero sin yo saber si mi espermatozoide o el del otro iba a fecundar el óvulo de Susan. Pero no me dijo que era negro. Escuché dos golpecitos en la puerta, seguidamente el ruido de la llave en la cerradura, y el golpeo de la puerta al ser cerrada. Por último, escuché de nuevo el ruido de la llave girando la cerradura. Se habían encerrado.
Escuché algunos ruidos, murmullos, jadeos... Me acerqué a la puerta para escuchar y oí unos claros gemidos de placer. Susan se lo estaba pasando bien. Me desnudé, dejé las ropas en el suelo y me senté al lado de la puerta en señal de humillación.
Pasaría como una hora cuando escuché el ruido del agua de la ducha. Al cabo de unos minutos, dejó se dejó de oír. Tras unos minutos más, se volvió a oír el ruido de la ducha, y el ruido de la llave girar en la puerta. Salió Susan vistiendo una bata blanca y pantuflas, con el pelo mojado.
Allí follamos. Su cuerpo aún estaba humedecido y el pelo mojado. Me preció que no disfrutó de "lo nuestro" como con el desconocido.
Ha continuación me encerró en la habitación (todas las habitaciones tienen cerraduras) y la oí hablar con el "otro" cuando pasaban por el pasillo frente a la habitación. Supongo que se despidieron cariñosamente. Al volver, Susan me dijo a través de la puerta:
La misma escena se volvió a repetir varias veces durante dos semanas. La diferencia es que cuando el otro venía, a mi me encerraba, y a mí sí que no me daba la llave.
Nueve meses después, ya sabéis lo que pasó. Ayer la inscribí en el registro como hija mía, y el empleado del registro no pudo evitar un gesto de asombro al leer que la niña era mulata, que su madre era blanca, y al ver mi pasaporte y mi cara, blanco también. Durante toda la operación sufrí la sonrisita en la cara del empleado.
El rumor se escampó por todo el hospital, y la gente cuchicheaba al verme pasar. Hoy le dieron el alta a ambas. Mañana es sábado, y Susan quiere que to prepare una comida para los tres: el negro, al que llama Johnny, ella y yo.
Ya me imagino cual va a ser el postre, al menos para Susan. Un helado doble, de nata y chocolate.
Entré en la habitación y vi a mi señora en la cama con una cuna de plástico transparente al lado. Allí había un bulto tapado que, indudablemente, era mi hija. Me acerqué a la cama y le di un beso a Susan al tiempo que le preguntaba como estaba ella. Al situarme al lado derecho de la cama, el único libre, y al agacharme para besarla en la mejilla, vi la cara de la niña, que estaba dormida. Era de color café con leche, con más café que leche. Esto era imposible, porque Susan no solo era blanca como yo, sino que además era rubia y de piel pálida, casi tan blanca como la leche, más blanca que yo, que aunque tengo el pelo moreno, casi negro, tengo la piel bastante clara. Dicho lo dicho, la única posibilidad es que la niña fuese hija de un negro, de un hombre de color. Pero como si no lo creyese, me acerqué a la cuna y retiré la pequeña manta que la cubría. El bebé estaba vestido, pero como en el hospital hacía bastante calor, tenía las piernas desnuditas y pude ver que eran del mismo color de la cara: café con leche, con más café que leche. Evidentemente, no era hija mía, y a no ser que la hubiesen cambiado en el hospital por otra niña de otro matrimonio, era hija de Susan y un hombre de color.
Me entró mi vena humorística de humor negro, y dije:
"Parece que la niña tomó el sol dentro de tu panza".
Susan, como ya he dicho, tenía 41 años, y para hombres de esa edad, estaba muy bien físicamente. Quiero decir que cualquier cincuentón la había visto con muy buenos ojos. Pero cuando yo la conocía, tenía 24, y ella 40. La había conocido por una web de contactos sexuales, pero yo no era su gigoló, sino su esclavo. Vivía en Madrid cuando mis padres murieron en un accidente de tráfico cuando yo tenía 18. Mis padres tenían bastantes bienes, pero también bastantes deudas,así que lo único que me quedó fue la casa donde yo había vivido toda la vida pero nada más. No tenía ingresos, y los pocos parientes que tenía no me iban a dar de comer. Desde los 16 tenía un ordenador en mi habitación, y no recuerdo como, como un año después, empecé a mirar páginas femdom. Aquello me atrajo. Al morir mis padres, y al no tener ingresos, yo me esforcé por trabajar, pero había sido un niño mal criado y consentido, al que trabajar de camarero era un deshonor. Así que decidí buscar por el femdom mi tabla de salvación. Me suscribí a una web muy conocida de contactos sexuales por todo el mundo, y tras un año, lo único bueno que recibí fue una contestación de Susan.
Así que me fui a los EEUU y me casé con Susan. En la misma noche de bodas, Susan tenía a otro hombre "encerrado" y oculto en otra habitación. Pongo encerrado entre comillas porque en realidad la intención del encierro era evitar que yo entrara en ese dormitorio. Él mismo tenía la llave de la puerta en su poder. Susan me dijo que me sirviera una copa y me relajara, y que pronto iba a volver. Ya me lo había advertido dos días antes, que esa noche follaría conmigo y con otro, y que pretendía tener un hijo, sin saber cual era el padre, si yo o el otro hombre. Según decía, le encantaba la idea de usarme como alguien que le presta su semen para concebir un hijo, pero sin yo saber si mi espermatozoide o el del otro iba a fecundar el óvulo de Susan. Pero no me dijo que era negro. Escuché dos golpecitos en la puerta, seguidamente el ruido de la llave en la cerradura, y el golpeo de la puerta al ser cerrada. Por último, escuché de nuevo el ruido de la llave girando la cerradura. Se habían encerrado.
Escuché algunos ruidos, murmullos, jadeos... Me acerqué a la puerta para escuchar y oí unos claros gemidos de placer. Susan se lo estaba pasando bien. Me desnudé, dejé las ropas en el suelo y me senté al lado de la puerta en señal de humillación.
Pasaría como una hora cuando escuché el ruido del agua de la ducha. Al cabo de unos minutos, dejó se dejó de oír. Tras unos minutos más, se volvió a oír el ruido de la ducha, y el ruido de la llave girar en la puerta. Salió Susan vistiendo una bata blanca y pantuflas, con el pelo mojado.
"Come on, baby. Vamos al otro dormitorio."
Allí follamos. Su cuerpo aún estaba humedecido y el pelo mojado. Me preció que no disfrutó de "lo nuestro" como con el desconocido.
Ha continuación me encerró en la habitación (todas las habitaciones tienen cerraduras) y la oí hablar con el "otro" cuando pasaban por el pasillo frente a la habitación. Supongo que se despidieron cariñosamente. Al volver, Susan me dijo a través de la puerta:
"Esta noche vas a permanecer encerrado en esta habitación. Dúchate. Odio a los hombres sucios."
La misma escena se volvió a repetir varias veces durante dos semanas. La diferencia es que cuando el otro venía, a mi me encerraba, y a mí sí que no me daba la llave.
Nueve meses después, ya sabéis lo que pasó. Ayer la inscribí en el registro como hija mía, y el empleado del registro no pudo evitar un gesto de asombro al leer que la niña era mulata, que su madre era blanca, y al ver mi pasaporte y mi cara, blanco también. Durante toda la operación sufrí la sonrisita en la cara del empleado.
El rumor se escampó por todo el hospital, y la gente cuchicheaba al verme pasar. Hoy le dieron el alta a ambas. Mañana es sábado, y Susan quiere que to prepare una comida para los tres: el negro, al que llama Johnny, ella y yo.
Ya me imagino cual va a ser el postre, al menos para Susan. Un helado doble, de nata y chocolate.
jueves, 25 de agosto de 2011
Como subir a la cama
Hacerle dormir en el suelo es una cosa. La manera en que ella sube a la cama ahora, es como para mantenerle despierto.
Mientras estemos juntos
Inés me lo dejó claro desde el primer día:
"Yo voy a controlar tu sexualidad desde el momento en que reciba por correo un aparato de castidad masculina, un cb6000. Yo tengo la libertad de follar con quién desee, cuantas veces desee y donde me salga de las bolas. Además, en el sexo, yo siempre tendré la iniciativa, y no quiero que me propongas o me hagas mimitos para follar. En el sexo, como en todo lo demás, yo soy la que mando, y tu obligación es obedecer. Pero yo seré lo promiscua que quiera, y tu serás más casto que un santo. Mientras estemos juntos, tu polla no entrará en otro coño más que en el mío."
Yo asentí. Pero pasaron casi 3 años y, como siempre follábamos bien, quiero decir que nos entendíamos en la cama, yo me olvidé del tema. Yo realizaba mi papel de sumiso, y me encantaba. Ella hacía el de ama, y se cierto que le gustaba. Esas cosas no se disimulan. Me encantaba cuidar de sus cosas, de su ropa, de sus potingues para el cutis y para maquillarse, le advertía cuando algo se estaba acabando, se lo compraba y lo reponía. Me encantaba ese genero de vida, y creía que a ella también. Es cierto, yo llevaba mi aparatito de castidad, y ella siempre llevaba la llave consigo. Tenía otra de recambio pero estaba en su caja fuerte, y yo, como supondreis, ella no me dijo la combinación. Ni siquiera podía masturbarme si ella no me daba la llave. Las tareas del hogar, que recaían todas sobre mí, me gustaban menos, pero las hacía con gusto. Cocinaba lo que a ella le gustaba y siempre tenía la casa superlimpia, solo por ella.
Así que me quedé realmente sorprendido cuando un jueves me dijo que al día siguiente se iba a pasar el fin de semana afuera, y que yo me iba a quedar solo en la casa.
"¿Te vas con algunas amigas?", pregunté sorprendido.
"Eso no te interesa", contestó. "Es asunto mío, exclusivamente mío".
Me quedé asombrado y dolido. Después, en la cama, ella metió su mano en mi entrepierna y empezó a acariciar mis huevos y mi polla. Solía hacer eso con frecuencia, pero como estaba con el cacharrín, como yo le llamaba, puesto, normalmente no podía tener una erección. Pero esta ves se apiadó de mi y me sacó el aparatito y me dejó que fuese al baño a hacerme una paja.
Al día siguiente, cuando vino de trabajar, le ayudé a preparar una pequeña bolsa de viaje (yo se, porque me ocupo de ello, donde están sus cosas mejor que ella). Al despedirse me dio un tórrido beso de tornillo y se fue sin decir una palabra. Me asomé a la ventana y vi que subía en el asiento del acompañante de un utilitario. Por la ventana del conductor asomaba un brazo masculino.
Como no tenía casi nada que hacer, me pasé el fin de semana haciendo una introspección de mis miserables sentimientos, analizándolos. Me regodeaba en mis sentimientos de niño mal criado y mimado al que sus padres han dejado el fin de semana con la abuela, y se han ido a pasar unas minivacaciones románticas de dos días. Es curioso, pero supongo que a todos nos pasa alguna vez. Yo me puse a llorar de vez en cuando, cosa que era totalmente rara en mí. Creo que erqa la primera vez. Me compadecía de mi mismo y de como me sentía abandonado. Me revolcaba en mi propia mierda, como hacen los cerdos. Me sentía abandonado como un perro. Y esos sentimientos de lástima me gustaban, disfrutaba sintiéndolos, al tiempo que yo mismo me daba cuenta de ello.
Cuando Inés y yo contactamos, ni ella me amaba ni yo a ella. Pero durante ese tiempo de casi tres años, yo había desarrollado unos sentimientos de amor hacia ella. Pero ahora me daba cuenta de que ella, por su parte, no había desarrollado esos sentimientos hacia mi. De tanto cuidarla a ella y a sus cosas, de preocuparme por ella, de que todo estuviese perfecto y a su gusto, había desarrollado esos sentimientos hacia ella. Ahora que ella me ponía los cuernos, me entró ese estado de melancolía y medio depresión.
Me pasé la tarde del domingo en el balcón mirando si la veía venir. De repente paró en doble fila el mismo coche del viernes, y de él bajó Inés. La vi despedirse con un caluroso beso del hombre del brazo, y acudir a nuestro portal. Yo me fui corriendo a nuestro dormitorio y me desnudé, dejé la ropa encima de la cama, y me puse de rodillas en el suelo esperando que abriese la puerta. Nunca lo había hecho antes, supongo porque ella nunca me lo había exigido. Pero esta vez era diferente. Quería darle una buena impresión. Quería demostrarle que no le guardaba rencor.
Cuando abrió la puerta con su llave y me vio en bolas de rodillas en el suelo, me dijo con una voz muy alegre:
Dejó su pequeño bolso en el suelo, y me dijo:
Lo preparé, y cuando ella se sumergió en la bañera, me arrodillé en el suelo del baño, esperando que ella me contase algo:
me dijo mientras me dirigía una sonrisa entre cómplice y picarona hacia mí.
No os podéis imaginar la alegría que medio esa noticia. Me pasé la semana siguiente hasta el viernes pensando en la tal Clara. ¿Sería tan guapa como Inés decía? ¿O Inés me estaba gastando una broma y sería un callo de tía? Ahora que sabía la existencia de Clara y que no iba a pasar el próximo fin de semana solo, ya no me importaba tanto que ella se fuese con el tal Sergio.
Llegó el viernes, y le preparé la bolsa de viaje. A la hora de la cita, llamaron al timbre de abajo. Inés contestó. Pronto subieron los dos en el ascensor. Por orden de Inés, abrí la puerta de la calle estando en bolas, pero procurando que si hubiese alguien en el descansillo, no me viese. Tras las oportunas presentaciones formales, dediqué unos segundos a ver a los visitantes. Sergio era un tipo normal y corriente, pero Clara estaba muy bien físicamente. Estatura normal, delgada pero tetas de un tamaño razonable (talla 90, como supe después), morena, guapa de cara y sexy vistiendo con pantalones ceñidos o minifalda, y vistiendo escotada. Más guapa y sexy que Inés, aunque mi ama no estaba nada mal.
Inés me ordenó servir una botella de cava que, el día antes, había comprado por indicación suya. Pero Clara me siguió a la cocina sin que Sergio le ordenase nada. Supuse que esas eran sus ordenes. Allí se desnudó y dejó su ropa encima de un taburete que había en la cocina. Desnuda estaba fenomenal. Llené dos copas y las puse en una bandeja antigua de plata, y sin decir nada, Clara se las llevó a la pareja. Yo me quedé en la puerta del salón esperando si había alguna otra orden para mi. Cuando las copas se acabaron, los dos amos se pusieron de pie y se dirigieron a la puerta del piso.
Al ver mi cara de decepción de que se iban a ir e Inés no me iba a sacar el CB6000, Inés adivinó mis pensamientos y dijo:
Entonces intervino Clara.
Clara contestó:
Mientras Clara se vistió y bajó al coche (Sergio le dio las llaves), Inés preguntó:
Sergio contestó:
Inés no tardó ni un segundo en aceptar la idea.
No os podéis imaginar lo difícil que es limpiarse el culo con una mano.
Clara salió mejor parada que yo. Nos permitieron hacer cualquier clase de sexo con la salvedad de que mi polla estaba enjaulada. Así que practicamos el cunilingus. Como dijo Sergio, como yo nunca se lo he hecho a Clara, ¡que más me da que lo haga él!
Ya ha pasado un año desde aquella primera vez que Clara y yo compartimos el fin de semana. Desde entonces, todos los fines de semana, puentes y acueductos que ambos pudieron tomar, la pareja de amos se fueron de finde y Clara y yo compartíamos los nuestros, unas veces en la casa de Sergio, otras en la de Inés. En la vacaciones de verano, alquilaron un apartamento en la playa y pasamos por dos parejas compartiendo las vacaciones. Pero una pareja era Sergio e Inés, y la otra, Clara y yo. Siempre salíamos juntos los cuatro, y como eran vacaciones, nos permitieron pasear juntos cogidos de la mano y besándonos (ellos de carabinas vigilándonos para que no nos pasásemos). En fin, parecíamos dos parejas románticas compartiendo las vacaciones.
Sergio e Inés instalaron la nueva norma. Nunca hemos compartido casa, y de lunes a jueves, cada am@ folla a su gusto y placer con su esclav@. Pero los viernes, sábados y domingos, barra libre para los am@s y castidad (al menos para mí) para los esclav@s.
El convivir a medias con Sergio a ablandado a Inés un poco. Desde hace unos meses, permite que Clara me haga una paja o me chupe la polla, tanto el viernes antes de salir, como el domingo a la vuelta de ellos. Pero como ella dijo:
Cuando Inés y yo contactamos, ni ella me amaba ni yo a ella. Pero durante ese tiempo de casi tres años, yo había desarrollado unos sentimientos de amor hacia ella. Pero ahora me daba cuenta de que ella, por su parte, no había desarrollado esos sentimientos hacia mi. De tanto cuidarla a ella y a sus cosas, de preocuparme por ella, de que todo estuviese perfecto y a su gusto, había desarrollado esos sentimientos hacia ella. Ahora que ella me ponía los cuernos, me entró ese estado de melancolía y medio depresión.
Me pasé la tarde del domingo en el balcón mirando si la veía venir. De repente paró en doble fila el mismo coche del viernes, y de él bajó Inés. La vi despedirse con un caluroso beso del hombre del brazo, y acudir a nuestro portal. Yo me fui corriendo a nuestro dormitorio y me desnudé, dejé la ropa encima de la cama, y me puse de rodillas en el suelo esperando que abriese la puerta. Nunca lo había hecho antes, supongo porque ella nunca me lo había exigido. Pero esta vez era diferente. Quería darle una buena impresión. Quería demostrarle que no le guardaba rencor.
Cuando abrió la puerta con su llave y me vio en bolas de rodillas en el suelo, me dijo con una voz muy alegre:
"Hola cariño".
Dejó su pequeño bolso en el suelo, y me dijo:
"Prepara un baño calentito para relajarme. Estoy muy cansada".
Lo preparé, y cuando ella se sumergió en la bañera, me arrodillé en el suelo del baño, esperando que ella me contase algo:
"Estoy agotada. Me divertí mucho, pero apenas he dormido. El viernes y el sábado estuvimos en una discoteca hasta el amanecer, bailando a todo trapo. Y después te lo puedes imaginar: follar, follar y más follar. Creo que hasta me duele el coño de tanto follar"
me dijo mientras me dirigía una sonrisa entre cómplice y picarona hacia mí.
"El próximo fin de semana repetimos. Pero habrá una novedad. Sergio también está metido en el ambiente, y tiene una esclava. Me enseñó su foto, y me pareció muy guapa. Lástima que yo no tuviese una foto tuya. Pero ahora ya no importa. El próximo finde, Sergio y yo nos vamos otra vez al chalecito de él en la sierra, y tu estarás acompañado por Clara. Ya verás que guapa que es y lo bien que lo pasareis los dos juntos. ¡Suertudo que eres un suertudo! Y ahora préparame una rica cena de esas que sabes hacer tan bien, que traigo hambre atrasada."
No os podéis imaginar la alegría que medio esa noticia. Me pasé la semana siguiente hasta el viernes pensando en la tal Clara. ¿Sería tan guapa como Inés decía? ¿O Inés me estaba gastando una broma y sería un callo de tía? Ahora que sabía la existencia de Clara y que no iba a pasar el próximo fin de semana solo, ya no me importaba tanto que ella se fuese con el tal Sergio.
Llegó el viernes, y le preparé la bolsa de viaje. A la hora de la cita, llamaron al timbre de abajo. Inés contestó. Pronto subieron los dos en el ascensor. Por orden de Inés, abrí la puerta de la calle estando en bolas, pero procurando que si hubiese alguien en el descansillo, no me viese. Tras las oportunas presentaciones formales, dediqué unos segundos a ver a los visitantes. Sergio era un tipo normal y corriente, pero Clara estaba muy bien físicamente. Estatura normal, delgada pero tetas de un tamaño razonable (talla 90, como supe después), morena, guapa de cara y sexy vistiendo con pantalones ceñidos o minifalda, y vistiendo escotada. Más guapa y sexy que Inés, aunque mi ama no estaba nada mal.
Inés me ordenó servir una botella de cava que, el día antes, había comprado por indicación suya. Pero Clara me siguió a la cocina sin que Sergio le ordenase nada. Supuse que esas eran sus ordenes. Allí se desnudó y dejó su ropa encima de un taburete que había en la cocina. Desnuda estaba fenomenal. Llené dos copas y las puse en una bandeja antigua de plata, y sin decir nada, Clara se las llevó a la pareja. Yo me quedé en la puerta del salón esperando si había alguna otra orden para mi. Cuando las copas se acabaron, los dos amos se pusieron de pie y se dirigieron a la puerta del piso.
"Bueno, chicos, Nos vamos. Portaos bien", dijo Inés.
Al ver mi cara de decepción de que se iban a ir e Inés no me iba a sacar el CB6000, Inés adivinó mis pensamientos y dijo:
"Ya te dije al principio de conocernos que mientras estuviésemos juntos, tu polla no iba a entrar en otro coño más que en el mio. Yo nunca te aseguré que ibas a follar con Clara. Me di cuenta de que te lo creistes, y dejé que estuvieses en el error. Un poco de dominación femenina psicológica nunca viene mal. Además, sigues siendo el mismo idiota que se lo cree todo, al igual que cuando te conocí. La verdad es que engañarte es como quitarle un caramelo a un niño: muy fácil".
Entonces intervino Clara.
"Me parece amo que se le olvida a usted algo".
"Ah, si. es cierto. ¿Donde están las esposas?", preguntó Sergio.
Clara contestó:
"Ahora mismo bajo al coche a buscarlas".
Mientras Clara se vistió y bajó al coche (Sergio le dio las llaves), Inés preguntó:
"¿Que es eso de las esposas?"
Sergio contestó:
"Los siento, cariño. Iba a preguntártelo, pero al ver tu belleza, se me olvidó. Se me ocurrió que Clara no lleva aparato de castidad, y aunque no puede follar con David, Clara si puede follar con cualquier otro. Yo no tengo cinturón de castidad para Clara, por lo que la mejor manera de impedir que Clara folle con alguien de la calle es esposarla a David. No te lo consulté porque la idea se me ocurrió al poco de salir de casa, y tuve que volver a por mi par de esposas. Lo que propongo es que se pasen todo el fin de semana atados por un par de esposas, por ejemplo, atar la muñeca izquierda de él a la derecha de ella. Van a tener que dormir esposados, comer esposados, por lo que tendrán que ayudarse a comer entre ellos, cocinar, etc. Y para ir al baño a hacer sus necesidades básicas también. Así aprenderán a colaborar entre ellos, y no se aburrirán, pues les va a costar todo el triple de tiempo que hacer. ¿Que te parece la idea?"
Inés no tardó ni un segundo en aceptar la idea.
No os podéis imaginar lo difícil que es limpiarse el culo con una mano.
Clara salió mejor parada que yo. Nos permitieron hacer cualquier clase de sexo con la salvedad de que mi polla estaba enjaulada. Así que practicamos el cunilingus. Como dijo Sergio, como yo nunca se lo he hecho a Clara, ¡que más me da que lo haga él!
Ya ha pasado un año desde aquella primera vez que Clara y yo compartimos el fin de semana. Desde entonces, todos los fines de semana, puentes y acueductos que ambos pudieron tomar, la pareja de amos se fueron de finde y Clara y yo compartíamos los nuestros, unas veces en la casa de Sergio, otras en la de Inés. En la vacaciones de verano, alquilaron un apartamento en la playa y pasamos por dos parejas compartiendo las vacaciones. Pero una pareja era Sergio e Inés, y la otra, Clara y yo. Siempre salíamos juntos los cuatro, y como eran vacaciones, nos permitieron pasear juntos cogidos de la mano y besándonos (ellos de carabinas vigilándonos para que no nos pasásemos). En fin, parecíamos dos parejas románticas compartiendo las vacaciones.
Sergio e Inés instalaron la nueva norma. Nunca hemos compartido casa, y de lunes a jueves, cada am@ folla a su gusto y placer con su esclav@. Pero los viernes, sábados y domingos, barra libre para los am@s y castidad (al menos para mí) para los esclav@s.
El convivir a medias con Sergio a ablandado a Inés un poco. Desde hace unos meses, permite que Clara me haga una paja o me chupe la polla, tanto el viernes antes de salir, como el domingo a la vuelta de ellos. Pero como ella dijo:
"Mientras estemos juntos, tu polla nunca se meterá en coño ajeno."
FIN
martes, 23 de agosto de 2011
sábado, 20 de agosto de 2011
Honeymoon in Jamaica
Como ven los maridos blancos a sus mujeres
El bebé en la tripa
La señora está embarazada, y lleva una camiseta que afirma quién es el padre. El circulo negro con la flechita bien grande y enhiesta dentro del circulo grande y blanco con la cruz significa que tu esposa se folló a un negro, y el resultado, un bebé de color oscuro, está dentro del círculo grande y blanco de mamá, que simboliza su tripita. El otro círculo blanco, con la flechita bien blanca, chiquita y floja, simboliza al marido cornudo. Más claro, agua.
jueves, 18 de agosto de 2011
Interracial cuckolding
TRADUCCIÓN: Cuando tu esposa sale con las chicas, mucho después de que tu te hayas ido a la cama, ella está chupando la mayor, más dura y negra polla que ella ha visto en meses. Adivina que... la última no fue la tuya.
MI APORTACIÓN: La próxima vez que tu mujer te diga: "Cariño, hoy es jueves, salgo con las chicas al restaurante italiano ese que hace descuento los jueves a los grupos de mujeres. No me esperes despierto.", ella está pensando en la polla que se va a comer esa noche después de los spaghuetis.
MI APORTACIÓN: La próxima vez que tu mujer te diga: "Cariño, hoy es jueves, salgo con las chicas al restaurante italiano ese que hace descuento los jueves a los grupos de mujeres. No me esperes despierto.", ella está pensando en la polla que se va a comer esa noche después de los spaghuetis.
miércoles, 17 de agosto de 2011
La pesca
Mi ex murió cuando Sally tenía 13 años.Tuve que hacerme cargo de mi hija, aún a sabiendas que éramos unos perfectos desconocidos el uno para el otro. La mala ... bueno, no quiero insultar a mi ex ahora que está ... en fin ... muerta, pero hizo todo lo posible para apartarme de mi hija. Le decía que yo era malo y le contaba cosas feas de mi. La niña, como es lógico, confiaba en su madre, ya que convivía con ella. Yo solo la veía 2 findes al mes. Mi ex tenía las de ganar. Y yo tenía que tragar.
Desde que ella murió y Sally se vino a vivir conmigo, hizo lo imposible para separarme de Jane, mi novia de entonces. Bueno, Jane se fue y yo me quedé en casa solo con ella. Pensé que eran celos de niña mal criada, nada más.
Hice todo lo posible para acercarme a ella, ganarme su confianza y su cariño. Con los meses parecía que lo iba consiguiendo. Tenía que tragarme toda aquella basura de series de la tele para adolescentes estúpidas. ¡Que mierda me gustaba toda aquella basura de nenas con más hormonas que neuronas! Al año siguiente, con catorce, empezaron a cambiar sus gustos. Se iba haciendo más mayor. Empezó a interesarse por los chicos un poco mayores que ella. Busqué en la guía telefónica una dirección de una ginecóloga, Creí que sería mejor una mujer y no un varón para explicarle como tener sexo seguro.
En el día de su cumpleaños, de su quince cumpleaños, le regalé, entre otras cosas, una caja de píldoras anti-baby. Le dije que siguiera las indicaciones de la doctora, pero sobre todo que no se olvidase tomar ninguna. Le dije que podía traer a casa "a los chicos que prefieras", además, sin hacerlo adrede, se lo dije en plural. Bueno, pero nunca trajo más de uno a la vez. De hecho no trajo más que dos en el primer año. Y nunca juntos.
Llegó el verano del año siguiente. A mi siempre me ha gustado la naturaleza y las actividades relacionadas con ella. El senderismo, el esquí, la caza, la pesca y la recogida de setas. El esquí y la caza no eran posibles en verano y el senderismo era completamente inapropiado para un hombre de 39 con una chica de 16 años. Así que no me quedó más alternativa que la pesca.
Un amigo me comentó que el verano anterior había descubierto un lugar para ir a pescar, muy tranquilo y bonito. El lugar era muy apartado y solitario, pero como yo sabía de un sitio donde alquilaban motorhomes sobre camionetas como la de la foto, no habían muchos problemas. Un sábado quedamos en un bar y, sobre un mapa militar muy detallado de la zona, me explicó como ir. Cuando se lo expliqué a Sally, puso una cara horrible. Casi creí que le había dicho que iríamos de vacaciones al infierno.
Hablamos y al final me contó que, por casualidad, tenía el folleto de un crucero por el Caribe en un transatlántico de lujo.
Si cambié de opinión tan rápido es porque había visto que los cruceros duraban tres semanas. Enseguida elaboré un plan. Dejé que se entusiasmara, y cuando fuimos a contratar a la agencia el viaje, pedí uno que empezaba el 8 de agosto. Al salir de la agencia, le dije mientras íbamos en el coche de vuelta a casa:
Hizo un mohín de disgusto pero soltó un "bueno" de mala gana. Para quitarle el disgusto, salimos esa noche a cenar.
El 31 de julio por la tarde, nada más salir de trabajar, cogimos la motorhome alquilada y emprendimos el camino. No estaba dispuesto a perder ni un día de pesca. El pronóstico del tiempo era bueno y quería comprobar si el sitio era tan bueno como me habían dicho. A las 3 llegamos a la última población, descansamos un rato, y en cuanto amaneció, salimos después de desayunar. Una hora más tarde estábamos en el lugar indicado, que encontré enseguida, gracias a las indicaciones de mi amigo. El lugar era perfecto. Tenía mucha hierba y la sombra de varios árboles grandes. Había un manantial de agua pura y cristalina. Traíamos algo de comida, pero yo esperaba que sobrara la mayoría, pues tenía la esperanza de pescar mucho y cocinar nuestro propio pescado.
A una milla y media estaba el río siguiendo una pequeña senda bien trazada. Dejé a Sally que se ocupara de desempacar todo y me fui a pescar. Al fin y al cabo, ella se iba a aburrir; pues que se entretuviera preparándolo todo. Me llevé un sandwich, una manzana y una botella de agua del manantial. Le dije a Sally que iba a volver justo al anochecer. El día me fue fantástico, y volví con 5 pescados, dos de ellos de un buen tamaño. Volví a la motorhome más contento que si me hubiese tocado la lotería. Al llegar, encontré a Sally tumbada en una hamaca plegable, escuchando la radio, con una pantaloncitos diminutos y un topcito más diminuto aún. Realmente estaba muy sexy. En su busto se marcaban sus pequeñas tetas del tamaño de media naranja. Por lo demás, Sally era delgada y bien parecida. Está mal que un padre vea a su hija como sexy, pero desheché la idea. Si estaba sexy, era porque realmente lo era, fuera hija mía o de quién fuera. Le pregunté como lo había pasado, y pensé que me iba a contestar de mala gana que muy mal, pero me equivoqué. Me contestó que bastante bien. El tono de voz era bastante alegre. Me contestó que escuchar la radio, que había encontrado una emisora bastante buena y que se le había pasado bien. Que había estado resolviendo crucigramas y otros pasatiempos similares. No me lo creí, la vi nerviosa y le pregunté que otras cosas había hecho.
Esta última pregunta me la dijo con una cara de niña malcriada, de niña consentida. No pude menos que reírme. Seguramente la vi nerviosa por temor a mi respuesta, por si me iba a enojar. Pero también me vino a la cabeza la idea de como estaría mi hija en bolas tomando el sol.
Ella enseguida cambió de tema.
Me reí. Es lo que hubiera dicho cualquier mujer adulta en su lugar, y eso me hizo gracia, y me olvidé de la conversación y de mis pensamientos anteriores.
Y así fueron pasando los días. La rutina era la misma: yo salía a pescar por la mañana después del desayuno, me llevaba algo para comer de pie mientras pescaba, y Sally permanecía en los alrededores de la motorhome. Yo había montado una tienda de campaña para dormir yo, ya que por un lado, el lugar disponible era muy pequeño, y por otro, era conveniente que Sally tuviese su propia intimidad.
Sally y yo no nos veíamos más que por la mañana y por la noche. Cuando nos quedamos sin víveres, y hartos de comer pescado, fuimos a la ciudad más cercana, compramos comida y cenamos en un restaurante. En el restaurante comimos carne y ensalada, y al día siguiente, más carne y ensalada. en los siguientes días, cuando capturaba un pescado, lo sacaba del anzuelo y lo dejaba ir. Sally parecía encontrarse bien. No parecía estar a disgusto y yo bromeaba con ella. Incluso me pareció que el penúltimo día no quería volver a casa y que se había olvidado del crucero. Estaba como ausente. Habíamos acordado que el último día yo pescaría por la mañana, mientras ella recogía las cosas, y volvería al mediodía, y nos iríamos después de comer. A mí incluso me pareció que Sally estaba triste.
Al día siguiente me levanté antes del amanecer, me preparé el desayuno y me fui a pescar antes que los días anteriores. Serían las diez de la mañana cuando me llevé la mayor sorpresa del mundo. Por el camino vi venir a Sally con tres hombres de estatura grande y llenos de músculos y greñas, Los tres tenían barbas y melenas largas, más largas y completas que el león de la Metro. Los tres vestían de cuero. Cuando llegaron cerca de mi, deposité la caña en el suelo y dije:
Hablaba el que parecía el líder, el más alto y fornido, con cabello castaño. Al estar más cerca, vi que llevaba un tatuaje que proclamaba su amor por las Harley.
Me quedé sin palabras, sin saber que decir. Lo presentía desde que los vi. Y lo temía.
Emprendimos el camino de vuelta hacia el campamento. Yo y Sally íbamos delante. Pude hablar con ella en voz baja.
Cuando llegamos al campamento, obviamente habían tres motos Harley estacionadas allí. Uno de los tres, el que me había hablado en el río y que parecía el jefe, se acercó a Sally y empezó a acariciarla y a ponerse meloso con ella. Uno de ellos, que por cierto, había traído mis útiles de pesca desde el río, me hizo sentar en el suelo con un árbol joven a la espalda, me hizo pasar las manos por detrás del tronco y me ató con mi propio sedal las manos por detrás.
Entonces me di cuenta de que esos cabrones pretendían, no solo follarse a mi hija, sino también hacerme ver el espectáculo.
Unos días antes se me había venido a la cabeza de ver a mi hija en bolas. La verdad es que el pensamiento me venía al diario, e incluso varias veces al día. Durante las próximas tres semanas me harté, no solo de verla desnuda, sino follando con los tres a diario, incluso algunos días dos veces al día con cada uno de ellos. O sea, seis veces diarias. Esto incluía también otras cosas que suelen acompañar en una sesión de sexo a la penetración, como chupada de pollas y, a veces, el cumilingus. El tal Johnny, apodado el Toro, siempre era el primero. Pero a poco también incluyeron otras variantes sexuales, como la penetración anal. E incluso, con el pasar de los días, dos de ellos se la follaban simultáneamente, uno por delante y otro por detrás. Y aún más, a veces se la chupaba al tercero, con lo que Sally tenía simultáneamente las tres pollas dentro de su cuerpo.
Yo era un espectador forzado de todo esto. Siempre hicieron el acto sexual al aire libre, delante de mi, y yo atado con las manos atrás del arbolito. En ningún momento, Sally hizo la más mínima demostración de ser forzada a realizar el acto sexual. Es más, no es que parecía disfrutar del sexo. Es que lo disfrutaba. Muchas veces se acercaba cariñosa a uno de ellos y le hacía zalamerías para calentarlo. En cada ronda de sexo, El Toro siempre era el primero. Era el más grande y fuerte de los tres, y tenía la polla más grande y aguantaba más en el sexo. Normalmente iniciaban una ronda de sexo después de desayunar, y la segunda del día, al anochecer. En esta última, para que no me perdiera ningún detalle, encendían una hoguera.
Con esta rutina pasaron los días y las semanas. Me vigilaban mucho, y nunca tuve la más mínima ocasión de escapar. En la primera semana, uno de los dos secundarios se fue temprano con su moto, y no volvió hasta el anochecer. Vino con un paquete y, según entendí, vino deprisa para no perderse la sesión del anochecer. Esa misma noche me pusieron un CB6000 y un par de esposas. Conocía las esposas, como es obvio, pero nunca había oído hablar de estos cacharros de castidad.
A veces estaba esposado, y a veces no, especialmente cuando tenía que hacer mis necesidades o comer. Durante las tres semanas que estuvimos en esa situación, Sally ni siquiera me habló una sola vez. Evitaba estar conmigo a solas, y evitaba mi mirada.
El 30 de agosto, los dos inferiores, por decirlo de alguna manera, se fueron con sus motos y al mediodía estaban de vuelta los dos montados en una sola moto. Obviamente habían dejado una moto en algún sitio, y esto tenía algo que ver con el día siguiente, último día del mes.
Al día siguiente me despertaron aún de noche. Estaba claro que íbamos a partir. Como es natural, yo sentía curiosidad por saber que iba a pasar con Sally y conmigo.
Estaba amaneciendo cuando Johnny, después del desayuno, mientras Sally y los otros dos recogían sus cosas y las nuestras, me llevó por la senda del río. Se puso a mi lado y me pasó su brazo por encima de mi hombro. Y empezó a hablar:
Hizo un pausa.
Hizo otra pausa.
En esto llegamos al río, y nos dimos media vuelta y emprendimos el camino de regreso. Él siguió hablando:
El Toro hizo una pausa, y yo aproveché a decir algo que me bullía en la cabeza.
Después de la interrupción, El Toro volvió a hablar:
Otra pausa más:
Se nos presentó a la vista el campamento:
- Te lo repito. Aunque no te lo creas, la mayoría de esas cosas las ha propuesto Sally. Realmente te odia esa chica. Pero parece ser que no tienes otra opción.
Llegó el verano del año siguiente. A mi siempre me ha gustado la naturaleza y las actividades relacionadas con ella. El senderismo, el esquí, la caza, la pesca y la recogida de setas. El esquí y la caza no eran posibles en verano y el senderismo era completamente inapropiado para un hombre de 39 con una chica de 16 años. Así que no me quedó más alternativa que la pesca.
Un amigo me comentó que el verano anterior había descubierto un lugar para ir a pescar, muy tranquilo y bonito. El lugar era muy apartado y solitario, pero como yo sabía de un sitio donde alquilaban motorhomes sobre camionetas como la de la foto, no habían muchos problemas. Un sábado quedamos en un bar y, sobre un mapa militar muy detallado de la zona, me explicó como ir. Cuando se lo expliqué a Sally, puso una cara horrible. Casi creí que le había dicho que iríamos de vacaciones al infierno.
- ¿No podemos ir a otro sitio, pa?
Hablamos y al final me contó que, por casualidad, tenía el folleto de un crucero por el Caribe en un transatlántico de lujo.
- ¿No es muy caro, pa?
- Bueno, un poco caro si es, pero este año nos ha ido económicamente muy bien y podemos permitirnos el lujo, dije.
Si cambié de opinión tan rápido es porque había visto que los cruceros duraban tres semanas. Enseguida elaboré un plan. Dejé que se entusiasmara, y cuando fuimos a contratar a la agencia el viaje, pedí uno que empezaba el 8 de agosto. Al salir de la agencia, le dije mientras íbamos en el coche de vuelta a casa:
- Reconozco que tu idea del crucero no es mala del todo. Lo que no hubiera soportado es un mes en una playa atiborrada de gente tostándose al sol como cangrejos. Pero un crucero es diferente. El barco navega, hace bonitas escalas, hay ciudades para ver, etc. Así que desde el 1 al 7 vamos a ir los dos de pesca.
Hizo un mohín de disgusto pero soltó un "bueno" de mala gana. Para quitarle el disgusto, salimos esa noche a cenar.
El 31 de julio por la tarde, nada más salir de trabajar, cogimos la motorhome alquilada y emprendimos el camino. No estaba dispuesto a perder ni un día de pesca. El pronóstico del tiempo era bueno y quería comprobar si el sitio era tan bueno como me habían dicho. A las 3 llegamos a la última población, descansamos un rato, y en cuanto amaneció, salimos después de desayunar. Una hora más tarde estábamos en el lugar indicado, que encontré enseguida, gracias a las indicaciones de mi amigo. El lugar era perfecto. Tenía mucha hierba y la sombra de varios árboles grandes. Había un manantial de agua pura y cristalina. Traíamos algo de comida, pero yo esperaba que sobrara la mayoría, pues tenía la esperanza de pescar mucho y cocinar nuestro propio pescado.
A una milla y media estaba el río siguiendo una pequeña senda bien trazada. Dejé a Sally que se ocupara de desempacar todo y me fui a pescar. Al fin y al cabo, ella se iba a aburrir; pues que se entretuviera preparándolo todo. Me llevé un sandwich, una manzana y una botella de agua del manantial. Le dije a Sally que iba a volver justo al anochecer. El día me fue fantástico, y volví con 5 pescados, dos de ellos de un buen tamaño. Volví a la motorhome más contento que si me hubiese tocado la lotería. Al llegar, encontré a Sally tumbada en una hamaca plegable, escuchando la radio, con una pantaloncitos diminutos y un topcito más diminuto aún. Realmente estaba muy sexy. En su busto se marcaban sus pequeñas tetas del tamaño de media naranja. Por lo demás, Sally era delgada y bien parecida. Está mal que un padre vea a su hija como sexy, pero desheché la idea. Si estaba sexy, era porque realmente lo era, fuera hija mía o de quién fuera. Le pregunté como lo había pasado, y pensé que me iba a contestar de mala gana que muy mal, pero me equivoqué. Me contestó que bastante bien. El tono de voz era bastante alegre. Me contestó que escuchar la radio, que había encontrado una emisora bastante buena y que se le había pasado bien. Que había estado resolviendo crucigramas y otros pasatiempos similares. No me lo creí, la vi nerviosa y le pregunté que otras cosas había hecho.
- Bueno, no te lo quería contar, pero como estaba sola y me dijistes que ibas a venir al anochecer, me puse en bolas, tomé el sol todo el día y eso me dio una sensación agradable, como de libertad, no se como explicártelo porque ni yo misma lo entiendo. ¿Te vas a enojar?
Esta última pregunta me la dijo con una cara de niña malcriada, de niña consentida. No pude menos que reírme. Seguramente la vi nerviosa por temor a mi respuesta, por si me iba a enojar. Pero también me vino a la cabeza la idea de como estaría mi hija en bolas tomando el sol.
- No me importa cariño. Este lugar es muy solitario y parece que nadie te puede hacer daño.
Ella enseguida cambió de tema.
- Si piensas que voy a limpiar esos pescados, estás muy equivocado. Ni siquiera pienso cocinarlos. Tenemos lechuga y tomate fresco y yo haré una ensalada, y lavaré los platos, pero nada más. No quiero tocar esos pescados asquerosos que has pescado.
Me reí. Es lo que hubiera dicho cualquier mujer adulta en su lugar, y eso me hizo gracia, y me olvidé de la conversación y de mis pensamientos anteriores.
Y así fueron pasando los días. La rutina era la misma: yo salía a pescar por la mañana después del desayuno, me llevaba algo para comer de pie mientras pescaba, y Sally permanecía en los alrededores de la motorhome. Yo había montado una tienda de campaña para dormir yo, ya que por un lado, el lugar disponible era muy pequeño, y por otro, era conveniente que Sally tuviese su propia intimidad.
Sally y yo no nos veíamos más que por la mañana y por la noche. Cuando nos quedamos sin víveres, y hartos de comer pescado, fuimos a la ciudad más cercana, compramos comida y cenamos en un restaurante. En el restaurante comimos carne y ensalada, y al día siguiente, más carne y ensalada. en los siguientes días, cuando capturaba un pescado, lo sacaba del anzuelo y lo dejaba ir. Sally parecía encontrarse bien. No parecía estar a disgusto y yo bromeaba con ella. Incluso me pareció que el penúltimo día no quería volver a casa y que se había olvidado del crucero. Estaba como ausente. Habíamos acordado que el último día yo pescaría por la mañana, mientras ella recogía las cosas, y volvería al mediodía, y nos iríamos después de comer. A mí incluso me pareció que Sally estaba triste.
Al día siguiente me levanté antes del amanecer, me preparé el desayuno y me fui a pescar antes que los días anteriores. Serían las diez de la mañana cuando me llevé la mayor sorpresa del mundo. Por el camino vi venir a Sally con tres hombres de estatura grande y llenos de músculos y greñas, Los tres tenían barbas y melenas largas, más largas y completas que el león de la Metro. Los tres vestían de cuero. Cuando llegaron cerca de mi, deposité la caña en el suelo y dije:
- ¿Que está pasando aquí? ¿Quienes son vosotros?
- Cállate, estúpido. No te importa quienes somos, sino que queremos.
Hablaba el que parecía el líder, el más alto y fornido, con cabello castaño. Al estar más cerca, vi que llevaba un tatuaje que proclamaba su amor por las Harley.
- ¿Que queréis? Todo mi dinero y mis tarjetas de crédito están en la motorhome. Tomadlo e iros.
- Ya hemos tomado tu asqueroso dinero. Y apenas quedaba unos 100 dólares. No hemos venido por tu dinero o por tus tarjetas.
- Bueno, pues entonces, ¿que queréis?
- A tu hija.
Me quedé sin palabras, sin saber que decir. Lo presentía desde que los vi. Y lo temía.
Emprendimos el camino de vuelta hacia el campamento. Yo y Sally íbamos delante. Pude hablar con ella en voz baja.
- ¿Sigues tomando la píldora?
- Si, pá.
- Tienes que portarte bien. Mira, ello son tres, y yo solo uno. Además son más fornidos y están más cachas que yo. Además son más jóvenes. No te puedo defender, así que vas a tener que hacer lo que te ordenen. No hay otra alternativa. Ya tienes 16 años y comprendes como es la vida. Esta es una mala jugada que nos pasa la vida, pero cuando estemos en la civilización, les denunciaremos a la policía.
- OK, pa.
- Mira, como parece que esta situación es inevitable, lo único que te digo es que el trauma de la violación es muy malo, según dicen. Así que para sufrir lo menos posible, trata de disfrutar del sexo. Se que parece horrible lo que te estoy diciendo, pero no te puedo ayudar de otra manera más que diciéndote que trates de sacar lo mejor posible de esta situación tan mala que vas a pasar.
Cuando llegamos al campamento, obviamente habían tres motos Harley estacionadas allí. Uno de los tres, el que me había hablado en el río y que parecía el jefe, se acercó a Sally y empezó a acariciarla y a ponerse meloso con ella. Uno de ellos, que por cierto, había traído mis útiles de pesca desde el río, me hizo sentar en el suelo con un árbol joven a la espalda, me hizo pasar las manos por detrás del tronco y me ató con mi propio sedal las manos por detrás.
- Te ato para que disfrutes del espectáculo. Durante todos los días que estemos aquí, vas a ver a tu hija follar con nosotros tres, Se que eso te va a calentar y tu polla se pondrá grande y dura, pero ni siquiera vas a poder masturbarte. Y parece que Johnny metió la quinta marcha. Es un decir, vamos, porque va a meter otra cosa. Je, je, je.
Entonces me di cuenta de que esos cabrones pretendían, no solo follarse a mi hija, sino también hacerme ver el espectáculo.
Unos días antes se me había venido a la cabeza de ver a mi hija en bolas. La verdad es que el pensamiento me venía al diario, e incluso varias veces al día. Durante las próximas tres semanas me harté, no solo de verla desnuda, sino follando con los tres a diario, incluso algunos días dos veces al día con cada uno de ellos. O sea, seis veces diarias. Esto incluía también otras cosas que suelen acompañar en una sesión de sexo a la penetración, como chupada de pollas y, a veces, el cumilingus. El tal Johnny, apodado el Toro, siempre era el primero. Pero a poco también incluyeron otras variantes sexuales, como la penetración anal. E incluso, con el pasar de los días, dos de ellos se la follaban simultáneamente, uno por delante y otro por detrás. Y aún más, a veces se la chupaba al tercero, con lo que Sally tenía simultáneamente las tres pollas dentro de su cuerpo.
Yo era un espectador forzado de todo esto. Siempre hicieron el acto sexual al aire libre, delante de mi, y yo atado con las manos atrás del arbolito. En ningún momento, Sally hizo la más mínima demostración de ser forzada a realizar el acto sexual. Es más, no es que parecía disfrutar del sexo. Es que lo disfrutaba. Muchas veces se acercaba cariñosa a uno de ellos y le hacía zalamerías para calentarlo. En cada ronda de sexo, El Toro siempre era el primero. Era el más grande y fuerte de los tres, y tenía la polla más grande y aguantaba más en el sexo. Normalmente iniciaban una ronda de sexo después de desayunar, y la segunda del día, al anochecer. En esta última, para que no me perdiera ningún detalle, encendían una hoguera.
Con esta rutina pasaron los días y las semanas. Me vigilaban mucho, y nunca tuve la más mínima ocasión de escapar. En la primera semana, uno de los dos secundarios se fue temprano con su moto, y no volvió hasta el anochecer. Vino con un paquete y, según entendí, vino deprisa para no perderse la sesión del anochecer. Esa misma noche me pusieron un CB6000 y un par de esposas. Conocía las esposas, como es obvio, pero nunca había oído hablar de estos cacharros de castidad.
A veces estaba esposado, y a veces no, especialmente cuando tenía que hacer mis necesidades o comer. Durante las tres semanas que estuvimos en esa situación, Sally ni siquiera me habló una sola vez. Evitaba estar conmigo a solas, y evitaba mi mirada.
El 30 de agosto, los dos inferiores, por decirlo de alguna manera, se fueron con sus motos y al mediodía estaban de vuelta los dos montados en una sola moto. Obviamente habían dejado una moto en algún sitio, y esto tenía algo que ver con el día siguiente, último día del mes.
Al día siguiente me despertaron aún de noche. Estaba claro que íbamos a partir. Como es natural, yo sentía curiosidad por saber que iba a pasar con Sally y conmigo.
Estaba amaneciendo cuando Johnny, después del desayuno, mientras Sally y los otros dos recogían sus cosas y las nuestras, me llevó por la senda del río. Se puso a mi lado y me pasó su brazo por encima de mi hombro. Y empezó a hablar:
- Supongo Steve que estarás intrigado por lo que va a ser de ti y de tu hija en el futuro. No se si todavía piensas que nosotros tres hemos violado a Sally, pero no es así. El primer día que llegasteis, nosotros llegamos un par de horas después. Nos encontramos a una chica jovencita en bolas intentando montar una tienda de campaña. Evidentemente, no tenía ni idea de como hacerlo. Nosotros le preguntamos si necesitaba ayuda, y ella nos contestó con una sonrisa. Ni siquiera hizo el más mínimo ademán de taparse. No tenía vergüenza de estar desnuda delante de nosotros. Le ayudamos a montar la tienda y después nos la follamos, evidentemente con su asentimiento. No hubo ninguna violación. Además, tu hija folla de maravilla. A ver, ¿que habrías hecho tu en mi lugar? Seguro que lo mismo. rara vez se presenta una oportunidad en la vida así. Después nos contó toda su vida. La muerte de su mamá, su convivencia desde hacía tres años con un padre al que odia, o sea, tu, su disgusto con la vida que llevaba y que quería llevar una vida más alegre. Nosotros montamos nuestras tiendas de campaña en un lugar un poco más alto. Como no teníamos agua, todos los días cargábamos nuestras cantimploras en el riachuelo de vuestro campamento y nos follábamos a tu hija. Y planeamos lo que pasó en estas tres semanas desde aquel día que nos presentamos en el río. Aún me acuerdo la cara de estúpido que pusistes.
Hizo un pausa.
- Entre los cuatro hemos decidido tu futuro y el de Sally. Ella te odia. Vuestra relación ha mejorado estos tres años porque ella no tiene a nadie en la vida más que a ti. Pero ahora ya nos tiene a nosotros tres. Y no quiere quedarse a solas contigo. Por otra parte es menor de edad. Seguramente pensarás que nosotros somos delincuentes, pero no es cierto. Yo soy médico, Jo es veterinario, y Herb es abogado. Nos ganamos la vida bien, y tenemos una vida burguesa y acomodada como la mayoría. Esta estética es solo para las vacaciones de verano. Somos buenas personas, o al menos lo éramos hasta que conocimos a Sally. Ella nos metió la idea de que teníamos que cambiar su vida. Y ese cambio de vida te va a perjudicar.
Hizo otra pausa.
- El plan de vida de los cinco va a ser el siguiente. Nosotros tres vivimos en una localidad cercana a la tuya. Allí tenemos nuestros trabajos, pero vivimos por separado, los tres de alquiler. Tu hija nos ha contado que encima de tu casa construistes otra vivienda, que tiene entrada por una escalera exterior. Y que hace más de un año no alquilas, por los ruidos que hacían los inquilinos por las noches. Pues bien, nosotros nos vamos a vivir en el departamento arriba de tu casa. Vamos a gastar más en combustible pero nada en alquiler, porque no te vamos a pagar ni un centavo. Aunque no lo creas, esto último es idea de tu hija. Ella aportó muchas ideas.
En esto llegamos al río, y nos dimos media vuelta y emprendimos el camino de regreso. Él siguió hablando:
- Bueno, vamos a ir concretando. Vamos a ser tus vecinos. Tu vas a llevar el CB siempre puesto. No se te permitirá tener relaciones sexuales con nadie. Ni siquiera masturbarte. Tu hija nos visitará arriba todas las veces que quieras. Cuando salgas de trabajar, limpiarás tu casa y la nuestra. También cocinarás, lavarás la ropa y la plancharás. Entre semana no tendrás tiempo para hacerlo todo, pero los sábados y domingos, limpiarás a fondo, tanto arriba como abajo. Sally va a ser tu ama, y tu su esclavo. Harás lo que ella te ordene, y si alguna vez la desobedeces, nosotros tres te castigaremos. Si te portas bien, Sally dice que te quitará el CB6000 y te permitirá que te hagas una paja. Incluso, si te lo mereces, te la hará ella misma con su mano.
El Toro hizo una pausa, y yo aproveché a decir algo que me bullía en la cabeza.
- Supongo que ya habrás pensado que os podría denunciar.
- Si, por supuesto. Como ya he dicho, Herb es abogado, y bastante bueno. En definitiva, como no hay pruebas de nada, va a ser tu palabra contra la nuestra, y lo que va a decidir va a ser el testimonio de Sally. Si ella no corrobora tus declaraciones, lo vas atener muy difícil. Herbie nos aconsejó que estudiásemos una declaración conjunta, y eso hemos hecho. La policía ni los jueces nos va a pillar con contradicciones. Y si Sally declara a favor nuestro, lo tienes difícil. Tienes una hija con mucha imaginación. Según ella, declararía que la llevastes, con la escusa de la pesca, a un lugar apartado para vejarla y violarla.
Después de la interrupción, El Toro volvió a hablar:
- Para evitarnos problemas, nosotros cuatro firmaremos un contrato de alquiler. Te pagaremos el importe mensual, pero tu le darás a tu hija la clave de tu tarjeta de crédito, ella sacará el importe de lo pagado, y nos lo devolverá. De todos modos, le hemos prometido que nos gastaremos mucho dinero en ella. A partir de ahora será nuestra princesa, pero nosotros tres la cuidaremos también. Ella dice que es buena estudiante y que quiere estudiar para ser ingeniero.
Otra pausa más:
- Sally va a controlar vuestras finanzas y ella te dará cada día el dinero que necesites para trabajar, para tomar un café o un hotdog al mediodía.
Se nos presentó a la vista el campamento:
- Te lo repito. Aunque no te lo creas, la mayoría de esas cosas las ha propuesto Sally. Realmente te odia esa chica. Pero parece ser que no tienes otra opción.
martes, 16 de agosto de 2011
lunes, 15 de agosto de 2011
Sissy Hubby
Google images Sissy Hubby.
Cuckold Husband Forced to Feminisize Sex story.
Cuckold Husband Forced To Feminize Sex Story
Cuckold Husband Forced to Feminize Sex Story written by Stephanie.
Ato sus muñecas a sus espaldas, para que cuando incluso se enoja cuando me ve follándome una polla negra enorme, no pueda hacer nada.
La primera vez que mi marido me vio siendo follada por otro lloró y gimió como una niña. Desde que la visto como una de ellas, parece tan patético que, de hecho, me pone a cien. Pero después de un rato, ya no le importó que el negro me follara. Así que hizo lo que cualquier esposa cariñosa haría: buscarle una gran polla negra para mi marido, para chuparla y para ser penetrado por ella. Creo que fue muy generoso por mi parte.
Así que desde hace algún tiempo, Byron, el semental negro que me folla viene a casa y se trae un compañero. Visto a mi marido cornudo como una pequeña nenita y le hago mirarnos mientras Byron me folla. Y cuando me siento generosa, le permito que chupe la polla del amigo de Byron hasta que su boca de nena se llena de leche.
Cuando mi marido se queja, le amenazo con mostrar a sus empleados las fotos y videos de él vestido de niña y chupándo la polla del amigo de Byron, y después divorciarme y quedarme con la mitad de la empresa. Entonces se rinde y me deja hacer cuanto quiero.
Así que al final obtuve la riqueza que siempre deseé y las pollas negras que quiero. Y mi marido cornudo hizo que todo esto pasase.
Cuckold Husband Forced to Feminisize Sex story.
Cuckold Husband Forced To Feminize Sex Story
Cuckold Husband Forced to Feminize Sex Story written by Stephanie.
This is the sex story of how I forced to feminize my cuckold husband into allowing me to have sex with a black man while he watched.
Me casé con mi marido por su dinero. Él me contrató como su secretaria y empezó a intentar acostarse conmigo muy poco después. Tim era un hombre muy dulce y yo estaba muy atraída por su riqueza, asi que empecé a acostarme con él y tenía la esperanza de que se enamoraría de mi. Muy raras veces disfrutaba teniendo sexo con él. Él tenía un pene muy pequeño y un cuerpo muy frágil y femenino. Yo era más alta que él, y mi cuerpo estaba mucho más formado que el de él. Empecé a calentarme cuando tomaba el control sobre él durante el sexo mucho antes de que comenzara a vestirlo como una prostituta amariconada.
Tim disfrutaba siendo mi juguete sexual en la cama y yo disfrutaba gastando todo el dinero de Tim en vestidos sexys y en todo cuanto deseaba. Le tenía dominado muy poco después y aunque esto me agradaba mucho, él era incapaz de satisfacerme sexualmente en la cama. Empecé a engañarle con muchos de sus empleados hasta que un día me pilló con un hombre negro y se puso furioso.
Le dije a Timothy que si no podía satisfacerme más en la cama, y si no quería que yo me divorciara de él, tenía que permitirme ponerle los cuernos. Un marido consentido es aquel que es dominado por su esposa y que ella le obliga a él a mirar mientras ella es follada por otros hombres. Esta había sido una fantasia mía desde que nos casamos. A Timmy no le gustó la idea en absoluto pero le expliqué que si me divorciaba de él, le arrebataría la mitad de lo que poseía, así que mejor era que hiciera lo que yo deseaba.
Vestí a mi marido putón amariconado con un vestido de bebé azul bastante bonito con lacitos, con medias blancas y un bonito par de zapatos azules. Mi cornudo marido es unas pocas tallas menor que yo y es como vestir a una muñeca. Me encanta.
Ato sus muñecas a sus espaldas, para que cuando incluso se enoja cuando me ve follándome una polla negra enorme, no pueda hacer nada.
La primera vez que mi marido me vio siendo follada por otro lloró y gimió como una niña. Desde que la visto como una de ellas, parece tan patético que, de hecho, me pone a cien. Pero después de un rato, ya no le importó que el negro me follara. Así que hizo lo que cualquier esposa cariñosa haría: buscarle una gran polla negra para mi marido, para chuparla y para ser penetrado por ella. Creo que fue muy generoso por mi parte.
Así que desde hace algún tiempo, Byron, el semental negro que me folla viene a casa y se trae un compañero. Visto a mi marido cornudo como una pequeña nenita y le hago mirarnos mientras Byron me folla. Y cuando me siento generosa, le permito que chupe la polla del amigo de Byron hasta que su boca de nena se llena de leche.
Cuando mi marido se queja, le amenazo con mostrar a sus empleados las fotos y videos de él vestido de niña y chupándo la polla del amigo de Byron, y después divorciarme y quedarme con la mitad de la empresa. Entonces se rinde y me deja hacer cuanto quiero.
Así que al final obtuve la riqueza que siempre deseé y las pollas negras que quiero. Y mi marido cornudo hizo que todo esto pasase.
Mañana dominguera
Entre las nieblas del sueño tardío, me despierto al notar que algo cálido y blando está tocando mis testículos. Más que tocar, es acariciar. Medio despierto, medio dormido, me doy cuenta de que una mano de ELLA me está acariciando las bolas. Intento volverme, cuando me doy cuenta de que mis manos están atadas. Unas esposas metálicas me las mantienen juntas por las muñecas. Mientras, la mano que me acarician los huevos suben para arriba y tropiezan con el CB6000. Mientras, otra mano comienza a acariciarme el culo, cerca del ano. Ya plenamente despierto, empiezo a calentarme. Pero lo urgente corre más prisa que lo importante. Me hago pis:
- Buenos días. Quiero ir al baño- Buenos días. Ahora no. Espera diez minutos.
La escena se repite cada sábado y cada domingo por la mañana. Yo siempre le pido piedad para ir al baño a hacer mis necesidades, y ELLA siempre me ordena que espere diez minutos, que no controla, y que a veces se alarga, según creo, hasta los 20 minutos. ELLA sigue acariciándome, y yo me quedo inmóvil.
Mi vejiga se llena. Al cabo de unos minutos que a mí me parecen siglos, ELLA se levanta y se va al baño. Escucho con envidia los ruidos que hace en el baño, el correr del agua de la cisterna. Vuelve a la cama y se mete entre las sábanas. Noto la suavidad de su minúsculo pijama de satén de dos piezas, unos minipantaloncitos y un topcito de colores rosa y blanco. Me gusta la suavidad de este pijama que roza contra mi cuerpo desnudo. Pero no estoy en condiciones anímicas para apreciarlo. Solo la urgencia física ocupa mi mente. ELLA se acerca a mí, aproxima su cara a la mía y empieza a besarme. Me veo obligado a corresponder con el húmedo beso. Con su mano derecha acaricia de nuevo mis testículos. Pasan unos interminables minutos en que correspondo al beso. Al cabo de un tiempo considerable, me dice:
- Ya puedes ir al baño.
Nada salvo la voluntad de ELLA me impedía ir al baño, ya que ni el CB6000 ni las esposas me impiden orinar. Las esposas me molestan al incorporarme y ponerme de pie, ya que tengo que hacer un poco de equilibrio. Y el CB 6000 está preparado para orinar con él puesto.
Una vez en el baño, orino con esa satisfacción y gusto que proporciona cuando hace mucho tiempo que te lo aguantabas. Vuelvo a la cama, pero ella me quita mi CB6000. Me echa sobre la cama de espaldas y me pone las manos sobre la cama por encima de mi cabeza y me las sujeta con una sola mano. Como es lógico, no me resisto. La habitación está prácticamente a oscuras, pero noto que ella está desnuda. Con la otra mano me acaricia la polla que se pone tiesa instantáneamente. Me suelta mis manos pero yo sigo con ellas en la misma posición porque, aún sin hablar, se lo que ella quiere.
Se pone a horcajadas sobre mi y, con una mano, coge mi polla y va bajando su cuerpo poco a poco hasta que la penetración se consume. Comienza el típico sube y baja, y ella empieza a gemir hasta que grita por lo bajito. Mi vista es de ella sobre mi, de mi polla que entra y sale de su coño y de su cara casi roja por la calentura y su largo y fino cabello todo enmarañado. Nos corremos los dos casi al mismo tiempo. Cuando acaba se derrumba sobre mi cuerpo, con mi polla medio fuera de su coño. Después de unos minutos de descanso en el que su corazón empieza a relajarse y calmarse, ella se va a la ducha. Yo saco las sábanas manchadas de semen y pongo unas nuevas y hago la cama. Cuando estoy agachado para recoger las sábanas del sucias del suelo donde las dejé caer, ELLA, que salía del baño, al ver mi culo en pompa, me da una palmadita en el trasero. Son ese tipo de detalles lo que más me gusta de ELLA.
Me ducho rápido y me visto de jogging, tal como me ha ordenado. Preparo el desayuno. Ella no pega un palo al agua en casa. Desayunamos y lavo el desayuno y salimos a correr. O se olvidó de ponerme el CB 6000 o no quiso ponérmelo, pero de todos, no importa, pues los domingos solemos estar juntos todo el día. Podía haberme masturbado en la ducha, pues no me lo puso. ELLA odia que me masturbe. Pero supongo que ella pensó que, después de follar, no iba a masturbarme en la ducha.
Corremos por el parque, ella delante y yo apenas medio metro detrás de ella pero a su derecha, cual perrito faldero. Ella marca la velocidad y la distancia. Regresamos a casa y preparo la comida. Ella decide no ducharse hasta la tarde, ya que hace poco se duchó. Le pregunto y me dice que prepare la comida, que ya tiene hambre. El desayuno fue ligero. Cocino, pongo la mesa, comemos y después recogo la mesa y lavo los platos.
Una vez en el baño, orino con esa satisfacción y gusto que proporciona cuando hace mucho tiempo que te lo aguantabas. Vuelvo a la cama, pero ella me quita mi CB6000. Me echa sobre la cama de espaldas y me pone las manos sobre la cama por encima de mi cabeza y me las sujeta con una sola mano. Como es lógico, no me resisto. La habitación está prácticamente a oscuras, pero noto que ella está desnuda. Con la otra mano me acaricia la polla que se pone tiesa instantáneamente. Me suelta mis manos pero yo sigo con ellas en la misma posición porque, aún sin hablar, se lo que ella quiere.
Se pone a horcajadas sobre mi y, con una mano, coge mi polla y va bajando su cuerpo poco a poco hasta que la penetración se consume. Comienza el típico sube y baja, y ella empieza a gemir hasta que grita por lo bajito. Mi vista es de ella sobre mi, de mi polla que entra y sale de su coño y de su cara casi roja por la calentura y su largo y fino cabello todo enmarañado. Nos corremos los dos casi al mismo tiempo. Cuando acaba se derrumba sobre mi cuerpo, con mi polla medio fuera de su coño. Después de unos minutos de descanso en el que su corazón empieza a relajarse y calmarse, ella se va a la ducha. Yo saco las sábanas manchadas de semen y pongo unas nuevas y hago la cama. Cuando estoy agachado para recoger las sábanas del sucias del suelo donde las dejé caer, ELLA, que salía del baño, al ver mi culo en pompa, me da una palmadita en el trasero. Son ese tipo de detalles lo que más me gusta de ELLA.
Me ducho rápido y me visto de jogging, tal como me ha ordenado. Preparo el desayuno. Ella no pega un palo al agua en casa. Desayunamos y lavo el desayuno y salimos a correr. O se olvidó de ponerme el CB 6000 o no quiso ponérmelo, pero de todos, no importa, pues los domingos solemos estar juntos todo el día. Podía haberme masturbado en la ducha, pues no me lo puso. ELLA odia que me masturbe. Pero supongo que ella pensó que, después de follar, no iba a masturbarme en la ducha.
Corremos por el parque, ella delante y yo apenas medio metro detrás de ella pero a su derecha, cual perrito faldero. Ella marca la velocidad y la distancia. Regresamos a casa y preparo la comida. Ella decide no ducharse hasta la tarde, ya que hace poco se duchó. Le pregunto y me dice que prepare la comida, que ya tiene hambre. El desayuno fue ligero. Cocino, pongo la mesa, comemos y después recogo la mesa y lavo los platos.
domingo, 14 de agosto de 2011
La trubu china de los Mosuo
Mosuo.
La Tribu china de los Mosuo, ¿es el último matriarcado del mundo?
Las mujeres de las tribus de los Mosuo no se casan, tienen tantos amantes cono desean y no tienen palabras para describir los conceptos de marido o hermano. Pero la llegada del turismo y de la industria del sexo está cambiando su cultura.
"El agua es clara y limpia y las zonas aledañas son tranquilas y bellas. Es perfecto". Dos mujeres Mosuo reman en el lago Lugu en una canoa hecha de madera que flota a la deriva. La zona es perfecta, está a 2.700 metros de altitud en el suroeste de China y hasta hace poco no habían carreteras construidas que llevaran hasta allá. Situada en la fronteras entre las provincias de Sichuan y Yunnan, en el "reino de las mujeres" estas se hacen cargo de todo, toman las decisiones y manejan la economía familiar. Las mujeres también son las propietarias de las tierras y las casas y se encargan de la educación de los niños. Unos 40.000 mossuo viven en los alrededores del lago Lugu en una serie de pequeñas aldeas diseminadas por sus orillas. En realidad las mujeres mosuo nunca se casan, sino que tiene una serie de amantes durante toda su vida. Las mujeres solo conviven con sus ascendientes y sus descendientes, nunca con otro hombre que no pertenezca a su familia de sangre. Es lo que llaman el "matrimonio caminante".
Los hombres y las mujeres, desde el nacimiento hasta su muerte, viven en casa de sus madres. Desde los trece años las mujeres tiene el derecho a decidir con quién se acuestan. Las mujeres, desde los trece, tienen su propio dormitorio totalmente privado. Todos los hombres adultos de la tribu pueden visitar a cualquier mujer durante la noche, pero deben la habitación por la mañana. Las chicas tienen la iniciativa en los asuntos amorosos y sexuales. La única relación que une a una pareja es la afectiva. Al igual que las chicas tienen la iniciativa de empezar una relación, también tienen la potestad de terminarla. Solo tiene que cerrar la puerta durante la noche o poner un zapato de varón en la puerta. Cuando nace un niño, este pertenece a la familia de la madre. Los niños tienen poco contacto con su padre genético, y si tienen más contacto con los hermanos de su madre, sus tíos, así que los Mosuo no tienen palabras para designar los conceptos de marido o hermano, y los varones de la familia son llamados tíos.
Las familias son gobernadas por mujeres de más edad. Los varones, que pertenecen de por vida a la familia materna, están siempre bajo la autoridad femenina. Las mujeres, cuando son jóvenes, también, pero al menos pueden alcanzar el poder en la familia cuando su madre fallezca.
Esta tribu matriarcal es totalmente opuesta a la tradición china, donde las mujeres son casadas mediante el matrimonio convenido por sus padres y, según la tribu mayoritaria, los Han, se les prohibe a las mujeres buscar pareja por sí mismas.Desde hace varias décadas, a causa de la política china de un solo hijo, se produce mucho infanticidio femenino, que contrasta con esta cultura milenaria.
Esta tribu matriarcal es totalmente opuesta a la tradición china, donde las mujeres son casadas mediante el matrimonio convenido por sus padres y, según la tribu mayoritaria, los Han, se les prohibe a las mujeres buscar pareja por sí mismas.Desde hace varias décadas, a causa de la política china de un solo hijo, se produce mucho infanticidio femenino, que contrasta con esta cultura milenaria.
El gobierno chino ha intentado monetizar a los mosuo, cobrando $5 por cada acceso a la carretera recién construida que conduce al lago. Los visitantes curiosos y juguetones son atraídos por el cuento chino de que las mujeres mossuo ofrecen sexo gratis, y pronto se llevan una desilusión, pero para consolarles, el gobierno chino ha instalado puticlus en la ciudad más cercana. En los burdeles de la ciudad más cercana, Luoshu, trabajan prostitutas tailandesas que, por supuesto, en nada se parecen a las mosuo, pues tienen la piel mucho más oscura. Esta ciudad es como cualquier ciudad arrabalera del mundo: bares, prostíbulos y luces de neón.
Parece ser que la tribu de los mosuo están en la encrucijada entre sus tradiciones milenarias, que datan de unos dos milenos atrás, y la "modernidad".
"Su manera de vivir está cambiando muy despacio, pero hay un sentido real de orgullo en el modo en que viven", dice Luca Locatelli, un fotógrafo italiano que visitó recientemente la tribu. "los hombres y las mujeres son mucho más iguales, pero las mujeres están un poco más en el poder".
En este enlace se puede ver un vídeo en inglés de natgeotv. Aquí hay otro vídeo de Youtube. Si alguien me puede ayudar a traducirlo, sse lo agradecería.
sábado, 13 de agosto de 2011
Esto es tan caliente
¡Esto es tan caliente! Uno de los actos de sumisión que un hombre puede realizar es compartir su esposa con un toro, un auténtico semental. Aún más sumiso es limpiar el coño de su esposa con su lengua del semen del toro. Pero el más sumiso de todos los actos es lamer la polla del macho que se ha follado a tu mujer del más mínimo resto de semen que contenga.
viernes, 12 de agosto de 2011
Como me afectó la crisis
Hacía 7 años que estaba casado con Andrea. Vivíamos felices, o al menos eso pensaba yo. Pero la durísima crisis del 2009 destapó lo peor de nosotros dos. O lo mejor, según se mire.
Mi nombre es Miguel y trabajaba como comercial. Ganaba entre 3 mil y 5 mil euros al mes. Aunque mis ganancias oscilaban mucho (en agosto no ganaba nada y en julio apenas la tercera parte de un mes normal), como promedio ganaba unos 4.000 euros/mes, casi 50.000 anuales. Andrea regentaba una zapatería junto a su hermana, y sus ingresos eran tan irregulares como los míos, pero el promedio era de unos 3.000 mensuales. Entre ambos juntábamos unos 7 mil al mes, casi noventa mil al año. Como el local era herencia de sus padres, no pagan ni alquiler ni traspaso.
Además, vivíamos en un piso que era de mi esposa, que sus padres le habían dejado en herencia, y ni pagábamos hipoteca ni alquiler. Éramos unos manirrotos, y no ahorrábamos nada. El puente de San José, la Semana Santa, el puente de primero de mayo, las vacaciones de verano, el puente de Todos los Santos, el de la Constitución, Navidades, Fin de Año, Reyes, etc. Si no había puente, fabricábamos un acueducto. Si una fiesta caía en miércoles, o la uníamos con el fin de semana anterior, o con el posterior. A veces, incluso con ambos, y nos tomábamos unos nueve días. Como nosotros éramos nuestros propios jefes, hacíamos y deshacíamos a nuestro antojo.
Vino la crisis, y a principios de 2009 me quedé sin empresa a la que representar. Busqué y rebusqué hasta debajo de las piedras, y no encontré nada.El coche, con más kilómetros que años, me dejó tirado. Costaba una pasta gansa repararlo. Dejamos de viajar al mismo tiempo que mis ingresos y los de mi esposa. El único dinero que entraba en casa eran unos 900-1.000 euros de la mitad de los beneficios de la zapatería.
La avería del coche fue la gota que colmó el vaso. Hablé con Andrea y me dijo que dejara las ventas, que si después de casi 10 meses sin conseguir nada y gastando dinero en gasolina y en dietas. no había obtenido nada, mejor era dejarlo. No podíamos aguantar más con nuestros ingresos. Había que reducir gastos, y ni hablar de reparar el coche.
Y entonces me explicó que mucha gente compraba más en los puestos callejeros de los mercadillos que antes de la crisis, y que eso hacía disminuir las ventas de la tienda. Laura, su hermana, se había divorciado, y José, su marido, le había dejado la furgoneta de instalador de gas. Pensaban usarla para transportar el género desde la tienda al lugar donde se celebraba el mercadillo.
Touché. Andrea y yo nos habíamos casado con separación de bienes. Ella había recibido el piso de sus padres antes de casarnos, y su hermana Laura otro de similar tamaño dentro de la misma zona. Ambas habían recibido de sus padres el local comercial, que poseían, por lo tanto, a medias. Yo, realmente, no poseía nada más que mis ropas y mis enseres personales. O sea, nada. Estaba atrapado. Meses más tarde, le conté a un abogado y me contó que en realidad no era así, que si yo me hubiese opuesto, no tendría que haberse mudado Laura a nuestro piso, porque aunque era propiedad de Andrea, era también nuestro hogar. Mi esposa no podía obligarme a vivir con una persona ajena a nuestro hogar. Pero el que no conoce sus derechos, nada puede hacer. Y yo me lo creí. Aunque en realidad tampoco habría ganado mucho, porque Andrea se podía haber divorciado de mi, obligarme a abandonar el hogar, ya que era suyo, y entonces si podía haber hecho lo que le viniese en gana. El abogado este juega un papel importante al final de esta historia.
El plan de las chicas, por decirlo de alguna manera, era que Laura alquilase su piso (de hecho ya tenía una propuesta de alguien de confianza), se viniese a vivir con nosotros, y nos pagase una parte de sus ingresos por el alquiler como subarriendo, por así decirlo. Bueno, en realidad que le pagase a mi mujer, ya que el piso era suyo. Por supuesto, Laura también juega una parte importante en esta historia.
Yo les propuse a mi mujer que yo me ocupase de las ventas en el mercadito, a lo que ella se negó.
Obviamente, me quedé sorprendido. Si alguien me hubiese preguntado hace un año o dos quien mandaba en nuestro hogar, hubiese respondido con ese chiste malo de: "Si tu mujer te dice que te tires por la ventana, múdate a vivir a una planta baja". Pero yo sabía que en realidad era un chiste para esconder mi machismo. Como ella afirmó, se ocupaba del 90% de las tareas del hogar. Pero con mucho tiempo libre, era el momento de hacerlas yo mismo.
El primer día me lo tomé con mucha calma. La verdad es que apenas si limpié y cociné. Pasé una gran parte de la mañana en el bar, gastando unos ingresos que no nos podíamos permitir gastar. Cuando de repente miré la hora, vi que era la una y media. Me fui a casa corriendo y cociné un arroz a la cubana, una receta rápida y fácil. Cuando vinieron Andrea y Laura, mi mujer se enfadó. La casa estaba muy poco limpia, por decirlo de una manera suave. Y me lanzó el ultimátum:
Gilipollas de mi, me fui. Supongo querido lector que nunca has estado viviendo en la calle. Es peor que el infierno. Te ves a ti mismo como a una basura. La gente pasa y ni te mira, como si fueras una estatua. Después de cuatro noches, volví a casa con el rabo entre las piernas. Andrea me obligó a arrodillarme, a pedirle disculpas y a rogar que la dejara vivir con ellas dos. Pero a partir de entonces, no me dejó dormir en nuestra cama (bueno, en su cama) de matrimonio. Sacó mi saco de dormir de cuando era joven y la esterilla y me obligó a dormir en el suelo.
Algunos días más adelante, tuvimos una conversación sobre nuestra anterior vida marital, que acabamos hablando de sexo.
¡¡¡Fingir!!! ¿Mi mujer fingía? No me lo creía.
Llegó la primavera, y un fin de semana que hacía calorcito, Andrea se fue el viernes por la noche. Yo había salido porque Laura me llamó porque Andrea se encontraba mareada. Lo que no sabía es que Andrea estaba espiándome tras una enorme planta en el portal. Cuando salí, entró en la alcoba e hizo una maleta apresuradamente. Cuando llegué a la tienda, Andrea me dijo que fue una broma. Cuando regresé, vi encima de la cama un montón de ropa de Andrea desordenada y faltaba una maleta pequeña. Cuando vino Laura, me dijo que se fue a pasar el fin de semana a la costa. Cuando quise saber con quién, dijo que no lo sabía. Psé el peor fin de semana de mi vida.
Cuando regresó el domingo por la noche, interrogué a Andrea con premura. Al principio se negó a contestar, pero cuando insistí, me lanzó lo siguiente:
¿Que te crees que hice? Ajo y agua. ¿Que otra opción tenía? ¿Volver a la calle? Y a este fin de semana, le siguieron otros. Cornudo y consentido, eso es lo que era. Como me dijo Andrea una vez: imagínate que es un negro y me quedo embarazada. Las píldoras a veces fallan, o la persona que se las toma se olvida. Afortunadamente se parece a ti en el aspecto físico, aunque es mucho más hombre que tú.
A principios de julio, en vez de ir Andrea a Zaragoza a pasar el fin de semana, vino él. Encima le tuve que aguantar. Y aunque no te lo creas, Andrea me impidió dormir en el otro dormitorio. El piso tenía tres. También podría haber dormido en el comedor. Pero ella me obligó a dormir en el suelo, mientras oía como Antonio se follaba a mi mujer a oscuras.
En el mes de agosto, Andrea y Antonio se fueron de vacaciones. Y Laura había conocido a otro hombre, y también se fue. Me quedé solo en el piso, consumiendo el poco dinero que mi mujer me había dado para vivir. Me maté a pajas. Y lo que es extraño, me calentaba imaginando en Ana y Antonio follando.
Laura ya no volvió; se fue a vivir con su novio.Y cuando volvió Andrea, le exigía arreglar mi situación. No hacía más que matarme a pajas. Andrea dijo:
Así es como conocí a Carlos, un vecino que tenía un quiosco cercano.Y Andrea tenía razón: la penetración anal duele un poco al principio, pero después gusta.
La avería del coche fue la gota que colmó el vaso. Hablé con Andrea y me dijo que dejara las ventas, que si después de casi 10 meses sin conseguir nada y gastando dinero en gasolina y en dietas. no había obtenido nada, mejor era dejarlo. No podíamos aguantar más con nuestros ingresos. Había que reducir gastos, y ni hablar de reparar el coche.
- ¿Y que hago?
- Limpiar la casa, comprar, cocinar, planchar, fregar... La verdad que desde que estamos casado he sido yo la que ha hecho la mayor parte de las tareas del hogar. Laura y yo estamos pensando en vender en los mercadillos ambulantes.
Y entonces me explicó que mucha gente compraba más en los puestos callejeros de los mercadillos que antes de la crisis, y que eso hacía disminuir las ventas de la tienda. Laura, su hermana, se había divorciado, y José, su marido, le había dejado la furgoneta de instalador de gas. Pensaban usarla para transportar el género desde la tienda al lugar donde se celebraba el mercadillo.
- Pero hay otra novedad más. Laura se va a venir con nosotros.
- ¿Como? ¿Has llegado a ese acuerdo sin consultarme?
- ¿Recuerdas de quién es el piso?
Touché. Andrea y yo nos habíamos casado con separación de bienes. Ella había recibido el piso de sus padres antes de casarnos, y su hermana Laura otro de similar tamaño dentro de la misma zona. Ambas habían recibido de sus padres el local comercial, que poseían, por lo tanto, a medias. Yo, realmente, no poseía nada más que mis ropas y mis enseres personales. O sea, nada. Estaba atrapado. Meses más tarde, le conté a un abogado y me contó que en realidad no era así, que si yo me hubiese opuesto, no tendría que haberse mudado Laura a nuestro piso, porque aunque era propiedad de Andrea, era también nuestro hogar. Mi esposa no podía obligarme a vivir con una persona ajena a nuestro hogar. Pero el que no conoce sus derechos, nada puede hacer. Y yo me lo creí. Aunque en realidad tampoco habría ganado mucho, porque Andrea se podía haber divorciado de mi, obligarme a abandonar el hogar, ya que era suyo, y entonces si podía haber hecho lo que le viniese en gana. El abogado este juega un papel importante al final de esta historia.
El plan de las chicas, por decirlo de alguna manera, era que Laura alquilase su piso (de hecho ya tenía una propuesta de alguien de confianza), se viniese a vivir con nosotros, y nos pagase una parte de sus ingresos por el alquiler como subarriendo, por así decirlo. Bueno, en realidad que le pagase a mi mujer, ya que el piso era suyo. Por supuesto, Laura también juega una parte importante en esta historia.
Yo les propuse a mi mujer que yo me ocupase de las ventas en el mercadito, a lo que ella se negó.
- No te enojes, cariño, pero siempre hicistes lo que quisistes en nuestro matrimonio, pero ahora que ya no tienes ningún tipo de ingreso, la que manda ahora en esta casa soy yo, dijo remarcando cada sílaba de la última frase.
Obviamente, me quedé sorprendido. Si alguien me hubiese preguntado hace un año o dos quien mandaba en nuestro hogar, hubiese respondido con ese chiste malo de: "Si tu mujer te dice que te tires por la ventana, múdate a vivir a una planta baja". Pero yo sabía que en realidad era un chiste para esconder mi machismo. Como ella afirmó, se ocupaba del 90% de las tareas del hogar. Pero con mucho tiempo libre, era el momento de hacerlas yo mismo.
El primer día me lo tomé con mucha calma. La verdad es que apenas si limpié y cociné. Pasé una gran parte de la mañana en el bar, gastando unos ingresos que no nos podíamos permitir gastar. Cuando de repente miré la hora, vi que era la una y media. Me fui a casa corriendo y cociné un arroz a la cubana, una receta rápida y fácil. Cuando vinieron Andrea y Laura, mi mujer se enfadó. La casa estaba muy poco limpia, por decirlo de una manera suave. Y me lanzó el ultimátum:
- O te encargas de toda la faena de la casa, o te vas de patitas a la calle.
Gilipollas de mi, me fui. Supongo querido lector que nunca has estado viviendo en la calle. Es peor que el infierno. Te ves a ti mismo como a una basura. La gente pasa y ni te mira, como si fueras una estatua. Después de cuatro noches, volví a casa con el rabo entre las piernas. Andrea me obligó a arrodillarme, a pedirle disculpas y a rogar que la dejara vivir con ellas dos. Pero a partir de entonces, no me dejó dormir en nuestra cama (bueno, en su cama) de matrimonio. Sacó mi saco de dormir de cuando era joven y la esterilla y me obligó a dormir en el suelo.
Algunos días más adelante, tuvimos una conversación sobre nuestra anterior vida marital, que acabamos hablando de sexo.
- Tú me pedías follar 3 ó 4 veces a la semana, pero a mi me apetecía 1 ó 2. Tú me acariciabas donde me encontrabas, intentando calentarme, y yo acababa cediendo, más que nada para conservar nuestro matrimonio.
- ¿Y las veces que no te apetecía?
- Fingía.
¡¡¡Fingir!!! ¿Mi mujer fingía? No me lo creía.
- Es muy fácil engañar a los hombres. Cuando estáis follando, no veis ni tres en un burro. Con unos cuantos gemidos era suficiente.
Llegó la primavera, y un fin de semana que hacía calorcito, Andrea se fue el viernes por la noche. Yo había salido porque Laura me llamó porque Andrea se encontraba mareada. Lo que no sabía es que Andrea estaba espiándome tras una enorme planta en el portal. Cuando salí, entró en la alcoba e hizo una maleta apresuradamente. Cuando llegué a la tienda, Andrea me dijo que fue una broma. Cuando regresé, vi encima de la cama un montón de ropa de Andrea desordenada y faltaba una maleta pequeña. Cuando vino Laura, me dijo que se fue a pasar el fin de semana a la costa. Cuando quise saber con quién, dijo que no lo sabía. Psé el peor fin de semana de mi vida.
Cuando regresó el domingo por la noche, interrogué a Andrea con premura. Al principio se negó a contestar, pero cuando insistí, me lanzó lo siguiente:
- He estado con un hombre mucho más hombre que tu, y te aseguro que no hemos ido a jugar al ajedrez.
¿Que te crees que hice? Ajo y agua. ¿Que otra opción tenía? ¿Volver a la calle? Y a este fin de semana, le siguieron otros. Cornudo y consentido, eso es lo que era. Como me dijo Andrea una vez: imagínate que es un negro y me quedo embarazada. Las píldoras a veces fallan, o la persona que se las toma se olvida. Afortunadamente se parece a ti en el aspecto físico, aunque es mucho más hombre que tú.
A principios de julio, en vez de ir Andrea a Zaragoza a pasar el fin de semana, vino él. Encima le tuve que aguantar. Y aunque no te lo creas, Andrea me impidió dormir en el otro dormitorio. El piso tenía tres. También podría haber dormido en el comedor. Pero ella me obligó a dormir en el suelo, mientras oía como Antonio se follaba a mi mujer a oscuras.
En el mes de agosto, Andrea y Antonio se fueron de vacaciones. Y Laura había conocido a otro hombre, y también se fue. Me quedé solo en el piso, consumiendo el poco dinero que mi mujer me había dado para vivir. Me maté a pajas. Y lo que es extraño, me calentaba imaginando en Ana y Antonio follando.
Laura ya no volvió; se fue a vivir con su novio.Y cuando volvió Andrea, le exigía arreglar mi situación. No hacía más que matarme a pajas. Andrea dijo:
- Te presentaré a un chico. Está enamorado de ti y tiene una polla enorme, así de grande- me dijo mientras separaba los brazos exageradamente.- La penetración anal es muy buena. Antonio y yo lo hemos probado mucho estas vacaciones de verano, y aunque al principio me dolió, después empezó a gustarme tanto o más que la vaginal. Carlos es muy buen chico y te adora.
Así es como conocí a Carlos, un vecino que tenía un quiosco cercano.Y Andrea tenía razón: la penetración anal duele un poco al principio, pero después gusta.
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