sábado, 21 de agosto de 2010

Mi vida femdom

Estudié medicina y cuando logre el título me dediqué a mi profesión. A los 33 me encontré que apenas había disfrutado la vida, que no había tenido apenas relaciones sexuales, y lo que es peor, leía en los diarios y revistas que cada vez habían más mujeres divorciadas y familias monoparentales lideradas por una mujer sola. Pero yo no quería ser una anciana solitaria con una vida convencional triste y apagada. Lo peor de todo es que yo me veía bonita y sexy, cuido mi salud, hago ejercicio físico, voy al gimnasio, cuido lo que como, procuro vestirme sexy, etc. No quería renunciar a nada pero tampoco sabía que hacer. Hasta que un aburrido domingo por la tarde....

Bueno, un domingo por la tarde estaba sentada al ordenador navegando sin rumbo por la red, ya sabes, un enlace te lleva a otro enlace, este a otro más y así sucesivamente, y vas navegando, y no sabes de donde partiste y a donde vas, sin rumbo fijo, hasta que me encontré con un blog que narraba las experiencias de un hombre sumiso casado con una mujer dominante. Nada de sadomasoquismo puro y duro al estilo del marqués de Sade, con oscuros y mal ventilados sótanos, luces rojas, ropa de latex, aparatos de tortura, etc.

Aquel blog me encantó. Lo leí entero. Y ya sabes como son esto de los blogs. En cada blog el autor escribe los blogs que sigue, y vas a uno de estos, y sigues leyendo, y en este segundo blog encuentras mas direcciones de blogs y webs, y van pasando las horas, el sol se va poniendo, y tu sigues sentada frente al ordenador. Y llega la hora de cenar y no tienes hambre, y tomas cualquier cosa a medianoche, y sigues un par de horitas más robadas al sueño. Y al día siguiente lunes, vas a trabajar al hospital bostezando y sin apenas haber dormido, pero feliz y contenta de haber descubierto un nuevo mundo.

Me pasé el resto de la semana consultando blogs sobre el tema, muchos de ellos en inglés, peleando con el idioma de Shakespeare. Decidí que desde ese momento en adelante ese iba a ser mi estilo de vida. Pero me faltaba una cosa imprescindible: mi partner, mi compañero. Busqué en la red y pasé cientos de horas durante varias semanas, no salía de casa en mis horas libres más que para hacer las cosas imprescindibles, como comprar la comida.