jueves, 24 de mayo de 2012

Los jueguetes eróticos de mi sub-hubby

Esta mañana le compré a mi esposo una muñeca hinchable y una vagina electrónica, la más avanzada tecnológica que encontré.  Como le obligo a llevar siempre un aparato de castidad y nunca follé con él (para darme placer ya está mi amante, que la tiene bien larga y sabe usarla muy bien), ni tampoco permito que mi marido me vea desnuda, una vez a la semana le voy a dejar que folle con su chica de plástico. Pero siempre delante de mi. Ya le he dicho que si no le pone bastante interés y teatro al asunto, le pegaré con su cinturón. Aunque, la verdad, no se si la amenaza le hace mucho efecto, porque a veces pienso que le gusta que le pegue.

Si veo que le gusta los regalos que le he comprado, cuando no se porte bien conmigo, le castigaré suprimiendo alguna semana de su calendario de folladas. Espero que surta efecto.
Mistress Lisa femdom.

Fotos con texto

Foto con texto.

TRADUCCIÓN: "Escuha, tú eres mi marido sumiso. Tendrás que olvidarte de obtener placer de esa cosa que tienes entre tus piernas. La cuidaré una vez al mes, pero sólo si te portas bien. Si no lo haces, tendrás que obtener placer de las cosas que yo te mando hacer y disfrutarlas. Creo que el año que viene por estas fechas, podrás correte al hacer estas pequeñas cosas que te mando."

Páginas de mi blog adorefemdom de tumblr

Página 409, 408, etc.

Una vida casi normal

De puertas para afuera, Julián y yo tenemos una vida completamente normal. De puertas para adentro, la cosa cambia mucho. Julián es miembro del Consejo de Administración de una gran empresa porque tiene casi un 2% de las acciones. Además de los dividendos que corresponden, cobra un supersueldo como Consejero. Obviamente, gana mucho más de los mil euros al mes :-). Julián apenas trabaja unos pocos días al mes, por lo que dispone de mucho tiempo libre. Yo tengo mi propio negocio, que dirigo yo misma, por lo que me queda muy poco tiempo libre. Tenemos dos empleadas domésticas que limpian la casa, lavan la ropa, la planchan, pero no cocinan, tarea que hace Julián en exclusiva. Yo salgo de casa antes de que lleguen ellas y llego a casa mucho después de que ellas se han ido. Por supuesto, Julián lleva un aparato de castidad, cuya llave guardo celosamente en la caja fuerte de casa, cuya combinación solo yo se. Allí guardo también bastante dinero en efectivo. En realidad, Julián es el rico de los dos y yo puse mi negocio de consultoría financiera de empresas con el dinero que le pedí prestado a mi marido, y que, por supuesto, nunca pago intereses y que, por supuesto, nunca le devolveré. Además, yo controlo sus finanzas, todas sus cuentas bancarias, inversiones, etc. Él también tiene firma, pero le tengo prohibido firmar nada. Yo sola lo manejo todo. Cada día le doy una cantidad de dinero apra sus gastos en efectivo, una cantidad dgenerosa, por supuesto, ya que tenemos que mantener nuestro status social. También tiene tres tarjetas de crédito, cuyos gastos también controlo. Le obligo a llevar una especie de libro diario de contabilidad, donde anota que hace cada día y en que gasta su dinero. Guarda los recibos. Todos los fines de semana los controlo y veo en que se gasta su dinero, bueno, quiero decir, mi dinero.

Al principio de nuestro matrimonio, ni sabía ni le gustaba cocinar, pero yo le obligué a aprender ya cocinar para mi. Otra gente de nuestro nivel económico tiene un cocinero empleado, pero yo se lo dije claro: "Me importa una mierda si te gusta cocinar o no, pero vas a aprender. Así que más vale que hagas creer a nuestros familiares y amigos que eres un cocinillas, que te encanta cocinar, porque si no lo van a ver muy raro, como que no tenemos dinero para pagar a alguien que nos cocine. Tienes que aprender las técnicas, como, por ejemplo, como hacer una témpura o cocinar en el horno. Tienes que aprender a cocinar los platos más internacionales y conocidos, tienes que conocer los nombres de los cocineros internacionales más importamntes, que hacen que restaurante tienen, tienes que simular que te encanta la cocina, que eres un apasionado del arte culinario, siempre que estemos en una reunión social y alguien saque el tema de la cocina, tienes que engancharte a hablar sobre el tema. Te voy a enviar a hacer un curso muy bueno de cocina y. aunque sabes bastante de vinos, también te voy a enviar a hacer un curso de sommelier. Cuando vea que sabes bastante, invitaré a amigos a casa a cenar y tu cocinarás." Y la verdad es que ahora lo hace bastante bien. Por supuesto, muchas veces salimos a cenar a restaurantes de los más caros de la ciudad, a veces solos, a veces con amigos y, en ocasiones, le planteo un reto: que cocine en casa un plato del restaurante varias veces en un mes hasta que logre, por lo menos, igualarlo. Muchas veces invitamos a amigos a casa a cenar para demostrar que cocina tan bien como un cocinero profesional.

Aquí es donde la gente, supongo yo, queda un poco extrañada. Ya sabeis, chicas, que los hombres se arreglan en 10 minutos, y que las mujeres tardamos más. Cuando trabajo, visto con trajes chaqueta, bien con pantalón, bien con falda, cuando estoy descansando en casa, visto de sport, jeans, camisetas amplias y cosas así. Pero cuando voy a cenar a un restaurante o vienen a cenar a casa, siempre visto con elegancia. Esto me sirve, además, como escusa, para que Julián lo prepare todo sin que la gente vea nada raro en mi actitud. Julián pone la mesa, sirve la comida, quita la mesa, pero los platos los deja en la pila para fregarlos cuando los invitados se van. El estar horas arreglándome me sirve como excusa para no poner la mesa y el vestir ropa cara me sirve como excusa para no poner retirarla (¡Por Dios, como voy a arriesgarme a manchar mis ropa tan cara con la salsa!). Por supuesto, cuando estamos solos los dos, tampoco hago nada de todo eso, auque lleve ropa más barata (ropa cómoda, digo yo).

De estos y otros trucos me valgo para conciliar nuestro matrimonio femdom con una vida social aparentemente normal.

martes, 22 de mayo de 2012

Mi matrimonio femdom

Después de un año y pico con Andrés, le propuse matrimonio. Bueno, en realidad no se lo propuse. Durante este tiempo que convivimos juntos, Andrés había sobrepasado con creces mis exigencias. Un sábado por la mañana, le dije:

- Arreglate que vamos a salir.
- Puedo preguntar a donde vamos.
- Si, voy a comprarte un traje de novio para tu boda.
- ¿Mi boda?, preguntó sin entender.
- Si, tu boda.
- Y, ¿con quien me voy a casar?
- Conmigo tonto, dije con una sonrisa.
- ¿Cuando?
- Ya lo tengo todo arreglado. Nos casamos el 15 de mayo, sábado.

Tras una pausa de algunos segundos, dije:

- ¿Algún problema?
- No, dijo.
Y así fue la conversación en que le comuniqué nuestra boda. Me encanta hacer cosas y después, comunicárselas a él. Es como usar al máximo mi capacidad de decisión. De todos modos, él hace lo que yo le mando. ¿Para que voy a comunicarle mis planes. Hago y deshago según mi criterio, y cuando está todo preparado, le comunico mi decisión. Como el día en que le comuniqué la decisión que había tomado. Así deben ser los hombres de verdad.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Every picture tells a story

Every picture tells a story.

The bride & her friends:

No puedo creer que realmente lo hicieras. Invitar a tus amantes negros a nuestra boda, y permitirles que me humillaran continuamente. Todavia peor, flirtear con ellos todo el tiempo. Y aún peor que eso: coger sus pollas delante de todo el mundo, mamarselas a los dos y tragar su semilla sin perder una sola gota, haciendo obvio para todo el mundo que lo has hecho antes miles de veces.

Ahoa estoy muerto, cariño. Todo el mundo piensa que soy un cobarde, un pusilànime. Ahora saben que haces lo que quieres y que yo me lo trago todo. Me han perdido todo el respeto.

Al principio pensè que eras estùpida, porque iba a perder mi trabajo y con èl, el cheque que tanto te gusta. Pero esto sucediò hasta que mi jefa se me acerquò en la boda y que todo cambiarìa para mi a partir de ahora. Por eso, ahora tendrè que trabajar màs duro y durante màs tiempo a partir de que volvamos de nuestro viaje de novios al caribe. Ah, por cierto, ¿sabìas que el caribe està lleno de negros? ¿No serà por eso que te empeñastes en ir al caribe?

Por cierto, le comentè a mi jefa que voy a llevar siempre puesto un aparato de castidad. Ella me ha ordenado que el primer dìa de trabajo, que me presente con una copia de la llave. Que de lo contrario, no me presente sin ella. Dice que quiere tener una copia de la llave para ella.

domingo, 6 de mayo de 2012

Mi nueva vida

Me casé con Tony a los 20. Nos conocíamos del instituto, íbamos los dos al mismo curso. Dejamos los dos los estudios al cumplir los 16, primero él y luego yo. Tony empezó a trabajar en una constructora como ayudante de albañil. Cuando meses más tarde cumplí los 16, empecé a trabajar como auxiliar administrativo. Por las tardes estudiaba administración de empresas. Como ya he dicho, a los 20 nos casamos. Compramos un pisito con una hipoteca del banco. Vivíamos bastante bien, sin hijos, con un sueldo pagábamos la hipoteca y con el otro nos costeábamos la vida. Tony tenia 26 y yo aún 25 cuando la empresa cerró y nos quedamos en el paro.

Al principio no nos desesperábamos, era a mediados de 2009 y pensábamos que la crisis duraría poco. Pero un año después estábamos desesperados. Ninguno de los dos encontrábamos nada. Nos peleábamos continuamente. Aunque aún nos quedaba paro para un par de meses, la situación ya era desesperada. Así que un día tomé una decisión:

- Me voy a hacer puta.

le dije a Tony. Imaginaos la cara que puso. Discutimos el tema, pero yo no me bajé del burro. Era mi cuerpo y no el suyo, argumenté. No estoy dispuesta a perder el piso y todo lo que hemos pagado, le dije. El piso es más importante que yo, dijo él. Pues si, contesté. Y si no te gusta, ya sabes donde está la puerta de mi piso, dije.

Obviamente, no sabía como hacerlo. No tenía contactos. Tampoco quería verme en un club de alterne, en una calle oscura con poca ropa y pasando frío o en situaciones similares. Entonces tenía 26, casi 27, y era una chica guapa y sexy. No tenía que degradarme hasta convertirme en una puta callejera. Quería ser una puta de alto standing. Vamos, una puta cara, con pocos servicios pero caros.

No sabía por donde empezar, pero un día se me ocurrió llamar a mi exjefe, don Anselmo. Más vale malo conocido que bueno por conocer, pensé. Y le llamé a su casa. Y me contestó una voz masculina que me respondió que don Anselmo había fallecido casi un año antes.

El caso es que la voz me resultaba familiar. Y de repente caí.

- Andrés, ¿eres tú?

- Si, soy Andrés. ¿Y tu quién eres? Tu voz me suena mucho, pero ahora mismo no caigo.

- Soy Merche, la antigua secretaria de tu padre. ¿Te acuerdas de mi?

Claro que se acordaba. Una es lo bastante atractiva para que los hombres no la olviden pronto. Además, no había pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos. Le pedí una cita en un lugar discreto donde poder hablar tranquilamente. Me invitó a cenar. Me invitó a mi, en singular; no nombró a mi marido. Él sabía que yo estaba casada. Acepté la propuesta y en tres horas (¿Tienes suficiente tiempo para acicalarte?, preguntó con sorna) nos citamos en el restaurante que nombró. Por supuesto, un restaurante de lujo. Al menos, voy a sacar una cena gratis, me dije.

Durante la comida hablamos de su padre (murió de un ataque al corazón), de su madre (estaba internada en una residencia con Alzheimer), de la empresa desparecida, de sus situación económica (muy inferior a la de antes pero bastante buena), etc. En este punto presté mucha atención. Sus padres eran muy ahorradores, como hormiguitas. En cada torre de pisos que construían, el viejo se quedaba uno piso para él. En 40 años de trabajo, cuando murió tenía 21 pisos en alquiler. Andrés era hijo único. La residencia de su madre la pagaba con otros ingresos que procedían del patrimonio que ella heredó de sus padres. Como la vieja tenía Alzheimer, ni siquiera le reconocía. Aunque al principio se sentía culpable, dejó de ir a ver a su madre. Como ella ni siquiera le reconocía, era una pérdida de tiempo. Sólo iba una vez al mes o cada dos meses para comprobar que tenía buen estado de salud y que la trataban bien. O sea, que tenía mucho tiempo libre. También hablamos de mi y de mi marido, y de nuestra situación económica. Después de tomar los postres, me dijo:

- Me dijistes que querías hablar conmigo en un lugar reservado. Tu estás casada, pero el único lugar reservado que tengo es mi casa. Si aceptas, vamos a mi casa a tomar una copa. Si no aceptas, podemos hablar en mi coche.

Fuimos a su casa. Allí le conté mi plan. Se sorprendió. Después me dijo que siempre le hubiera gustado acostarse conmigo, que yo era una de las personas más sexys y deseables que conocía. Déjame pensarlo aunque sea 24 horas, dijo. Dame el número de tu móvil y mañana te llamo.

Al día siguiente me llamó. Quedamos en su casa.

- Quiero hacer un trato contigo, pero yo pongo las condiciones. Quiero exclusividad total, no tendrás otro cliente más que yo.

- Bueno, pero está mi marido...

- Tu marido tampoco.

- ¿Y como vas a impedir que folle con él?

Se levantó  y me dijo que le siguiera. Fuimos a otra habitación donde tenía un ordenador y lo encendió. Puso en marcha el navegador y tecleó en Google "CB 6000". Las imágenes que vi me asombraron. Aquello era una especie de cinturón de castidad para hombres, para mantener la polla cerrada con un candado.

- Con esto mantendré a tu marido alejado de tu coño. Bueno, en realidad, de cualquier coño. Ni siquiera podrá masturbarse. Por supuesto, yo tendré la llave del candado. Sólo yo podré quitárselo.

Me quedé unos minutos reflexionando. Todo esto era ir mucho más lejos de lo que yo tenía pensado. Ni siquiera iba a poder follar con Tony sin permiso de Andrés. Pero por otra parte, me intrigaba esta propuesta. Desde luego, no podía dar una respuesta enseguida. Tenía que pensarlo. Pero antes tenía que negociar la parte económica de la propuesta. Y por otro lado, no estaba dispuesta a cambiar la exclusividad sexual con un hombre con la exclusividad sexual con otro.

- Esto te va a costar muy caro.

- Ni lo sueñes. No puedo pagar más de 2.000 euros al mes.

Esto si que era sorprendente. Sólo quería pagar una cantidad mínima.

- No estoy dispuesta a cambiar la exclusividad con mi marido por otra contigo. Eso, al menos, debería valer unos 10 mil euros al mes.
-Yo te he dicho de ser tu único cliente, no de ser tu único amante. Son dos cosas muy diferentes. Mira, por ejemplo, yo tengo un amigo negro. Es inglés y vive en Londres. No le he visto nunca en bolas, pero según dicen, todos los negros la tiene enorme. Podríamos invitarle  pasar este verano con nosotros dos, Yo tengo un pequeño yate, no es gran cosa, un velero antiguo. Tengo el título de capitán de yate y navego bastante bien. El verano se acerca. ¿que te parece pasar julio y agosto con tres hombres a tu disposición, uno para limpiar y cocinar, otros dos para follar? Y todo esto mientras cobras 2.000€ al mes.

Recordé que don Anselmo hablaba mucho del yate. Y la propuesta era muy tentadora.

Seguimos negociando. Al final acordamos 2.500€ al mes, que era un poco superior a lo que Tony y yo cobrábamos cuando entre los dos cuando trabajábamos para su padre. Andrés uso el argumento de que de puta podía conseguir mucho más, pero no era lo mismo verse obligada a follar varias veces al día para conseguir 5 mil euros al mes que follar cuando quisiera. También le saqué dinero extra para comprame algo de ropa y renovar mi vestuario. Me prometió 10 mil euros. Acepté.

Y pasé un verano de puta madre.

Manuel

Manolo se enamoró de mi. Sus padres eran ricos y, según todos los hombres que conozco, yo estoy rica, como para mojar pan. Yo, por supuesto, no estaba enamorada de él, pero cuando me pidió salir juntos, le dije que si. Tenía casi treinta años, y podía quedarme para vestir santos, como decían antiguamente. Después de un año, me pidió matrimonio y, a pesar de sus escasas cualidades físicas (ya os podéis imaginar a que me refiero), le dije que le ponía una condición

- ¿Cual es?
- No me fío de los hombres, de ningún hombre, ni de ti ni de nadie. Me he acostado con muchos hombres casados como para fiarme de ninguno. Venden un pequeño aparatito que lleva un candado y sirve para evitar que tu hombre te engañe.

Conecté el ordenador y le enseñé imágenes de internet de dicho aparato. Quedó asombrado.

- Esta es la única condición. Ya vez que fácil.

Evidentemente puso pegas. Yo se las aclaré todas. Se puede hacer pis con él puesto, se puede bañar, si el candado, por la acción del agua empieza a ir mal, se le cambia por uno nuevo que se compra en una ferretería. Como él insistía en este punto, al final y para vencer cualquier resistencia, le dije:

- No te duches o no te bañes con él. Toma la ducha cuando yo esté en casa y te lo quitaré para que te duches y, después, te lo pondré otra vez.
- ¿Tengo que llevarlo puesto también cuando esté en casa?
- Si, porque se me puede olvidar ponértelo antes de salir.

Manolo buscó la última excusa:

- ¿Y si se pierde la llave?
- Viene con tres llaves. Y el candado se puede cambiar por otro antes de perder la última llave. En casa vamos a poner una pequeña caja fuerte, y guardaré una llave en ella.

Ya no aguanté más:

- Esto es como las lentejas: o las tomas o las dejas. Tu decides. Pero yo no voy a cambiar de opinión.

Y tan enamorado estaba de mi que se decidió por el si.

Ni durante la boda ni durante la luna de miel le obligué a llevarlo puesto. Era una tontería si iba yo a estar presente. Pero en cuanto llegamos a casa después de regresar de nuestro viaje al caribe, se lo hice poner. Le obligué a ducharse y después, se lo puse yo misma. Me miraba con ojos de cordero degollado, como queriendo darme lástima, pero yo no me dejé engañar por sus lágrimas de cocodrilo que salían de sus ojos y rodaban por sus mejillas. Durante los siguientes días, me aseguré de que la polla se podía limpiar bien sin necesidad de sacarla de su jaulita. Y vi que era así.

Unos días más tarde, llegué a casa un poco más tarde de lo habitual pero bien acompañada. Iba con Juan, uno de mis antiguos amantes. Manuel me miró con cara asombrada. Acompañé a Juan hasta nuestra alcoba matrimonial, le dije que me esperara un minuto. Volví al salón donde estaba Manuel aún con cara de asombro.

- He venido con un amigo. Vamos a follar en nuestra alcoba de matrimonio. Procura no molestarnos.

Y volví a la alcoba ante la cara asombrada de mi marido. Durante unas tres horas estuvimos retozando en la cama. Cuando salimos, ya eran las once de la noche.

- Manu, ¿nos has preparado algo para la cena?
- No.
- Cariño - dije dándole un beso en la boca - pide una pizza para tres.

Yo había decidido de antemano portarme de un modo cariñoso con mi marido. Nunca hablamos del tema. Simplemente yo hacía lo que me daba la gana. Por nuestra cama de matrimonio no sólo pasó Juan, sino también otros dos más- Manu nunca dijo nada sobre el tema. Y como no sacó el tema a relucir en nuestras conversaciones, yo tampoco. Este mes de mayo de 2012 se han cumplido cinco años de nuestra boda, y ahora soy de verdad feliz.

PD: poco a poco fui obligando a Manu a hacerse cargo de todas las tareas del hogar. Aprendió a cocinar y lo hace muy bien. Estoy feliz a su lado.