jueves, 6 de marzo de 2014

Confesión de la recién casada 3

La historia empieza en: Confesión de la recién casada.


Esta historia la inventé yo, es anónima y, por lo tanto, de dominio público, por lo que puede ser reproducida de cualquier modo. Sólo para adultos.

Personajes:
Cindy: esposa, zorra
Carl: marido, cornudo
Los padres de Carl.

Cuando salí de casa de mis suegros, fui a casa de mis padres. Esta vez fui en taxi. Nada más verme, me felicitaron por el embarazo de mi esposa. Yo les informé que sabía que el padre no era yo.
"Bueno, eso no tiene ninguna importancia, hijo. Nosotros ya lo sabíamos. Vino ayer Cindy a contarnoslo,"
dijo mi madre. No podía creer que Cindy les contara a mis padres tales intimidades.

"Pero incluso ella no sabe quien es el padre. Tiene cuatro candidatos."

"Ese es un pequeño detalle sin importancia."

"No puedo creer que vosotros, mis padres, esteis a favor de la zorra de mi mujer,"

dije un poco exaltado.

"Si no moderas tu lenguaje al hablar de tu esposa, hijo, te voy a dar unos azotes, como cuando eras pequeño,"

dijo mi madre. Dirijí la mirada hacia mi padre en busca de un poco de apoyo moral. Él, además de mi padre, era varón y comprendería mi situación. Entonces se vio obligado a decir algo:

"Tu obligación como esposo es apoyar a tu esposa en todo lo que haga y diga. Cindy te ama y tu le amas a ella. Nunca tuviste mucho éxito con las mujeres. No sabemos la causa y tampoco es un tema nuestro. Pero por fin que encuentras a una mujer que te ama, ¿quieres divorciarte de ella?"

"Si te divorcias de ella, te arrepentirás durante el resto de tu vida. Te lo digo yo, que soy mujer y tu madre. Hijo, tienes un carácter un poco seco, eres introvertido y poco hablador. Te cuesta hacer amistades y te cuesta conservarlas. De adolescente siempre estabas en casa jugando con la Play o delante de la pantalla del PC."

"Y yo, como hombre, te digo que nunca encontrarás una mujer tan bella, sexy y cariñosa como Cindy."

Pensé: "El problema es que Cindy es bella, sexy y cariñosa para todos los varones, no sólo para mi. Si fuera fea y antipática, seguramente no me encontraría en esta situación." Esto me hizo reflexionar. Evidentemente, mis padres, que me conocían bien, habían dado dado en el clavo. Después de una pausa, intervino mi madre:

"Además, Cindy ha destacado una buena característica tuya."

"¿Cual?"

"Que eres un gran comedor de coños. Que le haces unos cunilingus muy buenos, que la dejan satisfecha. Insistió mucho en ese punto."

No podía creer que las confidencias de Cindy con mis padres hubieran llegado hasta ese punto. Y tampoco podía creer que mi madre, que iba al templo todos los domingos por la mañana, me hablara de ello con tal naturalidad.

"No debe extrañarte mi manera de hablar. Soy muy religiosa y consigo todos los domingos un poco de satisfacción moral, pero no creo todo lo que dice el pastor. Una cosa es lo que se dice en el templo y otra muy distinta la vida real. Además, el hecho que una mujer con tanta experiencia en hombres como Cindy te alabe ese punto es un gran logro del que debes estar orgulloso. Ella debe compararte con otros y te dio la puntuación más alta."

Mis padres no sabían, pues, que yo era él único hombre que le había lamido el coño. Por lo visto suponían que esa era una experiencia normal de Cindy con otros hombres. A continuación, intervino mi madre:

"Si hijo. La lamida de su coño puede convertirse en un asunto principal de vuestro matrimonio y un punto de unión entre ambos. El matrimonio se mantiene a base de pequeños hechos diarios, como un beso, un abrazo, una caricia, decir un "te quiero", pero también de asuntos como lamidas de coño. Por cierto, ¿has probado con Cindy el llamado "beso negro"? Consiste en lamerle el culo. Naturalmente, primero se lo ha de lavar bien, porque hay que tener cuidado con los gérmenes. Te aseguro que a ella le va a gustar horrores. Es una actividad muy gratificante"

Mi madre lo dijo muy seria, pero por el rabillo del ojo vi que mi padre enrojeció. Cuando estaba saliendo, mi padre dijo:

"Carl, espera un poco."

A los dos minutos, regresó mi padre.

"Vamos, te invito a una cerveza en el bar de abajo."

La conversación con mi padre fue bastante larga, pero lo podría resumir así:

"Mira hijo, cuando ocurrió lo de las torres gemelas, para identificar los muertos pidieron varias muestras a varios familiares directos, como hermanos, hijos, primos, sobrinos. La causa es que cuando hay una catástrofe como esa y hay que hacer decenas o centenares de pruebas de ADN a varones, si se circuscriben solamente a los hijos, se dan cuenta de que entre el 8 y el 10% de los casos los hijos no tienen el ADN de sus padres varones. Yo no puedo estar cien por cien seguro de ser el hijo de mi padre, tu me entiendes."

"En ese caso, yo tampoco puedo estar seguro de ser tu hijo."

"En tu caso, la duda es más que que razonable. Diez años después de casados, tu madre me contó toda llorosa que había muerto Frank, su socio en la tienda de ropa. Estaba muy afectada, hasta el punto de que me vio obligado a llamar al médico y la internamos. Yo no vi a la esposa de Frank en ese momento, pero estoy completamente seguro que no le afecto tanto la muerte de su esposo como a tu madre. Cuando tu madre se recuperó, me contó que llevaba teniendo relaciones con Frank desde antes de nuestra boda y que las había mantenido desde que era una adolescente, veinte años antes del momento aquel. Al principio monté en cólera, me enojé, grité, la insulté, pero al final del día hicimos las paces. ¿Qué iba a hacer si la amaba? Divorciarme, para mi, no era una opción. Y hemos seguido juntos, felices, el resto de nuestros días hasta hoy. Es más, en los últimos años, a veces, cuando estamos en la cama, bromeamos sobre Frank. Él está muerto, pero tu madre y yo seguimos juntos. Ahora mírame y mírate a un espejo. ¿Crees que nos parecemos lo suficiente como para ser mi hijo? ¿Has visto la foto de Frank alguna vez? ¿Crees que te pareces más a él o a mí? Haz la prueba y verás como te asalta la duda igual que me asltaba a mi. Pero ya no me preocupo de esto. Después de la revelación de tu madre, he seguido queriéndote. Y pienso que en realidad, yo soy tu padre, porque siempre te cuidé, te llevaba a la escuela, al parque, al cine, de paseo, etc."

Me fui de allí sin despedirme de mi padre. Al llegar a casa, Cindy y yo tuvimos la charla más larga de nuestras vidas.

Seguimos casados. Soy un marido cornudo y consentido. Además, como Cindy trasnocha mucho, me tengo que ocupar de los cuatro hijos que tenemos. Cindy ejerce de madre sólo en ocasiones, así que soy yo quién se ocupa de sus necesidades físicas, de su educación. Prácticamente lo único que hace Cindy es comprarles ropa a los niños.

A pesar de todo, tenemos un matrimonio bastante feliz. Cuando puede o quiere, hace fotos o vídeos de sus relaciones. Cuando estamos en la cama, me las enseña y nos ponemos cachondos. Después le hago el cunnilingus y el beso negro. Mi lengua es la única que se ocupa de esas dos zonas de su cuerpo. Incluso a veces hemos sacado algún provecho de sus relaciones. Yo le sugerí que procurara escoger a hombres poderosos, como políticos, jefes de policía, jueces, periodistas de alto nivel, etc. Incluso le presenté a un par de ellos.

Hace unos años me quedé sin empleo. Había una fuerte crisis económica, pero yo encontré trabajo a las tres semanas.