domingo, 23 de febrero de 2014

La humillación de Todd

Mi sicoanalista me ha recomendado que lo escriba todo en un papel, así que esto es lo que estoy haciendo. Me asegura que esto me ayudará.

Julie y yo eramos un poco raros en la cama, como vereis, pero aquel día todo fue mucho más allá de lo habitual.

Salí del trabajo y llegué a casa un poco más tarde de lo habitual. Julie ya se había ido a trabajar. Junto a la cena en la mesa de la cocina, había una nota en la que me decía que había algo en nuestra cama para mi. Fui a la alcoba y encontré unas diminutas braguitas sexys en la cama. Después de cenar fuí a la habitación, me desnudé y me puse sus braguitas. Era normal que para dormir me pusiera unas bragas suyas, así que no vi nada raro en ello. A ella le gustaba. Debajo de las bragas había otra nota en la que me decía que me había puesto uno de mis videos porno favoritos en el reproductor de DVDs, que me podía tocar, pero siempre por encima de las bragas y que en ningún caso podía eyacular. Esto se excedía de lo normal entre nosotros pero me lo tomé a bien.

Traté de cumplir sus órdenes y me toqué la polla por encima de las bragas pero esto no evitó que me corriera. Manché sus bragas de semen. Y me quedé dormido enseguida.

Pasaron unas horas hasta que ella me despertó. Estaba muy cariñosa y empezó a tocarme, pero su calentura, y la mía tambiém, desaparecieron cuando tocó sus bragas empapadas de semen.

Te dije que no podías correrte, hijo de la gran puta y no me obedecistes.

Estaba realmente enfadada. Nunca le había visto tan enojada. Y nunca me había gritado antes de ese modo. Estaba confundido y sin saber que hacer.

De repente se tranquilizó y me susurró al oido en una voz seductora:

¡Cómo te atreviste a correrte sin mi! Ahora me has privado de una follada contigo. Debes ser castigado por ello.

El aparente cambio de actitud no era más que una estrategia. Trajo una cuerda de un cajón de la cómoda. A veces la usábamos en nuestras sesiones de sexo. Yo la ataba a ella o al revés. Eso nos daba algo más de morbo. Pero en esta ocasión todo fue diferente. Me ató las muñecas al cabecero de la cama y me puso un pañuelo para taparme los ojos, como era habitual entre nosotros. Pero, a partir de ese momento, nada transcurrió según los cauces habituales.

Con su mano derecha me golpeaba la polla y los huevos. Yo gritaba de dolor. Ella gritaba de placer, Me llamaba maricón, hijo de puta y cabrón. Me sacó sus bragas. Después agarró mis tobillos y los subió por encima de mi cabeza hasta el cabecero de la cama y los ató junto a mis muñecas. Mis rodillas tocaban mi pecho. Mi culo quedó totalmente expuesto y en pompa.

Tomó uno de sus dildos más pequeños, puso un poco de vaselina y me penetró. Después de unos minutos de mete y saca, lo sacó y repitió con otro dildo más grande. Después repitió con el tercer dildo que tenía, el más grande. El dolor aumentó exponencialmente. Empecé a gritar y ella me abofeteó para que no levantara tanto la voz y despertase a los vecinos.

Cuando se cansó sacó de su neceser un par de pinzas y empezó a arancarme los pelos de las bolas y de toda mi zona genital.

Cuando toda mi zona genital quedó más pelada que la de un bebé, empezó a masajear mi polla. No se me ponía dura y su acción me hacía daño. Traté que se me pusiera dura pero fue imposible.

Me llamaba puta, su putita, su zorra:

Ya que no me sirves para follarme, disfruta como una mujerzuela.

Después sacó un dildo con vibrador de un tamaño mediano, me lo metió por el ano y le dió al botón de vibración.

Cuando por fin me corrí, ella puso las braguitas manchadas de mi semen debajo de la polla para que recibiera la mayor parte del semen. Después me obligó a chuparlas. Traté de cerrar la boca pero mo apretó las bolas con la mano y no tuve más remedio que abrir la boca.

Mientras pasó todo esto, de vez en cuando se detenía y con una mano sacaba fotos y me filmaba con el celular.

Por fin me desató y me obligó a ir a la habitación de invitados a dormir.

Cuando me desperté todo el cuerpo me dolía, especialmente mi ano y mis genitales.

Al día siguiente, me obligó a vestirme con su ropa interior, me afeitó la piel de mi panza y escribió con su lápiz de labios rojo "PUTA". Me hizo fotos.

Después empacó sus cosas y se fue. Nunca la volví a ver más.

Por mail me mandó varias direcciones donde había subido mis fotos.

Me quedé sólo deseando que vuelva. Nunca he tenido noticias de ella. Le he mandado miles de mails y de mensajes a su móvil pero nunca contesta.

Mi sicoanalista me ha dicho que busque a una sádica.