martes, 28 de octubre de 2014

Mi vestido de novia

Me casé con Susana cuando ella tenía 23 y yo 25. Susy, como la llamamos, es la mayor de cuatro hermanas y su padre falleció. Después de la boda y al regreso del viaje de novios, un sábado por la tarde de principios de verano acudieron a casa la mamá y las tres hermanas de Susi, que por orden de edad, son: Norma, 21 años; Estela, 19; y Erica de 16 años. La mamá también se llama Susana, así que para no confundirla la llamaré mamá o suegra.

Las cinco las mujeres tienen un cuerpo parecido: altas, delgadas y con poco volumen pectoral. Y el motivo de la visita era probarse el vestido de novia que Susi lució en la boda, hacerse fotos y subirlas al feisbuk. Las 5 mujeres se fueron muy sonrientes para la alcoba de matrimonio, donde Susi guardaba el vestido de la boda.

A los pocos minutos apareció la madre vestida con el vestido. El vestido le sentaba bien de cadera, pero la espalda le venia un poco pequeña. Tuvieron que ajustar con unas gomas elásticas que, como todos sabemos, son de un color parecido a la carne. Pero con este pequeño ajuste, por delante, le sentaba divino. Bueno, un poco más largo que a mi mujer, pero es normal que las hijas sean más altas que sus madres.

Después, por orden de edad, se lo probaron las tres hermanas. A ninguna de ellas le tuvieron que hacer ningún ajuste. A las tres les sentana divino el vestido.

Cuando Erica se iba a la alcoba a quitarse el vestido, yo exclamé:

"¡Esperad, ahora falto yo!"

"¡Cómo!", fue la exclamación general de las cinco mujeres.

"Si, yo también quiero ponérmelo."

"¡Pero si tú no tienes tetas," exclamó una, no recuerdo cual.

"¡Y qué! Las cinco teneis las tetas pequeñas. Con un par de pañuelos arreglado."

Enseguida hubo un arrebato de entusiasmo entre las chicas. Empezaron a palmotear y a sonreir. Fuimos los seis a la alcoba y Erica empezó a desvestirse. No le importó quedarse en paños menores delante de su cuñado. Ni a su madre tampoco le importó, así que cuando se quitó el vestido, yo me desnudé y me quedé en paños menores. Miré hacia abajo, me vi en calconzillos boxer, vi el delicado vestido de novia tendido encima de la cama de matrimonio y me dije para mis adentros: "Esto no cuadra."

"Saca la ropa interior que llevabas el día de la boda," le dije a mi esposa. Me miró con una cara de sorpresa pero enseguida abrió un cajón y sacó la ropa inteior.

Mi suegra reaccionó rápido y dijo: "Chicas, salgamos que Juan tiene que cambiarse la ropa interior." Hubo un murmullo de desaprobación entre mis cuñadas. "No os vayais," dije yo."Para lo que hay que ver." Y al mismo tiempo que decía esto me quitaba los calzoncillos y me puse las bragas. Después mi suegra me ayudó a ponerme el sujetador porque no tenía práctica en hacerlo yo en hacerlo por mí mismo y me colocó unpoco de algodón. Después me puse las medias y el ligero. Al ser el más alto las medias me quedaban un poco bajas. Aunque no soy muy peludo y el pelo de mis piernas no es muy oscuro, se notaba bastante de cerca. Así que me saqué las medias y las chicas me depilaron. "Nunca fue caballero por damas tan bien servido...", pensé. Por fin me puse el vestido.

Al ponerme el vestido noté una emoción muy fuerte al sentir el contacto de la fina tela con mi piel. Desde adolescente siempre había sentido el deseo de vestirme de mujer. pero lo rechazaba con bastante facilidad. En aquel momento vestido con aquel vestido, sentí una emoción inexplicable. Es una sensación sublime, divina, bellísima. Como después me recordó Susi, sonreía como un tonto, como un niño ante un juguete nuevo.

Después vino la sesión de maquilaje. Mi suegra tenía en su casa (ahora están en la mía) tres pelucas. Se fue corriendo a por ellas. Cuando regresó, hubo una discusión sobre cual me sentaba mejor. Al final tuve que decidir yo y elegí una de pelo negro y media melena.

Después me sacaron fotos. Norma dijo; "Las voy a subir a mi feis." "Ni se te ocurra," dijo Susi. Pero yo intervine: "¿Por qué no". "Las puede ver tu jefe. Recuerda que tienes a tus compañeros en tu feis y se van a chivar a tu jefe. Te puede despedir."

El argumento parecía contundente. Pero mi suegro es un ogro y mi trabajo es muy malo y muy mal pagado. Y mis compañeros horribles. Susi me agarró de la mano y me llevó al dormitorio. Empezamos una discusión a gritos. Bueno, ella gritaba y yo callaba.

"Si me despide mi jefe no hay problema. Buscaré un trabajo."

"En plena crisis y con casi 5 millones de parados."

"Bueno, ¿y que problema hay? El piso es de tu madre, no tenemos hipoteca ni préstamos y tu ganas casi 1.500 al mes."

"Y si me despiden..."

"No te pueden despedir. Ya hubo una reducción de plantilla y te consevaron el puesto, a pesar de que ganas bastante. Despidieron a otros empleados que ganan menos que tu y a ti te dejaron. Eres muy buena en tu trabajo. Eres capaz de venderle un aire acondicionado a un esquimal."

Mi mujer, que estaba sentada en el borde de la cama, sonrió. Después de un rato pensando, dijo:

"Bueno, lo acepto, pero con una condición ineludible. Tienes que cumplirla a rajatabla."

"¿Cual es?"

"Te he visto sonriendo cuando estabas vestido de mujer. No sabía que te gustaba ir vestido de mujer. Lo tenías muy escondido. Ya que te gusta tanto ir travestido, cuando estes en casa, tienes que ir vestido de mujer."

Lo pensé un minuto y contesté:

"Acepto el trato."

Entonces dijo a mi mujer: "Bueno, chicas, ya podeis entrar." Y entraron las cuatro a mansalva, atropellandose las unas a las otras."

Dirigí la cara hacia mi mujer. "¿Sabías que estaban escuchando detrás de la puerta.?" "Claro, las conozco como si las hubiese parido."

"Escuchad, si te despiden, que seguro que te van a despedir, yo te pago 100 euros al mes si vienes a limpiar el piso tres veces a la semana, pero si vienes vestido de mujer, te pago 300," dijo mi suegra. 

Mi suegra, además de una buena pensión de viudedad, tiene 6 pisos en alquiler.

"Aceptamos," dijo mi mujer.

Hubo una alegría general.

Al día siguiente en la oficina, todo era sonrisas, comentarios y cuchicheos. Una hora antes de la salida, mi jefe me hizo llamar al despacho:

"Sánchez, ya puede coger sus cosas e irse. Está despidido. Venga mañana a por el cheque del finiquito y de los días trabajados este mes."