jueves, 8 de diciembre de 2011

Un regalo envenenado

Mi esposa viaja dos o tres veces al año al extranjero por cuestiones de negocios, Yo me quedo como siempre en casa solo y con mi cb6000 puesto. Ella, por supuesto, se llevó las llaves consigo. Cuando voy a recogerla al aeropuerto, ella me dice: Compré un regalito para tí.

Me deja con la incógnita y la curiosidad durante unas horas. Siempre que viaja, me compra algo: unas bragas, un sujetador, anillos, pulseras, cosas de mujer. Mientras se ducha, yo deshago su maleta, y veo una paquete pequeño envuelto en papel de regalo con una cinta de color rosa. Se que es mi regalo, pero también se que tengo prohibido abrirlo. Lo dejó en su mesita de noche. Pongo la ropa sucia en el canasto de la ropa sucia y encuentro las llaves de mi cb-6000. Las pongo en la mesita de noche junto a mi regalo.

Sale del cuarto de baño semidesnuda y a medio envolver en la toalla, dejando un reguero de agua a su paso que se que tendré que limpiar. Termina de secarse con la toalla mientras observo su hermoso cuerpo. De repente ve el paquete en su mesita y me dice con una sonrisa: tendrás que esperar hasta después de la cena. Ella se viste para la cena con una ropita corta y sexy, unos minipantaloncitos y un topcito de color rosa pastel. Estamos al principio del verano y ya apetece estar ligero de ropa en casa.

Limpio lo que ensució, el baño y el piso del dormitorio, preparo la cena, una cena ligera como siempre, pongo la mesa y durante la cena me pregunta como me ha ido sin mi durante los tres días. Le digo la verdad, que no han habido muchas novedades, ya que como siempre, he estado los tres días en casa. Le digo que no he parado de limpiar la casa una y otra vez, con la esperanza de que el tiempo pase más rápidamente haciendo algo y para no pensar continuamente en ella, esperando siempre su llamada. Sonríe al escuchar estas palabras. Le halaga escuchar estas palabras.

Después de recoger la mesa, fregar y limpiar la cocina, acudo al dormitorio. Ella esta echada sobre la cama con su notebook. Al verme, me ordena: "Desnúdate."

Obedezco y me voy desnudando. Los zapatos, los calcetines, los pantalones, la camisa de manga corta rosada, y por último,. las bragas de color rosa. Ella es una fan de dicho color. Me quedo de pie junto a ella. Durante unos segundos no dice nada concentrada como está en su notebook, pero al cabo de un tiempo, reacciona. Coge de su mesita las llaves y me saca mi jaulita para el pito.

Abre el paquete, me ordena.

Lo abro y me encuentro una jaulita para el pene, pero esta parece muy pequeña. Trato de disimular mi consternación y le doy las gracias, pero ella nota mi desencanto. Ella se sienta en la cama y me hace sentar a su lado.

Ya se que tenemos una, pero esta es diferente, dice.

Parece más pequeña, observo.

Si, pero no importa. Va a caber dentro. Seguro.

Sus palabras demuestran seguridad. No quiero seguir por este camino, ya que me tiene prohibido discutir con ella, así que debo hablar con cuidado para no pasar la barrera y que me pegue. Ella es muy inflexible con esto. No debe haber en mi tono o en mis palabras ningún asomo, no ya de crítica, sino ni siquiera de duda sobre sus afirmaciones.

Sácate las bragas, dice.

Después de obedecerla, intenta poner mi pene dentro, pero no cabe. Al forcejear, mi pene se pone morcillón y un poco grande, sin estar duro, y aún cabe menos. Después de pensar unos minutos, me ordena:

Trae un bowl de la cocina, pon agua fría de la nevera y unos cubitos de hielo.

Vuelvo al dormitorio con lo pedido y ella pone el bowl debajo de mis partes y lo sube hasta que mis testículos y mi pene están sumergidos en el agua fría como un iceberg. En apenas unos minutos, mis partes se reducen de tamaño y ella las pone, por fin, dentro de la jaulita.

Ponte uno de tus sujetadores, que haga juego con las bragas. Y de paso, trae el dildo que vamos a tener una fiesta para celebrar mi vuelta. Vuelvo con ambas cosas y le ayudo a ponerse las correas a la cintura por detrás. ¡Está muy sexy con el strapon puesto", pienso para mis adentros.

Después de una hora de sexo donde la polla no se me puede poner tiesa y no puedo eyacular, nos acostamos. Antes de dormirnos, me pregunta con un tono de voz fingidamente cariñoso:

¿Te gusta mi nuevo regalo, cariño?

Si ama, me gusta mucho, digo, intentando fingir lo contrario de lo que siento.

Ah, se me olvidaba, mañana es viernes, y a las diez de la noche viene Andrés. Le he echado mucho de menos desde el domingo pasado. Quiero que la casa esté superlimpia para recibirle como se merece, y una rica cena para dos en la mesa. ¿Está-cla-ro?

Subraya las sílabas de la pregunta para que no haya duda.

Si, ama. contesto.

Intento dormir, pero con la jaulita tan pequeña me cuesta mucho, porque me molesta. No paro de moverme en la cama y consigo que se despierte. Me pregunta que me pasa, y le digo que la nueva jaulita es muy pequeña y me molesta mucho.

Como me vuelvas a despertar, no te la quito hasta el lunes, dice con mal humor.

Por fi me duermo.