martes, 23 de diciembre de 2014

Sara y Manuel

Hola, soy Sara, tengo 29 años y tengo un esclavo que se llama Manuel.

No entiendo como habiendo tantos hombres que desean un ama, la buscan y no la encuentran, muchas mujeres no dan la satisfacción a uno de estos hombres estúpidos como mi Manuel, aunque sea por egoísmo. ¿Eres una mujer joven, profesional, independiente, activa, sociable y quieres pasarte toda la vida fregando platos, cocinando o limpiando tu piso como una esclava para un hombre egoísta cuando puedes tener todo esto gratis y sin menear un dedo? Entonces tu solución es esta: busca un esclavo dócil y obediente.

Lo primero que tienes que evitar son las relaciones de finde. Nada de ir sábados y domingos a casa de un tío cincuentón, gordo y barbudo a azotarle media hora el culo. Para esto están las profesionales. ¡Qué paguen! ¡No nena, tú vales mucho, mucho más que eso! Tienes que buscar un compañero para toda la vida, hasta que la muerte os separe, porque lo voy a explicar claro: una vez que has educado a un esclavo y que ya sabe hacer las cosas como a tí te gustan, ¿para qué vas a cambiar de esclavo? Él solo tiene que obedecerte y no pensar en nada.

Para evitar que te deje, filma vídeos de humillaciones y guárdalos en lugar seguro. Sube una copia a algun lugar en internet de resguardo de archivos. Grava alguna copia en algún pendrive o tarjeta de memoria y guárdala en un lugar seguro. Grava algún vídeo de vez en cuando y guárdalo junto con los otros. Y sobre todo, que se le vea bien la cara. Mis grabaciones comienzan siempre con Manuel enseñando a la cámara su DNI. Así no te dejará nunca.

Manuel fue mi primer esclavo y el único. No he tenido otro ni lo tendré mientras me dure. Congeniamos desde el principio: ni él ni yo queríamos BDSM duro, sino sumisión y obediencia, aunque le advertí que con el tiempo podría evolucionar hacia algún tipo de castigo físico.

Empezamos poco a poco. Siempre recomiendo hacerlo así. Al principio nunca le pegaba. Él es funcionario y acaba pronto su jornada laboral. Yo trabajo más horas. Tengo un negocio propio y, pese a la crisis, me va bastante bien, teniendo en cuenta que lo que yo conceptúo como "ir bien" hace seis años era ir mal. Además de ganar menos trabajo más horas que antes y me vi obligada a despedir a tres empleados y ahora tengo que hacer algunas tareas que antes hacía uno de los despedidos. Pero bueno, las cosas cambian, y mi negocio sigue abierto cuando muchos de mi ramo han cerrado. Mi marido gana unos 780 euros y yo, de promedio, gané el año pasado unos 1.240 euros, cuando hace seis años ganaba hasta seis veces más. En total unos 2.000 euros entre los dos. Pero además el piso en qué vivimos es de mi marido, por lo que no pagamos hipoteca.

Volviendo al tema principal de esta historia. Cuando llega a casa mi marido lava, friega, plancha y cocina. Tuvo que aprender a cocinar y aunque yo le enseñé lo poco que sabía, pero ahora cocina mejor que yo. Puso mucha pasión e interés en aprender, como siempre hace. El secreto de un buen esclavo es ese, poner pasión en sus tareas, aunque sean domésticas y, por ende, aburridas.

Lo primero que le compré fue una jaulita para el pene, de esas con candado. Se la compré por su cumple, el primero que pasamos juntos. Le afeité sus partes (todos los findes les pego una repasadita con una maquinilla de afeitar) y se la puse. Todos los días le obligo a ducharse. Le saco la jaulita, miro que se limpie la polla bien, pero que no se masturbe. Muchos días llego cansada a casa y sin ganas de hacer nada, pero lo hago igual. Además, desde el primer día le obligo a ducharse con agua fría durante todo el año. Al principio era verano y el agua fría le sentaba bien, pero en septiembre ya le molestaba el frío del agua. En invierno se ducha en 5 minutos.

Los findes y algún día entre semana de sorpresa le reviso la limpieza de la casa. Le hago "la prueba del algodón". Esta consiste en agarrar algodón y pasarlo por todos los rincones más escondidos de la casa. Reviso el borde superior de los cuadros, debajo del fregadero de la cocina, detrás y debajo de los electrodomésticos y, en definitiva, en todos los sitios escondidos. Nunca le pillé en falta. Todos los días limpa toda la casa. Cuando chateábamos los dos antes de juntarnos a vivir, se lo dejé bien claro: quiero la casa más limpia del mundo. Y él estuvo de acuerdo y ha cumplido. Ni una sola vez le encontré una sola falta. Todos los días limpia toda la casa, detrás de la cocina y del frigorífico, detrás del fregadero de la cocina, corre el mueble escobero para limpiar detrás, limpia arriba de los cuadros, limpia los cristales de la casa a diario. También me advierte cuando hay que lavar las cortinas, según el cronograma que le preparé. En fin, la casa en la que vivimos es vieja y no tiene los muebles más fashion y modernos del mundo pero seguro que es la más limpia.

Al principio de nuestra relación no tomé ningún castigo corporal con él. Quería ser precavida. Él tampoco me dio ningún motivo para castigarle nuna. La única medida que tomé contra él fue las ya mencionadas duchas frías. A los seis o siete meses de vivir juntos se nos estropeó la lavadora. Era un cacharro viejo que gastaba mucha agura y electricidad. Entonces, recién empezada la crisis, esta apenas había hecho mella en mis ingresos, pero yo quise que él se esforzara un poco más.Así que no compré la lavadora y le obligo a lavar la ropa a mano. Sólo somos dos y tampoco le lleva mucho trabajo.

Otra cosa que hice desde casi el principio fue el tema del pis, pero nunca lluvia dorada. En verano hago cubetas de hielo con mi pis en una cubetera roja, que destino solo para ese fin. Durante todo el año hago pis en una jarra de plástico que también es roja y él toma agua mezclada, un 20 o 25% de mi pis y el resto de agua. Por supuesto no bebe otra cosa que no sea agua. Nada de cerveza, vino, whisky u otras bebidas. Sólo agua. No controlo lo que hace cuando no estoy en casa, pero me contento con que tome agua así delante de mí. No le obligo a beberse un pis entero mio, porque soy muy precavida y no quiero que se enferme.

Hace poco que hemos empezado con el tema de la caca, o coprofagia. De vez en cuando, cuando veo que mis deposiciones tiene buen aspecto, le hago tragar un trozo del tamaño de una almendra. Le obligo a tenerla un rato en la boca, llevándolo de un lado a otro, como si fuera un helado o un dulce que se paladea.

Otro tema que he descubierto hace poco es el de las lamidas de culo. Me encantan. Me pasaría horas tumbada en la cama mientras Manuel me lame el culo. Lo malo es que estimula los intestinos y, al cabo de media hora, me tengo que levantar para ir al baño je, je, je. Sería un buen remedio para el extreñimiento :)Dicen que el ano es muy sensible.

También hace poco hemos empezado con el tema de los azotes. Le pego en el pompis con un cinturón grueso de cuero que compré en un mercadillo callejero.

Desde el primer día, cuando follamos le obligo a tragarse su semen. Al principio esto le repelió más que el tema del pis o de la caca, pero ya se acostumbró. Me chupa el chichi después de follar. Este es un primer paso para el tema que desarrollaré pronto, el tema de acostarme con otros hombres. Quiero que me lama el coño y siempre que sea posible, que le chupe la polla a mi amante. Parece que este último tema no le gusta nada, pero se va a joder y va a chupar las pollas que sus propietarios dejen que se las chupen.

Por último, no quiero despedirme sin tocar el tema financiero. No tenemos ninguna cuenta común, pero yo tengo su trajeta de crédito y le obligué a decirme la contraseña. Compro lo que necesitamos hasta donde alcanza su sueldo pagando con su tarjeta, aunque él viene conmigo. O saco dinero de los cajeros usando su tarjeta.

A mi me ha ido muy bien. Animo a las mujeres que leyan este blog a buscar un esclavo. Tu vida dará un giro de 180° y para bien.

FIN