miércoles, 25 de agosto de 2010

Cambio brutal de vida


Cuando mis padres murieron en un accidente de tráfico acababa de graduarme en una escuela de alta cocina y apenas había empezado a buscar trabajo. Después del entierro, rebusqué entre los papeles de mis padres para ver si encontraba algo interesante. Encontré una hipoteca a favor de mi padre sobre un restaurante de un amigo suyo. Me puse en contacto con él y me explicó que no tenía dinero para pagarme, pero que había manera de encontrar una solución a gusto de todos. Me propuso que ya que yo era cocinero y sin trabajo, alquilase su restaurante, que de todos modos estaba cerrado desde que él había sufrido una enfermedad. Estaba ahora más o menos recuperado, pero imposibilitado de trabajar. Me llevó a ver el restaurante, que está situado en la parte más rica de la ciudad. Era un restaurante de lujo, con todo montado, decoración , maquinaria, instalaciones... hasta la cristalería y la vajilla tenía.

Consulté con un abogado y junto con su abogado, llegamos a un acuerdo: yo alquilaría el restaurante durante seis años, discutimos sobre el precio y llegamos a un acuerdo. Negociamos sobre el precio del alquiler, pero también sobre los intereses de demora. Él, por supuesto, no quería pagar intereses, pero le amenacé con ejecutarle la hipoteca y quedarme con su restaurante a precio de ganga pagando solo la diferencia. Su abogado le aconsejó aceptar, ya que si yo embargaba, iba a obtener un gran beneficio y él una gran pérdida. También le pedí 3 meses gratis para abrir el restaurante. Así que me encontré con la casa de mis padres, su coche y su piso, y 6 años de alquiler gratis.

Enseguida hablé con Inés, mi novia de toda la vida, la chica más guapa del instituto y del barrio, una preciosidad de criatura. Le propuse matrimonio y aceptó inmediatamente. Así que nos lanzamos a una vorágine de preparaciones, tanto de la boda como de la apertura del restaurante. La vida era de color de rosa. Y lo fue durante 6 años. Nos casamos, nos fuimos de viaje de novios al caribe, y a la vuelta, abrí el restaurante. Y fue un éxito total. No en vano estaba en la mejor zona de la ciudad. Hacíamos cocina moderna, de esa que te ponen un plato enorme y cuadrado y una pieza de comida pequeñita del tamaño de un huevo frito y te cobran una enormidad.

Durante seis años disfrutamos Inés y yo de prosperidad. Ella seguía estudiando medicina, acabó e ingresó, por enchufe, en el hospital de la ciudad. No en vano su padre, médico también había sido director del hospital. Inés ganaba un sueldo modesto al principio como médica novata que era, pero poco a poco fue subiendo. Sólo una nube apareció en nuestro horizonte. Ella no se quedaba embarazada. Fuimos a un médico y, tras los análisis, descubrimos que yo era infértil. Tenía pocos espermatozoides y los que tenía, o les faltaba la cola, o no se movían apenas, etc. Inés estuvo una temporada un poco triste, pero enseguida se le pasó y todo volvió a ser alegría en casa.

Pero el fin del contrato llegó. Quise renovarlo, pagando el alquiler pertinente pero el dueño no quiso. Había sido que tenía un hijo que, en estos seis años, había acabado el instituto, había ingresado en la misma escuela de cocina donde yo estudié y había acabado sus estudios. Naturalmente, el restaurante fue gratis para el hijo. No sólo eso. Además yo había continuado el restaurante con el mismo nombre que tenía antes de que su dueño enfermara, Luna creciente, y le había dado fama. No había puesto en el contrato ninguna cláusula al respecto, así que el muchacho empezó con el nombre que yo, tras dos años de inactividad, le había dado esplendor en mis seis años de permanencia en el local. Me creía el rey del mundo cuando negocié el contrato por haberle obligado a pagar los intereses, no sólo desde que mi difunto padre le había prestado el dinero, sino también por los 6 años siguientes, consultando con unos y con otros sobre como calcular los intereses, pero se me había pasado por alto ese pequeño detalle.

No me desanimé. Mirando el lado positivo, tenía una mujer con un buen empleo, una casa propia y algunos ahorros. Empecé a buscar locales para alquilar, pero no encontré ninguno. Nuestra ciudad es una ciudad pequeña y con muchas desigualdades sociales. La zona rica era pequeña, muy pequeña y todos los locales estaban ocupados: bancos, tiendas de artículos de lujo, boutiques, compañías de seguros, de agencias de viaje, un par de hoteles y poco más. Apenas unas pocas manzanas.

Alrededor de esta zona alta, había una zona de clase media. Busqué ahí, y encontré un lugar muy cerca de la zona lujosa, pero no estaba en la zona de lujo. Me gasté mis ahorros, alquilé el local, compre maquinaria e instalaciones, decoración, mesas, sillas, todo lo tuve que comprar. Todo lo que me había ahorrado en esos 6 años tanto de alquiler como de compra de lo necesario para acomodar el restaurante, ahora tenía que pagar.

Cuando abrí el restaurante, las cosas fueron mal desde el primer día. Los ricos de la ciudad no cruzaban a la zona de clase media para comer o cenar en un restaurante de lujo y pagar lo mismo que pagaban cerca de sus domicilios. Y la gente de clase media no iba a pagar un restaurante tan caro. Había hecho la mayor estupidez de mi vida y lo iba a pagar caro. Me costó un año reconocer el error, y cuando quise bajar el nivel del restaurante para tener más clientela, la gente no aceptó y yo me había pulido todos mis ahorros.

Hablé con mi mujer y ella me apoyó sentimentalmente. Inés era muy cariñosa y me consolaba de mis fracasos. Dejé el local, vendí el piso de mis padres y nos mudamos a un piso alquilado. Con mis ahorros compré un local muy pequeño y un poco apartado, ya que era lo único que podía permitirme. Pero empecé a beber cerveza tras cerveza sin parar. En los dos restaurantes anteriores yo no cocinaba, sino compraba la comida en los mercados, y vigilaba las operaciones de los cocineros. Daba órdenes de aquí para allá, recibía a los clientes con una sonrisa y, con la misma sonrisa, les llevaba la factura. Todo lo demás lo hacían los cocineros y camareros. Ahora tenía que cocinar yo, ayudado por un chico imberbe y una mujer mayor de 50. Y me deprimí. Y a beber. Me deprimía, bebía para alegrarme, me deprimía aún más y bebía aún más. Sólo bebía cerveza y vino. Con ello me autoengañaba. Me decía que como ambas bebidas eran de baja graduación, no eran peligrosas. Y bebía litros y litros de cerveza cada día.

Me endeudé y acabé perdiendo mi tercer y último restaurante. Este había sido el más pobretón pero era el único que había sido enteramente mío. Por unas deudas que apenas representaban un 15% del valor del local, me lo embargaron. Aquel día me fui a casa derrotado y 15.000 dólares que era lo único que había podido obtener de la subasta judicial tras pagar la deuda.

Mi mujer me recibió cariñosamente en casa y trató de animarme. Me dijo que buscara trabajo como cocinero a sueldo. Lo hice, al menos al principio, pero mi ciudad es pequeñita y no habrán más de 100 restaurantes en total. Además se corrió la voz de mi mala suerte, de mi afición a la cerveza. Ignoro si no hubiera empezado a beber que hubiera pasado, pero me animaba consolándome que todo hubiera ido mejor. Traté de convencerla de que nos mudásemos a otra ciudad, pero ella no estaba dispuesta a dejar su trabajo en el hospital:

- Compréndelo, cariño, es el único ingreso que tenemos. Mejor te quedas en casa, lavas la ropa, limpias la casa, cocinas, que de eso sabes un montón, y llegarán épocas mejores. ¡Ya verás como es cierto!

No se como la hice caso. Fue peor el remedio que la enfermedad. Apenas tenía nada que hacer, nuestro piso era un apartamento pequeño con sólo un dormitorio para los dos. Yo tenía mucho tiempo libre y un vicio que creció más y más. Bebía cada vez más, y más, y más, y acabé por no hacer nada en casa. Inés tenía que hacer las labores domésticas cuando llegaba a casa o en sus días de descanso del hospital, porque cuando ella llegaba, yo estaba durmiendo borracho en la cama.




A veces ella hacía las cosas con resignación y silencio, otras veces trataba de convencerme cariñosamente de que colaborara un poquito y dejara la bebida. Pos supuesto, nuestras relaciones sexuales se fueron espaciando cada vez más hasta ser inexistentes. Y por último, ya dejamos de hablarnos.

Como ella era médico en el hospital, a veces trabajaba los sábados, domingos y festivos, y libraba entre semana. Un buen día de primavera de esos que tenía libres entre semana, exactamente era un viernes, sonó el timbre de la puerta. Yo estaba tumbado en el sofá, y ella en el dormitorio. Estaba yo más cerca de la puerta, sin embargo grité:

- Inés, están llamando a la puerta. Ve a abrir.

Acudió a abrir la puerta y segundos después apareció en el umbral de la puerta del saloncito con un hombre de unas 35 años, alto, grandote, bien vestido, moreno, con una barbita bien cuidada. Lo peor es que parecieron los dos cogidos de la mano. ¡Mi mujer, entrando con un desconocido en mi propia casa y cogidos de la mano! Me quedé sin palabras:

- Mira cariño, te presento a Camilo.

¡Cariño, le había llamado cariño! ¡Pero que era esto! Seguramente que la última cerveza me había sentado mal. Debía estar estropeada. Pero yo no había sentido ningún gusto raro.

- Buenos días- dijo el gigante aquél.

- Cielo, será mejor que pasemos a la alcoba- contestó mi mujer. Y acto seguido desaparecieron camino del dormitorio.

No podía ser un sueño, que digo un sueño, ¡una pesadilla! Le había llamado cielo. La vez anterior le había llamado cariño, ahora cielo. Una vez podía haber oído mal, pero dos no. Yo me quedé anodadado por unos segundos, pero cuando me restablecí más o menos, les seguí al dormitorio. Allí encontré a los dos llenando una maleta con la ropa de mi mujer.

- ¿Que sucede aquí? ¿Que desagradable broma es esta?

- Cariño, lo único que pasa es que esta tarde me caso con Jaime y mañana nos vamos de viaje de novios al caribe. ¡Ah, por cierto! -exclamó Inés- se me olvidó entregarte la invitación para nuestra boda.

- ¿Boda? ¿Que boda? -Lo único que tenía claro es que la situación se iba poniendo cada vez más oscura. Cada vez estaba más estupefacto.

- La mía con Jaime, mi novio, tontuelo - contestó ella cariñosamente- La verdad es que ha sido un olvido mío no haberte avisado antes, pero una tiene tantas cosas en la cabeza cuando prepara una boda. Ya sabes, mandar confeccionar las invitaciones, la lista de invitados, el vestido de novia, el restaurante del convite, el menú, etc. ¿No recuerdas nuestra boda? Empleamos un montón de tiempo en prepararlo todo.

- Si recuerdo. Y también recuerdo que tu y yo seguimos casados. No estamos divorciados.

- ¿Como que no? Estamos divorciados desde el lunes. Aquí te traje una copia de la sentencia. Jaime, que es juez, te contestará cualquier duda que tengas.

- ¿Como divorciados? - contesté como un estúpido.

- Si cariño - respondió Inés- ¿No recuerdas que me has firmado los papeles del divorcio?

- No. No recuerdo nada -entre las brumas del alcohol intenté recordar algo, y de repente me vino a la cabeza que en varias ocasiones le firmé a mi mujer tochos de papeles sin leer su contenido. Pero de repente recordé algo:



- ¿Como puedo estar divorciado sin ni siquiera conocer a mi abogado?

- Abogada, cariño, abogada. Tienes una abogada muy simpática llamada Eva. Te traigo los papeles del divorcio, y entre ellos está el teléfono de tu abogada -y se sacó del bolso un sobre grande doblado con varios papeles -Aquí está todo, cariño. Si tienes alguna duda puedes telefonearla. Eva es muy amable y te responderá a cualquier duda o pregunta que tengas.

- Pero no puede ser, si tuviera una abogada lo recordaría. Pase que no recuerde lo de la fima del divorcio, pero no puedo haberme olvidado de que tengo una abogada. Yo nunca he contratado una.

- ¡Ay, pero que memorias que tienes! Por supuesto que conoces a tu abogada. Estuvimos los cuatro, tu, yo, tu abogada y mi abogado en el juzgado. ¡Hasta recuerdo como mirabas a las piernas de tu abogada, aunque no te lo reprocho, es muy guapa y muy sexy! Bueno amor, si tienes alguna duda, llama a tu abogada. Por si perdiste el teléfono, en el sobre está escrito.

- ¡Por supuesto que la voy a llamar, no faltaba más! -y me fui al salón de vuelta. Cogí el auricular y marqué el nº que encontré en el sobre.



El diálogo de sordos que comenzó a continuación fue tan surrealista que si lo ves en una película no te lo crees. Yo aseguraba que no la conocía, y ella me aseguraba que si. Al principio se extrañó, pero más adelante me tomaba en broma, y más adelante parecía creer que me burlaba de ella o que le estaba gastando una broma. Por último, me insinuó que estaba borracho. Al entenderlo yo así, me ofendía, ya que cada ves estaba mejor de la cabeza. Conforme iba pasando el tiempo me encontraba más sereno. Por último decidió que, ya que no tenía que acudir a ningún juzgado esa mañana y no tenía ningún trabajo urgente que hacer, acudiría a mi piso. Quise darle la dirección pero se ofendió asegurando que disponía de ella. Y al cabo de una media hora apareció.

En cuanto la vi la reconocí. Efectivamente la conocía. Había venido varias veces a mi casa, pero nunca como abogada mía, sino como amiga de mi mujer, la verdad es que era una mujer inolvidable: guapa y sexy como pocas.

- ¿Me reconoces ahora? - soltó al darse cuenta por mi expresión que si la reconocí.

Ahí me hundí psicológicamente. Había sido víctima de una trampa urdida por mi mujer y su novio, o mejor dicho, por mi ex-mujer y su novio. No en vano él era juez. Conocía las leyes como ninguno y tenía amistades en el sistema judicial. Había caído en una trampa. Mis sentimientos eran una especie de humillación e indefensión. Me considerada vencido. Además recordé que nos habíamos sacados algunas fotos de los tres tomando algo en una terraza en un bar. Parecían fotos inocentes pero en mi caso eran las fotos que confirmaban que yo conocía a Eva. Era fácil asegurar que Eva era amiga de ambos, o incluso amante mía, y que yo la había elegido como mi abogada.



El resto de lo que pasó aquel día está un poco confuso en mi mente. Recuerdo que me vine abajo, que empecé a llorar, que las dos mujeres me consolaron como si fuese un niño que ha perdido su juguete, que llamaron a un médico, que pasé unas horas medio aturdido en una cama por alguna pastilla que el doctor me había dado.

Al cabo de unas horas apareció mi mujer sola:

- ¿Te encuentras mejor?

- Si -respondí.

- Me tuvistes preocupada - aseguró ella en tono cariñoso. En realidad siempre había hablado conmigo en tono cariñoso, pero tratándome como a un niño- Parece que estás en una situación económica apurada y yo, que te he querido tanto, he hablado con Jaime y hemos llegado a la conclusión que no podemos dejarte tirado como un perro. Así que hemos decidido ayudarte. ¿Te acuerdas cuando dijimos que tu ibas a hacer las tareas de casa, ya sabes, plancha, lavar, cocinar? Mira, Jaime y yo trabajamos muchas horas y no podemos hacer las tareas de casa. Hemos decidido darte la oportunidad de que trabajes en casa y vivas con nosotros. Viviríamos los tres en casa de Jaime y tu serías una especie de criada. Se que puede parecer raro que vivas con nosotros dos, pero para que los vecinos no se enteren y no murmuren no deberías salir nunca de casa. Se que será un poco duro, sobre todo al principio, pero te acostumbrarás. Además te beneficiará con respecto al alcohol. Jaime es totalmente abstemio porque bebía mucho, como tu, y se hizo de Alcohólicos Anónimos y lo superó. Si él pudo tu también podrás. Así si no sales del piso de Jaime evitarás la tentación de beber, ya que en casa de Jaime te aseguro que no hay ni una gota de alcohol. Se que será un poco duro pero si Jaime pudo superarlo, tu podrás también. Además estaremos Jaime y yo para apoyarte. Se que te llevarás muy bien con Jaime, es muy buena persona y muy cariñoso conmigo. ¿Que respondes?

Hice un gesto raro como de cansancio.

_ Bueno, en realidad cariño, no tienes mucho tiempo para pensarlo porque el dueño del piso quiere que quede desalojado para esta tarde. Así que de momento no vas a tener más remedio que venir conmigo a la boda. La boda es en un par de horas y yo tengo que ir a vestirme. Mientras descansabas he hecho tus maletas y te he planchado el traje para la boda. Te ayudo a ponértelo y nos vamos.

Me ayudó a vestirme como si fuese un niño y nos fuimos. Me llevó al piso de Jaime y me hizo sentar en un sillón. Al cabo de un cierto tiempo, estábamos los tres en la ceremonia civil, y un rato después, en un restaurante que habían alquilado para la noche. En el convite no habían bebidas alcohólicas, pero Inés me dio otra pastilla y pude pasar la noche sin beber. Bueno, cocas y todas esos refrescos. No sentía ganas de beber, pero también estaba un poco aturdido, como si yo no fuese yo, como si fuese otro, o como si yo estuviese dentro de mi propio cuerpo pero como una entidad diferente. Cuando la boda se acabó, me dejé llevar por Inés y Jaime y fuimos a su piso. Durante el trayecto recordé un chiste malísimo que oí una vez:

-Pepe, como vas. Cuanto tiempo sin verte. Que hay de tu vida, cuéntame. - Mal chico, me fue muy mal, tan mal que mi mujer se fue con otro y me tuve que ir con ellos.


Recordé el chiste y me reía sólo en el siento de atrás del coche de Jaime. Al llegar a la casa me sentaron en un rincón y me quedé allí un rato. Creo recordar que les oí discutir y a Inés decir a Jaime: "Haz lo que quieras". A los pocos minutos o al cabo de un rato largo, no recuero bien porque mis recuerdos son confusos, me agarró Jaime de la mano como a un niño pequeño y me llevó a la alcoba de ellos. Estaba a oscuras, no había ninguna luz encendida y la habitación sólo estaba iluminada tenuemente por el alumbrado público de la calle. Jaime me sentó en una silla, sscó una cuerda de no se donde y me ató al asiento. Pasaron unos minutos y apareció Inés desnuda procedente del baño. Se tumbó en la cama sin mirarme siquiera. La vi. Estaba hermosa toda desnuda, con su cuerpo delgado y sexy a sus treinta hermosos años. ¡Como podía haber dejado tal belleza por la bebida! A los pocos minutos apareció Jaime e Inés se abalanzó sobre él y le fue desnudando poco a poco. Cuando lo hizo empezó a lamerle la polla hasta que esta alcanzó su máximo tamaño. ¡Y que tamaño! Aquello no era una polla, sino un pollón. Él se echó sobre ella y la penetró con ansia. Cuando llegaba al climax, ella me miró fijamente a los ojos. Pensé que ella disfrutaba más porque yo la miraba.

Todo esto que acabo de relatar ocurrió el viernes. El martes siguiente se fueron al caribe de viaje de novios, y aunque Jaime me ordenó que no saliese de casa salvo caso de extrema necesidad, un incendio por ejemplo, me dejaron la nevera bien abastecida. Esto ocurrió hace diez años, escribo esto porque es el décimo aniversario de la boda de Inés y Jaime. Desde aquel viernes nunca salí de aquel piso ni nunca volví a beber. Durante un tiempo me daban unas pastillas para controlar la ansiedad, pero poco a poco fui dejándolas. Ya no bebo ni gota. Estoy siempre en la casa encerrado haciendo mis labores. Tengo la casa siempre limpia, la limpio todos los días, no dejo que ni una mota de polvo la mancille, veo la tele, escucho música, leo libros que me compra Inés. Pero sobre todo lo que más me gusta en ver a Inés y Jaime follar. Me siento en la silla, y ya no necesito que me aten. Por cierto, tengo que reconocer que Jaime folla muchísimo mejor que yo. Disfruto así del sexo y ellos también disfrutan viéndome viéndoles follar.

Desde hace diez años nunca he tenido sexo. Ni siquiera puedo masturbarme, porque una imposición de Jaime fue que llevara siempre un cinturón de castidad para hombre, del que Jaime siempre lleva la llave encima.

FIN

martes, 24 de agosto de 2010

El perfecto marido sumiso

Traducción de este enlace.

PERFECT SUBMISSIVE HUSBAND



Intenta ser el perfecto marido sumiso, y quién sabe, tal vez ella intente llevarte al cielo con su...

Regla del perfecto marido sumiso nº 1: Ama el sabor del semen: comienza comiendo, poco a poco, tu propio semen; come tu propio pre-esperma. Piensa en comer tu propio semen mientras te masturbas, y si te arredras a última hora, no te preocupes,yo hice lo mismo durante años. Guarda un poco de semen de una masturbación anterior, y cuando estés bien caliente, cometelo mientras te masturbas. Para ser un buen marido, debes ser capaz de comer semen. A una mujer le encanta ver un hombre comer su propio semen.

Regla del perfecto marido sumiso nº 2: Permite a tu mujer que folle y lama a quién ella desee, siempre y cuando llene su culo y su coño de semen, y tu puedas limpiarle el coño y el culo con tu lengua. El verdadero ganador eres tu. Míralo de este modo: tu esposa está obteniendo una gran cantidad de consejos sobre como quiere cada hombre que su polla sea jodida y lamida. Ella aprenderá diferentes formas de hacer que te corras, siempre estará caliente y siempre te traerá una carga de semen para que te la tragues en casa.

Regla del perfecto marido sumiso nº 3: Chupa una polla para tu mujer. Si ella trae a un amigo a casa para follarselo, chupa su polla para ella, pónsela dura para su coño. A ella le encantará y muchas veces compartirá la chupada de polla contigo. Si la polla explota de semen, compartiréis la leche entre los dos. Cuando ella sepa que te encanta chupar pollas y adoras el sabor del semen, ella también adorará el sabor del semen y siempre te chupará tu polla.

Regla del perfecto marido sumiso nº 4: Recuerda siempre que si tu esposa es feliz, tu también serás feliz. Si ella quiere verte follado por el culo, tu esposa tendrá que entrenarte para que te pueda caber una polla en el ano. Empezad que ella te inserte sus dedos en el ano cuando ella chupa tu polla.

Regla del perfecto marido sumiso nº 5: Hazte una paja cada vez tu esposa lo desee. Después de que tu mujer vea que la amas, ella empezará a pedirte que te masturbes delante de ella. Quizás quiera clavarte el dildo en tu culo y follarte o quizás quiera que te corras delante de sus amigas. Cualquiera que sea lo que ella quiere, hazlo, y tu recibirás una recompensa. Trade o temprano, ella te permitirá que folles y se lo chupes a sus amigas. Y cuando te hayas corrido, trágate el semen. Esto pondrá a sus amigas calientes y quizás te deje que les lamas el coño a sus amigas.

Regla del perfecto marido sumiso nº 6: Mantén siempre tu polla y tus bolas bien afeitadas y limpias. Muchas veces a las mujeres les gusta ver una polla afeitada porque les recuerda las que chupaban en la escuela secundaria y a las mujeres les gusta chupar bolas bien suaves. También es más fácil poner un CB-3000 para encerrar tu polla y tus bolas. Tu polla también parecerá mayor y a las mujeres les gustan las pollas grandes.

Regla del perfecto marido sumiso mº 7: Obedece siempre a tu mujer. Deja que ella se haga cargo de todo, ya que ella es la única que tiene un coño. Haz todo lo que ella te pida y serás un hombre feliz.

Regla del perfecto marido sumiso nº8: Lleva tus amigos a casa, así tu esposa podrá follárselos y chuparles la polla. Algunas mujeres reciben flores; tu esposa recibirá una polla siempre dura. Un ramo de rosas vale unos 65 dólares la docena, y tus amigos se follarán gratis a tu mujer. También te calientas viendo a tu mujer follando con otros. Chúpale elcoño mientrásledan por el culo o mete tu lengua en su ano mientras tu amigo se la folla por el coño. Tu sales ganando.

Regla del perfecto marido sumiso nº 9: Masajea a tu mujer después de que ella se haya pasado toda la noche follando y chupando pollas. Masajea su espalda y sus pies. Siéntete un privilegiado si te deja lamer sus cansados pies.

Regla del perfecto marido sumiso nº 10: Ama a tu mujer con todo tu corazón y después de10 ó 15 años, todavía estaréis casados.

sábado, 21 de agosto de 2010

Mi vida femdom

Estudié medicina y cuando logre el título me dediqué a mi profesión. A los 33 me encontré que apenas había disfrutado la vida, que no había tenido apenas relaciones sexuales, y lo que es peor, leía en los diarios y revistas que cada vez habían más mujeres divorciadas y familias monoparentales lideradas por una mujer sola. Pero yo no quería ser una anciana solitaria con una vida convencional triste y apagada. Lo peor de todo es que yo me veía bonita y sexy, cuido mi salud, hago ejercicio físico, voy al gimnasio, cuido lo que como, procuro vestirme sexy, etc. No quería renunciar a nada pero tampoco sabía que hacer. Hasta que un aburrido domingo por la tarde....

Bueno, un domingo por la tarde estaba sentada al ordenador navegando sin rumbo por la red, ya sabes, un enlace te lleva a otro enlace, este a otro más y así sucesivamente, y vas navegando, y no sabes de donde partiste y a donde vas, sin rumbo fijo, hasta que me encontré con un blog que narraba las experiencias de un hombre sumiso casado con una mujer dominante. Nada de sadomasoquismo puro y duro al estilo del marqués de Sade, con oscuros y mal ventilados sótanos, luces rojas, ropa de latex, aparatos de tortura, etc.

Aquel blog me encantó. Lo leí entero. Y ya sabes como son esto de los blogs. En cada blog el autor escribe los blogs que sigue, y vas a uno de estos, y sigues leyendo, y en este segundo blog encuentras mas direcciones de blogs y webs, y van pasando las horas, el sol se va poniendo, y tu sigues sentada frente al ordenador. Y llega la hora de cenar y no tienes hambre, y tomas cualquier cosa a medianoche, y sigues un par de horitas más robadas al sueño. Y al día siguiente lunes, vas a trabajar al hospital bostezando y sin apenas haber dormido, pero feliz y contenta de haber descubierto un nuevo mundo.

Me pasé el resto de la semana consultando blogs sobre el tema, muchos de ellos en inglés, peleando con el idioma de Shakespeare. Decidí que desde ese momento en adelante ese iba a ser mi estilo de vida. Pero me faltaba una cosa imprescindible: mi partner, mi compañero. Busqué en la red y pasé cientos de horas durante varias semanas, no salía de casa en mis horas libres más que para hacer las cosas imprescindibles, como comprar la comida.

jueves, 5 de agosto de 2010

un café cortado

Esto si que es un café cortado. Claro que primero se necesita una esclava, después dejarla preñada y esperar 9 meses, y después te pueden servir un café cortado copmo este.

domingo, 1 de agosto de 2010

femdomartist.com

Los esclavos a veces son útiles:

Esta para hacer un pis.

Estas dos para tomarse una copichuela.




Y esta para tomarse un refresco en la largas partidas de billar.

Estas fotos de arriba las saqué de aquí.

Adivina para que sirve esta mesa partida por la mitad con tres agujeros y un candado.

A
D
V
I
N
A
_
P
A
R
A
_
Q
U
E
_
S
I
R
V
E
_
E
S
T
A
_
M
E
S
A
_
Y
_
Q
U
E
_
R
E
L
A
C
I
Ó
N
_
T
I
E
N
E
_
C
O
N
_
E
L
_
B
D
S
M.

Enlace. Se puede ver también un cajón. Y en este enlace otros dos modelos parecidos.

Un brasilero joven en bondage enseñando la minga. No adjunto las 4 fotos porque se pueden ver perfectamente en el enlace.


Este dibujito no tiene nada de femdom, pero es muy sexy. Por eso lo subí aquí. Enlace. Lo hizo un tal Glen Orbit. Este artista tiene más dibujitos que se pueden ver aquí. No hay nada de femdom.


Her black strap-on Dildo. Esta imagen de una pelirroja con un Strap-on Dildo es una de las muchas imágenes que encontrarás en Jan Thor’s site.


OK, se que esta vieja tapa de Laughter es un poco sexista. Pero siempre me despierta una sonrisa. Particularmente disfruto del uso del anullo de bodas como un ring pugilístico. Artista desconocido.

Mujeres que golpean hombres. La Gata Negra fue una glamurosa estrella detectivesca de Hollywood porque cuando ella antes de ser una enmascarada luchadora contra el crimen fue una famosa actriz. Publicada por Harvey Comics, más conocida por Casper, el Fantasma Amistoso. La cubierta fue diseñada por Lee Elias, quién creo dibujo todo el comic.





CFNM Small Penis Humilliation. Traducción muy libre: hay muy poco arte sobre la humillación del pene pequeño. Pero este dibujo es tan sencillo como se pueda imaginar. Pienso que estar prisionero en bolas con un pene pequeño delante de mujeres tronchándose de risa es la cumbre de la humillación para un varón.











El arte de castigar al marido. Traducción: Esta clase de secuencia de disciplina doméstica clásica es el tipo de material que gusta a los tipos sumisos que prefieren el término "female led relationships" que femdom.



Marido engañado en la luna de miel. Traducción: pienso que este dibijo de un marido engañado en su noche de boda es una fantasía de cuernos. Traducción del chiste: "Bueno, ¿que esperabas, Arnold? Negarme dejándome sola en esta habitación del motel durante 15 minutos..."


Su cara está roja.

Ella dice: "¿No es romántico, Flicker?". Y el contesta: "Lo sería si me sacaras estas esposas". Enlace.

¿Una ceremonia de boda femdom? ¿Que están haciendo las damas de honor: crees que poniendo un cinturón de castidad al marido? Enlace.