Myra tenía 14 años y era una preciosidad de adolescente. La conocía desde que mamaba de las tetas de su madre. Desde jóvenes, Adela, mi mujer, y yo éramos novios, y ahora, cuando ambos teníamos 30 (nacimos el mismo año, fuimos compañeros de instituto e íbamos al mismo curso), mis suegros nos habían invitado a compartir un departamento grande en la playa. Éramos 6: los dos matrimonios, Mira y mi cuñado de 19 que hacía vida aparte. Ya sabéis, salidas nocturnas, discotecas, levantarse tarde.
Adela y yo no teníamos hijos y ambos trabajábamos, pero nuestro poder adquisitivo no era muy grande. Ya os lo imagináis: dos sueldos mileuristas y una hipoteca por pagar que se comía uno de sueldos. Afortunadamente, estaban las dos pagas extras completas, con las que reuníamos unos 2.000€ extras que, sin embargo, no nos permitía alquilar un departamento en la playa en el mes de agosto. Hubiéramos podido alquilar por una quincena, pero nuestros suegros encontraron otra solución mejor: alquilar a medias un apartamento que le había ofrecido un compañero de trabajo con dos dormitorios dobles y uno individual. El hijo dormiría en una sofá cama en el living. Mirándola con lupa, la oferta tenía algún inconveniente, como por ejemplo, sólo había un cuarto de baño o no tenía plaza de garage para ningún coche, pero decidimos que todo tenía solución. Lo del baño se arreglaba con paciencia y ecuanimidad a la hora de usarlo, y lo del garage lo solucionamos alquilando una furgoneta para trasladarnos hasta la localidad costera y que después devolveríamos a la empresa de alquiler de coches en la cercana ciudad de Alicante .
Mi mujer era guapa y sexy, pero su hermana Myra era un bellezón. Además era una auténtica Lolita: buscaba siempre la manera de provocar a los chicos pero especialmente a los que tenían bastantes años más que ella, entre ellos yo. Todo había empezado unos meses atrás. Adela y yo teníamos la costumbre de ir a cenar a la casa de sus padres, y allí, cuando se le presentaba la ocasión de estar a solas conmigo (su padre dormía todos los días la siesta y su madre y Adela solían charlar), solía conducir de algún modo más o menos casual al tema del sexo. La mayoría de las veces eran estupideces, como el vestido sexy que se había comprado una compañera del instituto y me enseñaba una foto de dicha compañera en su móvil con el vestido sexy. Myra no tenía ningún complejo de hablar conmigo sobre ese tipo de temas y a veces la conversación subía de tono y aunque parezca increíble, en un par de ocasiones yo me calentaba y llegaba a la erección, con el consiguiente problema cuando aparecían por la habitación mi mujer con su madre. ¡Imagínate estar empalmado y tu mujer te dice que es hora de irse a casa! Estas sentado a la mesa y por lo menos allí puedes esconder la erección, pero si te levantas, todo el mundo lo va a notar. Y Myra siempre la notaba.
Ya sé que es difícil de creer que un adulto de 30 años se empalme con tan sólo una conversación con una chica como si fuera un adolescente, pero a mi me pasó una media docena de veces. Recuerdo que en una de esas ocasiones entró mi mujer y yo le dije que era muy pronto para irse. Ella se dio media vuelta y sin decir una palabra, volvió con su madre. Entonces se me ocurrió la estrafalaria idea de levantarme para ver como Myra iba a reaccionar al notar mi bultaco en mis pantalones e hice como que buscaba el mando de la tele que, por otra parte, estaba bien a la vista y en la mesa, justo al lado. Hice como que no lo había visto y me levanté y me puse a buscarlo y ella, al ver mi bultaco, dijo osadamente:
- ¿A que no te atreves a sacártela y enseñármela?
- ¿El qué?
- ¡Que va a ser! ¡No te hagas el tonto conmigo! Tienes el mando al lado mismo y me quieres hacer creer que te has levantado a buscarlo. Si tienes huevos, baja la bragueta y saca tu polla y tus huevos para que yo los vea bien.
Lo hice. Aquella situación me puso cachondo, mucho más de lo que ya estaba. Hice lo que me pedía.
- Acércate más a mi.
Tocó mis genitales que, si mi polla estaba durilla antes, ahora estaba dura como un palo de amasar. Y empezó a hacerme una paja, arriba y abajo. La situación era muy peligrosa, porque cualquiera podía haber entrado en la habitación, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a renunciar al placer que se nos presentaba. Me hizo la paja, recogió la mayor parte del semen en su mano y me hizo lamerlo de su propia mano, amenazándome con denunciarme a los miembros femeninos de su familia y decía que para prueba tenía mi semen en su mano. Decía que me iba a acusar de haberla obligado a hacerme la paja, y que sus pocos años jugaban a su favor. Estaba claro que iban a creerla a ella antes que a mi.
Durante meses reviví esa situación tan erótica en mi mente a diario. Y unos meses después, estábamos los dos viviendo bajo el mismo techo en un departamento en la playa.
Increíblemente, durante aquel mes de agosto Myra y yo gozamos de una libertad de acción total. Mi mujer parecía pasar de mi. Y yo, idiota de mi, sin sospechar lo que pasaba a mis espaldas. disfrutaba de la libertad con la compañía de Myra. Pasábamos la mayor parte del día juntos sin que nadie nos molestara con preguntas molestas. Y mis suegros nunca dijeron nada, porque creían que su hija estaba más segura conmigo que con extraños, dada su juventud.
Un día fuimos a una playa nudista. Fue sugerencia suya. Como no teníamos coche, fuimos caminando y pasamos la mayor parte del día juntos. Comimos unos bocadillos en la playa. Por supuesto, era la primera vez que la vi desnuda. ¡Estaba preciosa! Alta, delgada, con unas tetas casi de mujer adulta, con su coñito medio pelado que había afeitado formando un pequeño triángulo. Parecía una diosa.
Se tumbó encima de la toalla, boca abajo y me pidió que le pusiera crema en la espalda. Por supuesto que disfruté mucho haciéndolo. Primero le puse en toda la espalda, después en las piernas y después me advirtió que se la pusiera en las nalgas. Así lo hice.
- Vamos los dos al agua y follamos los dos en el agua. Muchas parejas lo hacen - me dijo bajito en la oreja.
Me quedé de piedra. No me lo esperaba. Pero reaccioné bien. Sin decir esta boca es mía, me puse de pie, le cogí la mano y nos metimos en el agua. Y follamos dentro del agua. No recordaba haber tenido un orgasmo tan bueno nunca. Supongo que la excitación de engañar a mi mujer le daba un punto más de eroticidad a la relación sexual.
Pero además habían otros ingredientes añadidos que me dejaron desconcertado. Ella tomó las riendas desde el principio. Empezamos besándonos y Myra trepó encima de mi y puso sus dos piernas sobre mi cadera, apretándome con fuerza como si sus piernas fueran un cepo para inmovilizarme y atraparme. Después empezó a besarme, pero al mismo tiempo, mordía mi labio inferior provocándome daño. Sin embargo, esta actitud me excitó aún más. La verdad es que me hizo bastante daño, aunque no se notaba.
De vuelta a la arena de la playa, me enseñó unas fotos y un pequeño vídeo en su móvil de mi mujer follando con el hijo del dueño del apartamento. El edificio donde estaba el apartamento alquilado formaba una especie de U. Nosotros vivíamos en el departamento interior de uno de los brazos de la U, y los dueños del mismo tenían otro departamento en el lado contrario pero dos plantas más abajo. En las fotos y en el vídeo, mi mujer y el chico estaban follando en el sofá que estaba bajo la zona de visión de la doble puerta de aluminio que daba al pequeño balcón. Era de día, por la mañana, porque la zona abierta de la U daba al sureste, y en el vídeo y fotos, les daba el sol en la cara. Myra usó el zoom y se les veía perfectamente iluminada la cara a ambos.
- El vídeo es de esta mañana a las diez, y lo grabé cuando tu estabas en el super comprando.
Estaba desilusionado. Mi mujer me había engañado, y el hecho de que yo hubiera hecho lo mismo, no alejaba de mí la humillación y rabia que sentía.
- Cambiemos de tema. ¿Que te ha parecido nuestra relación en el agua? ¿Te ha gustado?
- Mucho- contesté. He tenido el mejor orgasmo de mi vida. Pero he notado que no eras virgen.
- El mes que viene, el 5 de septiembre, cumplo quince. Empecé a tener relaciones en enero, pero no he disfrutado ningún polvo tanto como este. Llevar la voz cantante, subirme encima de ti y morderte los labios me ha excitado. Me parece que me va a gustar ser una chica mala y portarme mal contigo, si tu me aguantas.
- La verdad es que me ha gustado mucho tu actitud, incluidos los mordiscos labiales. Me gustaría repetir.
- Podríamos repetir mañana aquí mismo, pero con otra variante.
- ¿Otra variante? Te tengo un miedo terrible.
- Hay chicos a los que les gusta que las chicas tomen la iniciativa.
- ¿Y tu crees que yo estoy entre ellos?
- Si, estoy convencida. Te conozco desde que era una niña y sé el caracter que tienes. Te gusta complacer a las mujeres. Estoy convencida de ello.
- Quizás sea cierto, no lo se - admití. La verdad es que Myra había descubierto en mi algo que yo desconocia.
Por la noche pensé que hacer del tema de Adela. Pensé en montar un escándalo. pero después lo medité mejor. Si lo hacía, las relaciones con mis suegros se iban a deteriorar y posiblemente se acabarían las vacaciones y no conviviría más con Mayra. Esta chica me estaba volviendo loco. Mientras Adela dormía como un tronco, yo no hacía más que pensar en su hermana.
Al día siguiente volvimos Myra y yo a la playa, pero esta vez ella se empeñó en llevar un pequeño bote hinchable con un par de pequeños remos. Fuimos andando y, por supuesto, yo tuve que llevar la mayor parte del peso.
Una vez en la playa nudista, Myra quiso que yo hinchara el dichoso bote, que ya me estaba hinchando las bolas, valga la expresión, y lo hinché con el aparato manual que tambiém yo había acarreado.
Esta vez, Myra no quiso tomar el sol al principio de la jornada playera, sino que nos embarcamos en la barquita. Por supuesto, yo tuve que remar. Se emeepñó en que nos fuéramos bein para lo hondo, bien lejos de la playa. Yo quise negarme, pero ella se enfadó y me obligó a ir hasta que las figuras humanas eran, a nuestra vista, del tamaño de unas hormiguitas.
Entonces quiso que yo le lamiera el coño. Por primera vez en mi vida, mi cuñadita me dio una orden tajante. Se dice que las mujeres mandan a los hombres a través de sugerencias, de lloros, de coacciones sentimanteles, etc., y de este modo había sido entre ambos, como por ejemplo, el día anterior y este día hasta ese momento. Ahora me daba una orden bien clara. Procuró poner la voz bien grave y masculina, supongo que consciente de que su voz femenina y aguda no era lo más apropiado. La orden fue corta y rotunda:
Obedecí. ¿Que iba a hacer si no?
Ella se corrió en mi boca. Noté sus jugos en mi boca. ¡Delicioso!
Después quise que ella me chupara la polla, pero se negó.
Quise discutir el tema con ella, pero en cuanto abrí la boca, me hizo callar.
Yo estaba empalmado. Ella, al verme, soltó:
Fue una frustación enorme, frustación que he sentido desde entonces muchas veces.
Incluso en nuestra corta estancia de verano, llegamos a una rutina. Myra y yo íbamos todos los días a la playa nudista, unos días íbamos sin el botecito hinchable y, desde ese momento, yo sabía que tocaba follada en las aguas del Mediterráneo. Otros días yo llevaba el botecito de marras y desde ese momento, yo sabía que tocaba un cumilingus para ella y, para mi, frustación.
Myra grabó un par de veces más a su hermana follando y al acabar el mes de agosto, el día antes de nuestra partida, me pasó las fotos y el vídeo a mi móvil.
Al llegar a casa le enseñé las fotos y los vídeos a Adela y me dijo:
Hizo una pausa.
Asó ocurrió y así se hizo. Nunca más volví a ver a mis suegros. Myra me dijo que despreciaban mi manera de comportarme. Ahora Myra tiene 20 años y está en tercero de Medicina. Adela y yo seguimos casados, pero ya no vivimos juntos por supuesto. Yo vivo con Myra y la obedezco en todo. Cuando llego a casa después de trabajar, casi siempre está ella en casa estudiando, excepto un día a la semana que se queda en la Facultad de Medicina y que come allí. Nada más llegar, me pongo a limpiar. Myra me exige que la casa esté muy limpia. Se pone a estudiar hasta la hora de la cena. Hago la cena pero siempre tengo que preguntarle primero que desea cenar. Después quito la mesa, barro por si cayó alguna miguita al suelo y friego. Después siguo limpiando, sea necesario o no, esté limpio o sucio. Eso no importa. Myra odia que yo esté mirando la tele o escuchando música mientras estudia. Los fines de semana salimos los dos juntos a corer a un parque cercano. Fuera de eso, ella sigue estudiando y yo sigo limpiando. Tenemos relaciones sexuales cuando ella quiere, pero yo tengo prohibido insunuarle nada.
Cuando llega la Semana Santa o un puente como el de la Constitución, ella se olvida de sus estudios y se va con algún compañero de la facu. Yo me quedo sólo en casa. En los veranos, hemos compartido apartamento playero con un par de médicos para dividir los gastos. Myra folla con ellos y yo me quedo sin follar. Todo el mes de agosto sin follar.
Pero aún así, esta vida me gusta más que la que llevaba con Adela.
Mi mujer era guapa y sexy, pero su hermana Myra era un bellezón. Además era una auténtica Lolita: buscaba siempre la manera de provocar a los chicos pero especialmente a los que tenían bastantes años más que ella, entre ellos yo. Todo había empezado unos meses atrás. Adela y yo teníamos la costumbre de ir a cenar a la casa de sus padres, y allí, cuando se le presentaba la ocasión de estar a solas conmigo (su padre dormía todos los días la siesta y su madre y Adela solían charlar), solía conducir de algún modo más o menos casual al tema del sexo. La mayoría de las veces eran estupideces, como el vestido sexy que se había comprado una compañera del instituto y me enseñaba una foto de dicha compañera en su móvil con el vestido sexy. Myra no tenía ningún complejo de hablar conmigo sobre ese tipo de temas y a veces la conversación subía de tono y aunque parezca increíble, en un par de ocasiones yo me calentaba y llegaba a la erección, con el consiguiente problema cuando aparecían por la habitación mi mujer con su madre. ¡Imagínate estar empalmado y tu mujer te dice que es hora de irse a casa! Estas sentado a la mesa y por lo menos allí puedes esconder la erección, pero si te levantas, todo el mundo lo va a notar. Y Myra siempre la notaba.
Ya sé que es difícil de creer que un adulto de 30 años se empalme con tan sólo una conversación con una chica como si fuera un adolescente, pero a mi me pasó una media docena de veces. Recuerdo que en una de esas ocasiones entró mi mujer y yo le dije que era muy pronto para irse. Ella se dio media vuelta y sin decir una palabra, volvió con su madre. Entonces se me ocurrió la estrafalaria idea de levantarme para ver como Myra iba a reaccionar al notar mi bultaco en mis pantalones e hice como que buscaba el mando de la tele que, por otra parte, estaba bien a la vista y en la mesa, justo al lado. Hice como que no lo había visto y me levanté y me puse a buscarlo y ella, al ver mi bultaco, dijo osadamente:
- ¿A que no te atreves a sacártela y enseñármela?
- ¿El qué?
- ¡Que va a ser! ¡No te hagas el tonto conmigo! Tienes el mando al lado mismo y me quieres hacer creer que te has levantado a buscarlo. Si tienes huevos, baja la bragueta y saca tu polla y tus huevos para que yo los vea bien.
Lo hice. Aquella situación me puso cachondo, mucho más de lo que ya estaba. Hice lo que me pedía.
- Acércate más a mi.
Tocó mis genitales que, si mi polla estaba durilla antes, ahora estaba dura como un palo de amasar. Y empezó a hacerme una paja, arriba y abajo. La situación era muy peligrosa, porque cualquiera podía haber entrado en la habitación, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a renunciar al placer que se nos presentaba. Me hizo la paja, recogió la mayor parte del semen en su mano y me hizo lamerlo de su propia mano, amenazándome con denunciarme a los miembros femeninos de su familia y decía que para prueba tenía mi semen en su mano. Decía que me iba a acusar de haberla obligado a hacerme la paja, y que sus pocos años jugaban a su favor. Estaba claro que iban a creerla a ella antes que a mi.
Durante meses reviví esa situación tan erótica en mi mente a diario. Y unos meses después, estábamos los dos viviendo bajo el mismo techo en un departamento en la playa.
Increíblemente, durante aquel mes de agosto Myra y yo gozamos de una libertad de acción total. Mi mujer parecía pasar de mi. Y yo, idiota de mi, sin sospechar lo que pasaba a mis espaldas. disfrutaba de la libertad con la compañía de Myra. Pasábamos la mayor parte del día juntos sin que nadie nos molestara con preguntas molestas. Y mis suegros nunca dijeron nada, porque creían que su hija estaba más segura conmigo que con extraños, dada su juventud.
Un día fuimos a una playa nudista. Fue sugerencia suya. Como no teníamos coche, fuimos caminando y pasamos la mayor parte del día juntos. Comimos unos bocadillos en la playa. Por supuesto, era la primera vez que la vi desnuda. ¡Estaba preciosa! Alta, delgada, con unas tetas casi de mujer adulta, con su coñito medio pelado que había afeitado formando un pequeño triángulo. Parecía una diosa.
Se tumbó encima de la toalla, boca abajo y me pidió que le pusiera crema en la espalda. Por supuesto que disfruté mucho haciéndolo. Primero le puse en toda la espalda, después en las piernas y después me advirtió que se la pusiera en las nalgas. Así lo hice.
- Vamos los dos al agua y follamos los dos en el agua. Muchas parejas lo hacen - me dijo bajito en la oreja.
Me quedé de piedra. No me lo esperaba. Pero reaccioné bien. Sin decir esta boca es mía, me puse de pie, le cogí la mano y nos metimos en el agua. Y follamos dentro del agua. No recordaba haber tenido un orgasmo tan bueno nunca. Supongo que la excitación de engañar a mi mujer le daba un punto más de eroticidad a la relación sexual.
Pero además habían otros ingredientes añadidos que me dejaron desconcertado. Ella tomó las riendas desde el principio. Empezamos besándonos y Myra trepó encima de mi y puso sus dos piernas sobre mi cadera, apretándome con fuerza como si sus piernas fueran un cepo para inmovilizarme y atraparme. Después empezó a besarme, pero al mismo tiempo, mordía mi labio inferior provocándome daño. Sin embargo, esta actitud me excitó aún más. La verdad es que me hizo bastante daño, aunque no se notaba.
De vuelta a la arena de la playa, me enseñó unas fotos y un pequeño vídeo en su móvil de mi mujer follando con el hijo del dueño del apartamento. El edificio donde estaba el apartamento alquilado formaba una especie de U. Nosotros vivíamos en el departamento interior de uno de los brazos de la U, y los dueños del mismo tenían otro departamento en el lado contrario pero dos plantas más abajo. En las fotos y en el vídeo, mi mujer y el chico estaban follando en el sofá que estaba bajo la zona de visión de la doble puerta de aluminio que daba al pequeño balcón. Era de día, por la mañana, porque la zona abierta de la U daba al sureste, y en el vídeo y fotos, les daba el sol en la cara. Myra usó el zoom y se les veía perfectamente iluminada la cara a ambos.
- El vídeo es de esta mañana a las diez, y lo grabé cuando tu estabas en el super comprando.
Estaba desilusionado. Mi mujer me había engañado, y el hecho de que yo hubiera hecho lo mismo, no alejaba de mí la humillación y rabia que sentía.
- Cambiemos de tema. ¿Que te ha parecido nuestra relación en el agua? ¿Te ha gustado?
- Mucho- contesté. He tenido el mejor orgasmo de mi vida. Pero he notado que no eras virgen.
- El mes que viene, el 5 de septiembre, cumplo quince. Empecé a tener relaciones en enero, pero no he disfrutado ningún polvo tanto como este. Llevar la voz cantante, subirme encima de ti y morderte los labios me ha excitado. Me parece que me va a gustar ser una chica mala y portarme mal contigo, si tu me aguantas.
- La verdad es que me ha gustado mucho tu actitud, incluidos los mordiscos labiales. Me gustaría repetir.
- Podríamos repetir mañana aquí mismo, pero con otra variante.
- ¿Otra variante? Te tengo un miedo terrible.
- Hay chicos a los que les gusta que las chicas tomen la iniciativa.
- ¿Y tu crees que yo estoy entre ellos?
- Si, estoy convencida. Te conozco desde que era una niña y sé el caracter que tienes. Te gusta complacer a las mujeres. Estoy convencida de ello.
- Quizás sea cierto, no lo se - admití. La verdad es que Myra había descubierto en mi algo que yo desconocia.
Por la noche pensé que hacer del tema de Adela. Pensé en montar un escándalo. pero después lo medité mejor. Si lo hacía, las relaciones con mis suegros se iban a deteriorar y posiblemente se acabarían las vacaciones y no conviviría más con Mayra. Esta chica me estaba volviendo loco. Mientras Adela dormía como un tronco, yo no hacía más que pensar en su hermana.
Al día siguiente volvimos Myra y yo a la playa, pero esta vez ella se empeñó en llevar un pequeño bote hinchable con un par de pequeños remos. Fuimos andando y, por supuesto, yo tuve que llevar la mayor parte del peso.
Una vez en la playa nudista, Myra quiso que yo hinchara el dichoso bote, que ya me estaba hinchando las bolas, valga la expresión, y lo hinché con el aparato manual que tambiém yo había acarreado.
Esta vez, Myra no quiso tomar el sol al principio de la jornada playera, sino que nos embarcamos en la barquita. Por supuesto, yo tuve que remar. Se emeepñó en que nos fuéramos bein para lo hondo, bien lejos de la playa. Yo quise negarme, pero ella se enfadó y me obligó a ir hasta que las figuras humanas eran, a nuestra vista, del tamaño de unas hormiguitas.
Entonces quiso que yo le lamiera el coño. Por primera vez en mi vida, mi cuñadita me dio una orden tajante. Se dice que las mujeres mandan a los hombres a través de sugerencias, de lloros, de coacciones sentimanteles, etc., y de este modo había sido entre ambos, como por ejemplo, el día anterior y este día hasta ese momento. Ahora me daba una orden bien clara. Procuró poner la voz bien grave y masculina, supongo que consciente de que su voz femenina y aguda no era lo más apropiado. La orden fue corta y rotunda:
Cúpame el coño hasta que me corra en tu boca.
Obedecí. ¿Que iba a hacer si no?
Ella se corrió en mi boca. Noté sus jugos en mi boca. ¡Delicioso!
Después quise que ella me chupara la polla, pero se negó.
Si quieres seguir comigo, nunca más me pidas que te la chupe.
Quise discutir el tema con ella, pero en cuanto abrí la boca, me hizo callar.
Rema hasta la orilla.
Yo estaba empalmado. Ella, al verme, soltó:
No quiero ni que te la toques. Aguanta sin masturbarte, ya se te bajará.
Fue una frustación enorme, frustación que he sentido desde entonces muchas veces.
Incluso en nuestra corta estancia de verano, llegamos a una rutina. Myra y yo íbamos todos los días a la playa nudista, unos días íbamos sin el botecito hinchable y, desde ese momento, yo sabía que tocaba follada en las aguas del Mediterráneo. Otros días yo llevaba el botecito de marras y desde ese momento, yo sabía que tocaba un cumilingus para ella y, para mi, frustación.
Myra grabó un par de veces más a su hermana follando y al acabar el mes de agosto, el día antes de nuestra partida, me pasó las fotos y el vídeo a mi móvil.
Al llegar a casa le enseñé las fotos y los vídeos a Adela y me dijo:
- Muy bonitas, pásalas a mi móvil y se las enseñaré a mis futuros amantes. Pero ojo, no se te ocurra subirlas a Internet.
- ¡Pero como... ! No vas ni siquiera a disculparte.
- Ni lo sueñes. Mi hermana me ha contado lo que hacíais los dos en la playa nudista. Me lo ha contado con pelos y señales. Mi hermana también me contó lo que hacíais los dos en casa, especialmente aquel día en que te hizo una paja. Lo se todo desde hace tiempo. Ella me lo cuenta todo. Y también me ha dicho que si quieres verla, tienes que dejar que yo folle con quién me de la gana. Y además en esta casa, que es tan tuya como mía. Los dos pagamos la hipoteca juntos, así que pienso traer a casa a quién me de la gana. A partir de ahora dormirás en la habtación de los invitados. Ya he pactado con Myra que en cuanto cobremos venderemos la cama de un cuerpo y compraremos una de segunda mano más grande. Myra vendrá todos los viernes al salir de la escuela y volverá el lunes a la escuela. Todo el fin de semana, lo pasará aquí. Traerá una parte de su ropa para no estar trayendola de aquí a allá continuamente.
- ¿Y tus padres?
- Están de acuerdo. Lo único que les interesa es que Myra estudie, que ingrese en la universidad, que haga una carrera y que se desarrolle profesionalmente. Y mientras Myra saque buenas notas, y hasta ahora siempre las sacó excelentes, no pondrán ningún impedimento. Además, como sabes, ellos nacieron en un pueblo de Ciudad Real, y cuando mi abuela murió hace un par de años, le quedó la casa allá en el pueblo. Quieren ir a pasar allá los fines de semana y los puentes. A mi padre le quedan cinco años para jubilarse y cuando lo haga, se irán a vivir allí. Nos dejaran el piso de Madrid a las dos hijas. Para entonces, Myra tendrá 19 años y será mayor de edad, y tu y ella viviereis allí y yo viviré aquí sola.
Hizo una pausa.
- Resumiendo: Myra pasará los fines de semana aquí contigo en la habitación de los invitados hasta que cumpla los 18. Cambiaremos la cama individual por una de matrimonio. Después se quedará aquí a vivir permanentemente hasta que papá se jubile, un año después, mes más, mes menos. Entonces os ireis a vivir los dos al otro piso, al piso de papá y mamá. Yo me traeré a mis amantes aquí. Y por supuesto, ólvidate de follar conmigo para siempre jamás. Y para que te enteres, yo me encargué de follar con el hijo de dueño del apartamento playero y de ponernos al alcance de la cámara del móvil de Myra aposta. Lo planeamos las dos juntas. Todo lo planeamos juntas.
Asó ocurrió y así se hizo. Nunca más volví a ver a mis suegros. Myra me dijo que despreciaban mi manera de comportarme. Ahora Myra tiene 20 años y está en tercero de Medicina. Adela y yo seguimos casados, pero ya no vivimos juntos por supuesto. Yo vivo con Myra y la obedezco en todo. Cuando llego a casa después de trabajar, casi siempre está ella en casa estudiando, excepto un día a la semana que se queda en la Facultad de Medicina y que come allí. Nada más llegar, me pongo a limpiar. Myra me exige que la casa esté muy limpia. Se pone a estudiar hasta la hora de la cena. Hago la cena pero siempre tengo que preguntarle primero que desea cenar. Después quito la mesa, barro por si cayó alguna miguita al suelo y friego. Después siguo limpiando, sea necesario o no, esté limpio o sucio. Eso no importa. Myra odia que yo esté mirando la tele o escuchando música mientras estudia. Los fines de semana salimos los dos juntos a corer a un parque cercano. Fuera de eso, ella sigue estudiando y yo sigo limpiando. Tenemos relaciones sexuales cuando ella quiere, pero yo tengo prohibido insunuarle nada.
Cuando llega la Semana Santa o un puente como el de la Constitución, ella se olvida de sus estudios y se va con algún compañero de la facu. Yo me quedo sólo en casa. En los veranos, hemos compartido apartamento playero con un par de médicos para dividir los gastos. Myra folla con ellos y yo me quedo sin follar. Todo el mes de agosto sin follar.
Pero aún así, esta vida me gusta más que la que llevaba con Adela.