sábado, 25 de octubre de 2014

Mama feminista

Esta es una carta de Sandy.

Mi madre es una feminista que no cree en el matrimonio. En su lugar, ella cree que los hombres deben ser, en primer lugar, proveedores de una buena base genética y después, unos buenos progenitores. Así que ni mi hermana mayor Leslie ni yo tenemos la menor idea de quienes son nuestros padres respectivos, ni siquiera si son el mismo. Cuando nació mi hermana, mamá no quiso que su vida estuviera limitada por las opciones de género, así que decidió criarla y educarla en un especie de educación unisex. Les tenía el pelo cortado de un modo que fuera propio tanto de una niña como de un niño, y vestía ropas que, en su mayoría, dejaban su género en dudas. Mamá siempre la presentaba como "mi Leslie."
De otro lado, mamá no quería que mi hermana se perdiera el tacto suave de los vestidos delicados, así que le compró varios vestidos glamurosos confeccionados con las mejores y delicadas telas, pero que Les, al principio, solo se ponía en casa.
Cuando nací 5 años más tarde, mamá no veía motivos para criarme de otro modo, a razón de lo satisfecha que estaba con la educación de mi hermana. Yo usaba la ropa vieja de mi hermana, incluido mallas y tops, que eran muy femeninos para un chico pero muy masculinos para una chica. Mamá me enseñó desde muy niño a hacer pis sentado para no manchar mi ropa. Cuando estábamos en casa también me ponía los vestidos bonitos de mi hermana que a ella ya le quedaban pequeños. Por supuesto también me compró algo de ropa, pero no tanto como a mi hermana. En alguna ocasión nos compraba dos vestidos iguales pero cada uno de la talla de una, así que ibamos vestidos igual las dos. Algunos fines de semana jugábamos y nos vestía a los dos igual, con maquillaje, lazos, pintura de uñas. Lo pasábamos muy bien los tres.
Poco a poco mamá empezó a sacarnos a la calle y la gente le decía lo guapa que éramos las dos. 
No íbamos a la escuela pública, sino que mi hermana y yo teníamos una profesora particular llamada  Mary, que nos enseñó, entre otras cosas, historia y literatura pero vistas desde un punto de vista feminista, como por ejemplo, haciendo énfasis en la literatura de autoras. Mary y mamá se convirtieron más tarde en amantes.
Nuestros juguetes eran muñecas y juegos de construcción, pero nunca juguetes bélicos.
Cuando llegué a la pubertad, Mary y mamá me dijeron que ya no quedaría guapa llevando vestidos. Me llevaron a un médicoque me dio hormonas y bloqueadores de los estrógenos suficientes como para continuar teniendo un aspecto andrógino, pero no demasiados como para borrar las necesidades de mi sexo masculino.
Cuando tenía 16, mamá me presentó a Joan, una chica de 18 que era hija de una amiga de mamá de sus tiempos de la universidad. Joan era muy guapa y tenía un cuerpo fabuloso, pero era muy tímida con los chicos. Como yo venía a ser una cosa intermedia entre chico y chica, enseguida intimamos y nos hicimos amigos. Como Joan iva a empezar a estudiar en una universidad de otra ciudad, no nos veíamos frecuentemente salvo en navidad y verano y alguna corta escapada de ella. Cuando acabé mi secundaria, mamá me apuntó a un curso de cocina. También me enseñó algunas cosas que una chica debe conocer, como coser un botón, hacer el bajo de un pantalón y cosas similares.También me compró una máquina de coser y me apuntó a un curso de corte y confección que daba una vieja bastante mayor como complemento para su escasa pensión.
A Joan le gustaba que yo fuera más femenina, así que empezó a maquilllarme e insistió en que me dejara el pelo largo. "Con lo guapo que eres, vas a estar bellísima cuando vistas totalmente de mujer." Y así fue. Mamá y Mary estuvieron de acuerdo, así que desde aquel día me parecía todo lo que podía a una mujer. Y la verdad es que viendo las fotos de aquella época, es cierto que estaba muy bien. En eso estaban todas de acuerdo: mamá, Mary, Les, Joan y su madre.
Mamá insistió (y su amiga, la mamá de Joan, estuvo de acuerdo) en que nosotros dos no debíamos de tener relaciones sexuales antes de la boda. "¿Boda, que boda?" dijímos los dos casi al unísono, teniendo en cuenta de que nos conocíamos de dos semanas nada más. "Bueno, los dos estais hechos el uno para el otro. Os llevais muy bien," dijeron las dos pero con otras palabras. ¡Apenas nos conocíamos menos de un mes y ya nos estaban casando! Pero no nos opusimos ninguno de los dos.
Mamá me compró un artilugio de castidad para el pene con un candado, pero las llaves las guardaba Joan. Partió para la universidad en septiembre, y cuando vino en diciembre para Navidad estaba muy cambiada, mucho más suelta.
Cuando pudimos estar a solas (recuerdo que era en su dormitorio) me contó que había tenido relaciones sexuales con tres chicos de la universidad. Me contó que al principio le costó mucho hacerse a la vida universitaria por su timidez, pero como los chicos la perseguían mucho, decidió perder su virginidad.
Yo le pregunté un poco compungido si ya no éramos novios, pero ella me contó que habló con su madre, que ella le dijo que hablara con la mía, y mamá le llamó a Joan y le dijo que no veía ningún problema en que una chica tuviera relaciones con otros chicos antes del matrimonio, pero que yo iba a continuar virgen hasta la misma noche de bodas. "O más tarde, hasta el día que tu elijas. Tu decides". Esa aseveración de mamá le encantó a Joan. Le dijo a mamá que se sentía una mujer verdaderamente libre.
En el verano siguiente, Joan tuvo relaciones con otros chicos, pero conmigo solo tenía relaciones sexuales pero sin sexo completo, ni tan siquiera eyaculación mía, pues hasta que no obtuvo el título y el postgraduado, nunca me quitó ni una sola vez el artefacto de castidad.
Aquel mismo verano en que ella obtuvo el posgraduado, nos casamos. Ella tenía 24 y yo 22. En la noche de bodas me quitó el artefacto de castidad, seis años enteros con dicho aparato sin quitármelo ni una sola vez. Pero para sorpresa de ambos, mi polla se había encogido. Y ya no se me ponía tiesa, aunque lo intentamos un buen rato. Así que me tocó hacerle una cuni, caricia que le encantaba.
Al día siguiente miramos en internet y descubrimos que el aparato de castidad era para usarlo en cortas temporadas, de lo contrario producía los efectos que he descrito. Joan dijo:

"A mi no me importa. Voy a tener igual todas las pollas que quiera. Y más grandes que la tuya."

Me puso un aparato nuevo que nos había regalado mamá. A la noche siguiente ya estaba follando con otro.
Tuvimos tres hijos, dos varones y una niña, que reciben una educación similar a mi mia y a la de mi hermana. Por cierto, mi hermana también se casó, con otro tonto como yo. De hecho Joan y Les comparten amantes, y a veces incluso follan juntas (en la misma cama pero cada una con el suyo). Y además, Jimmy y yo tenemos que observar a mi hermana y a mi mujer follar con dos sementales de verdad.
La primera vez que Les se desnudó delante de mi para follar con su amante, tanto a ella como a mi nos dio un poco de vergüenza. Es normal entre hermanos, pero ya nos hemos acostumbrado los dos.
Por cierto, Les también parió tres hijos, dos niñas y un niño, pero ninguno de Jimmy. En eso somos iguales.
Todos tenemos un nivel de felicidad bastante aceptable. Los niños son felices también. Al final eso es lo que importa.