lunes, 10 de noviembre de 2014

Un verano loco I

Una tarde me encontré mal del estómago (indudablemente algo que había comido al mediodía me sentó mal) y me fui a casa. En realidad había vomitado pero ya no tenía síntomas de vomitar mas, pero me encontraba mareado, así que el jefe me dio el resto de la tarde libre.
Cuando llegué a casa me encontré a mi hija Lucy de doce años en el salón mirando la tele. Enseguida me di cuenta de que tenía cara de encontrarse bien, así que no podía ser esa la causa de que estuviera en casa en horas de clase.
"¿Qué pasa Lucy?"
"Mi profesora de mates no vino hoy y nos mandaron a casa. Llamé a mamá por el móvil y vino a buscarme, ya que el autobús escolar sale a las 17. Mamá vino con Frank, me dejaron aquí y se metieron en vuestra alcoba."
Imaginad mi sorpresa. ¡Mi mujer había venido a casa con un hombre y se había metido con él en nuestra alcoba! ¿Qué cosas pueden hacer un hombre y una mujer en una alcoba a las cuatro de la tarde sino es...?
Inmediatamente, como un autómata, inicié el camino de ir a la alcoba pero Lucy me interrumpió:
"Pá, yo en tu lugar no iría. Frank es mucho más grande y fuerte que tu y no le va a gustar mucho que le interrumpas. Te aseguro que cuando se enfada, es peligroso. Se va a enojar mucho si no le dejas acabar lo que está haciendo y te puedes ganar algún golpe. Ya puedes imaginar lo que están haciendo."
Me quedé perplejo y sin saber como reaccionar. Obviamente no necesitaba que una niña de 12 años me dijera lo que yo imaginé enseguida. Hice un esfuerzo por tranquilizarme y lo conseguí. Estaba claro que Lucy tenía razón. Miré a Lucy y ella me miró con curiosidad, como preguntándose que iba a ocurrir después.
Pero enseguida me vino una idea a la cabeza. Por su manera de hablar, parecía que Lucy tenía bastante familiaridad con ese tal Frank, como si lo conociera desde algún tiempo atrás. Así que se lo pregunté directamente:
"Desde cuando conoces a Frank, hija?"
"Desde principios de curso. Cuando llegaba a casa de la escuela, Frank y mami estaban esperándome. Siempre llegaban un poquito antes que yo. Ellos se metían en la alcoba y yo hacía la tarea escolar o veía la tele. En la escuela este año empecé a dar clases de educación sexual y sin haberlo visto, sé lo que hacen en la alcoba. Además, a veces oigo gritos pequeños de mamá y me acerco a la puerta, pongo la oreja y escucho. También he mirado por el ojo de la cerradura pero no se ve la cama. Sólo se vé la ventana y el armario, nada más."
Es cierto, al abrir la puerta de la alcoba matrimonial no se ve la cama enfrente, que queda a la izquierda. Lucy continuó:
"Le he preguntado a mis amigas del cole y me han dicho que mamá te pone los cuernos."
Ahora si que estaba jodido de verdad. Lucy le había comentado a sus amigas y ellas se lo habrían contado a sus padres y toda la escuela lo sabría. Además, estábamos a dos semanas de finalizar el curso, así que la historia se habría difundido con tiempo suficiente, aunque esas historias, más que correr, vuelan. Empezaba a sentirme mareado otra vez. Me senté en el sofá al lado de mi hija.
En eso apareció un tipo alto y grandote que venía de mi alcoba:
"Lucy, cariño, le puedes llevar a tu mamá un vaso de... Eh, ¿quién eres tu?" dijo con sorpresa.
Me levanté como un resorte.
"Soy Raymond, el papá de Lucy y, bueno, el marido de.., de...," titubeé.
"...mamá", acabo Lucy.
"¡Ah! Tu eres el marido de Pat. ¡Encantado de conocerte! Yo soy Frank, el jefe de Pat, el dueño de la constructora."
Claro, el jefe de Pat. Ahora entendía porque Pat llegaba a casa antes incluso que Lucy.
Fueron unos segundos embarazosos para ambos, que Frank rompió.
"Lucy, cariño, tu mamá quería un vaso de agua fresca. Está duchándose. ¿Quieres, por favor, llevárselo y dejárselo en la mesita de noche?"
Lucy se fue a la cocina.
Ni Frank ni yo sabíamos muy bien como reaccionar. Estábamos los dos, de pie, frente a frente. Al fin Frank rompió el pesado silencio.
"A Pat le gusta ducharse siempre después de... ¡Ah, que tonto que soy! ¡Tu debes saberlo mejor que yo."
"Si, siempre le gustó bañarse después de..., de... follar." confirmé.
"Bueno, supongo que esto habrá que hablarlo de forma civilizada los tres. Ya no estamos en la Edad de Piedra para matarnos a golpes a ver cual de los dos sobrevive je, je, je."
En esto Lucy volvió y se sentó en el sillón. Frank y yo nos sentamos en el sofá, pero bien separados el uno del otro, cada uno en un extremo.. Lucy rompió el silencio:
"Oi lo último que dijistes. ¿Significa esto que voy a tener dos papás.? A mi me encantaría, pues tendría más regalos el día de mi cumple y en Navidad."
Frank, que estaba a su lado, le pasó su mano grandota por los cabellos de su cabeza desordenándolos. Lucy mostró su enfado:
"Ay, Frank, no me hagas esto, sabes que no me gusta. Ahora tengo que ir al baño a peinarme."
Lucy siempre fue muy presumida y le gustaba arreglarse. Se levantó y se fue. Segundos más tarde entró Pat y me vio. Iba vestida con una bata y llevaba puestas sus pantuflas. Después de unos segundos de sorpresa, dijo:
"Supongo que ya os habrá presentado la niña, así que no hará falta que lo haga yo. Era inevitable que te enteraras tarde o temprano. Además, Frank y yo estábamos planeando pasar juntos este verano con Lucy en su chalet de la playa. Mira, yo estoy enamorada de Frank y él de mi, y no voy a dejarle. Si quieres podemos hablar de divorcio, o si no, podemos convivir los cuatro juntos en esta casa."
En ese momento entró Lucy y Pat se interrumpió. Mi mujer se sentó en el sofá y Lucy en las rodillas de Frank y se recostó sobre su hombro derecho. Es curioso, pero hasta aquel momento no había sentido celos de mi esposa, pero ahora sentía celos de que mi propia hija se sentara en las rodillas de Frank. Desde bien pequeñita, Lucy siempre tenía la costumbre de sentarse en las rodillas mías o de Pat, y acurucarse como un gatito, y nunca habíamos podido quitarle esa costumbre. Ahora sentía celos por esa actitud que miles de veces me había molestado cuando Lucy se iba haciendo más mayor y más pesada. Frank era más grande que yo y podía soportar su peso con más facilidad. Además, Lucy me miraba fijo, como si fuera un desafío, o al menos así me lo pareció.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por Pat:
"Sabes que desde que mis padres murieron en aquel accidente de tráfico, esta casa, que siempre fue de ellos, ahora es de Lucy. Mis padres se la dejaron a ella como herencia. Cuando ella cumpla 18 años y sea mayor de edad, nos podrá echar a los dos de nuestra, perdón, de su casa. O a uno de los dos. A mi no me importaría en absoluto, porque me iría a vivir a la casa de Frank, pero si nos divorciamos, tu te tienes que ir a vivir fuera de esta casa, porque no es nuestra, sino de nuestra hija y, por lo tanto, no podemos repartir lo que no es nuestro. Los jueces siempre conceden la custodia de los hijos menores a sus madres, por lo que yo tendría garantizado el derecho a vivir en esta casa hasta dentro de seis años, cuando Lucy cumpla 18."
Lucy interumpió:
"No, mamá, 5 años y un mes. Recuerda que justo en un mes cumplo trece."
"Buena apreciación, cariño.
Hubo unos segundos de pausa y Patricia prosiguió.

"Frank y yo ya lo hemos pensado. Yo te he amado mucho y siempre queda un sentimiento de amistad. Hemos pensado Frank y yo..."
Patricia estaba emocionada, así que Frank siguió:
"Los dos hemos pensado que tu sueldo apenas te alcanza para alquilar un apartamento pequeño en un barrio obrero lleno de delincuentes y pagar los gastos. La situación económica está mal y tendrías problemas para encontrar un segundo trabajo o para hacer horas extraordinarias. El garaje de la casa está construido para dos coches, no para tres, el mio, el tuyo y el de Leslie. Al fondo del jardín construiríamos un garaje para tres coches, y reformaríamos el garage actual para ponerte un dormitorio pequeño. El garaje ya tiene ahora un baño, así que solo habría que convertir el garage en dormitorio y sala, todo en una misma habitación. Yo pagaría la reforma, ya que soy constructor y me saldría todo un poco más barato. Pero no tocaríamos la puerta levadiza del garage para no gastar mucho dinero. No sabemos si en el futuro te irías a vivir con una mujer, así que no queremos hacer mucho gasto."
"¿Pero nos divorciaremos?," le pregunté a Pat.
"Si, por supuesto, pero después del verano. Ahora es una tontería iniciar los trámites porque se acerca el verano," intervino Pat.
"Así yo tendría dos papás," dijo Lucy.
Me quedé un rato mirando a los dos con la boca abierta.
"Ahora quiero quedarme a solas con Lucy. ¿Podrías ir los dos a tomar una cerveza? Ya que vais a vivir juntos, sería bueno que salgais juntos para intimar y hacer cosas de hombres, ya sabeis, jugar a los dardos y cosas así. Pero nada de mujeres, ¿eh Frank?
"Mis ojos son en exclusiva para ti, cariño," contestó él.
Antes de salir Pat se llevó a Frank a nuestra, su alcoba para decirle algo en privado.
La camioneta de Frank estaba aparcada en el garaje, al lado del coche de Pat. Por eso no la había visto, porque estacioné en la acera.
El bar estaba casi vacío, ya que era muy temprano. Las cinco menos cuarto. La gente saldría de sus trabajos en un cuarto de hora. Solo habían dos tipos sentados en la barra. Frank me llevó a la mesa más alejada. Todas las mesas estaban vacías, así que pensé que Frank quería hablar a solas conmigo sin riesgo de ser escuchados. Vino el camarero y Frank pidió dos cervezas.
Cuando el camarero trajo las cervezas y se fue, Frank empezó a hablar.
"Cuando Pat me llevó a la habitación me dijo que te contara lo siguiente, que ella y yo ya habíamos decidido. Ella ahora se lo está contando a Lucy. Yo tengo un hermano de 29 años llamdo Tom y que vive en Canadá. Se ha separado y está hundido moralmente. Lucy cumple 13 años en un mes y tu mujer quiere que se inicie en el sexo de la mano de un hombre experimentado, y hemos pensado en mi hermano. Supongo que sabrás que con 13 años ya se puede tomar decisiones, libremente y sin presiones, sobre el sexo. Siempre que haya voluntariedad por parte del menor no hay ningún tipo de violación de menores, así que la última palabra la tendrá que tomar Lucy libremente."
Hizo una pausa. Yo también necesitaba pensar un poco. Nos acabamos las cervezas y yo contesté prudentemente:
"Gracias por informarme, pero prefiero hablar con Pat primero y después con mi hija Lucy. Yo soy el padre de Lucy y prefiero hablarlo esto en familia."
De este modo dejé marcado que él no era aún de la familia, aunque se acostara a mi mujer.
Estuvimos charlando un poco sobre él. Tenía interés en conocerlo un poco mejor, ya que mi hija iba a convivir con él.
Cuando llegamos a casa, traté de encontrarme a solas con Pat. La encontré en la cocina. Le pregunté por la conversación con Lucy. Me contestó que ella pretendía que Lucy tuviera su primera experiencia sexual con un hombre mayor con experiencia, que no le pasara como le pasó a ella, que a los 14 años tuvo su primera experiencia con un chico un año mayor que ella pero totalmente carente de experiencia (valga la redundancia) y que encima, la dejó embarazada. Obviamente se refería a mi y a ella, y el resultado del embarazo fue Lucy.
"¿Le has contado a Lucy todo lo nuestro?"
"Con pelos y señales."
Pat era la más guapa de clase. Ahora tiene 28 años, y yo 29. Yo la desvirgué y fui su primer y único amante hasta la llegada de Frank. La verdad es que Pat tenía razón: yo, con 15 años, era un amante inexperto. Pero yo estaba enamorada de ella, y ella de mi, y con la experiencia mejoré bastante, pero está claro que las limitaciones físicas de mi cuerpo me ponían en desventaja con respeto a Frank. Poco a poco nuestras relaciones empeoraron. Supongo que era inevitable que Pat se cansara de mi y buscara fuera de casa lo que no tenía dentro. En el fondo, yo estaba de acuerdo con Pat en que si Lucy quería, era mucho mejor que se desvirgara con un hombre adulto y experimentado que no con un adolescente inexperto.
"¿Y que contestó ella?"
"Ella, con muy buen criterio, quiere hacerse de rogar y desea que él la conquiste. No quiere lanzarse a acostarse con el primero que se le presente. Quiere un varón que le haga sentirse mujer, una mujer deseada."
Cortamos en ese punto la conversación porque entró Lucy. Frank se había ido a buscar a su casa una cama para mi y regresó con ella también en ese instante. También trajo el colchón, la almohada y la ropa de cama. Por aquella noche y las siguientes, instalamos la cama en un rincón del comedor. Cenamos, vimos la tele y después, cada uno, a la cama.

Un verano loco II.