jueves, 19 de febrero de 2015

Todo es empezar

Voy a relatar como empezó nuestra relación femdom. Carina y yo llevábamos casados cuatro años cuando nuestra relación sexual empezó a aflojar. En el resto de nuestra relación todo era normal. Y cuando practicábamos sexo, también. Pero cada vez eran más infrecuentes nuestras relaciones. En algunas semanas no hacíamos el amor, y cuando lo hacíamos, era exclusivamente los fines de semana. Nunca entre semana. Y siempre era ella la que ponía pegas.

Por otra parte, yo me aficioné al femdom. Conocí este tipo de relaciones por un mail que me envió un amigo. Adjunto había un pequeño vídeo de un par de minutos de duración que presentaba a hombres en bolas siendo golpeados en la polla y los testículos por mujeres. El vídeo era una composición de varios vídeos de algunos segundos de duración y, en cada vídeo, una pareja diferente. En el texto del mensaje mi amigo escribía algo así como "mira como algunos gilipollas se dejan pegar en sus partes por mujeres." Imagino que mi amigo se sorprendería de saber que a mi me gustó el vídeo. Pero claro, no le dije eso.

Vi que en el vídeo ponía en la esquina inferior derecha una dirección web. Fui a esa dirección y encontré que trataba de mujeres haciendo putadas a los hombres y que estos se dejaban. La web era una comercial y había que pagar para ver los contenidos. Pero me fijé que la dirección incluía la palabra "femdom". Me pareció rara esta palabra, así que la escribí en el buscador. Descubrí un mundo totalmente nuevo para mí, y que me encantó.

Por otra parte, empecé a sospechar que mi mujer me ponía los cuernos. No voy a exponer los motivos por los que tenía sospechas, pero el principal era que nuestras relaciones sexuales se habían espaciado por causa de ella, tal como expliqué al principio de este relato.

Así que un día decidí coger el toro por los cuernos y decidí proponerle algo nuevo.

Era viernes a finales de mayo y al día siguiente era nuestro quinto aniversario de boda. Ninguno de los dos trabajaba los viernes por la tarde, por lo que escogí al mediodía, durante el postre, para comunicarle mi propuesta.

Para no hacerlo muy largo, voy a resumir. Desde que nos encontramos en casa a las 14:30, estaba muy nervioso. Ella me lo notó enseguida y me preguntó varias veces que me pasaba. Pero me refrené hasta el postre. Me temblaban las manos y no esperé a que termináramos. Le dije que teníamos que hablar sobre nuestra relación y le pregunté a bocajarro si me ponía los cuernos. Tras una pausa de un minuto que me pareció una eternidad, contestó con un si. Tras otra pausa, me dijo:

- Pero no esperes que me arrodille delante de tí o algo parecido. No pienso ni disculparme. Las cosas pasan como pasan y a veces no se pueden evitar.

Y tras otra pausa, continuó:

- Tienes dos opciones: o lo aceptas y si te apetece, te buscas una amante, o me pides el divorcio. Pero yo no pienso dejar a Cayetano. Por ningún motivo. No se como pasó, pero me enamoré de él. Le conocí a través de un amigo en común, charlamos, tomamos unas cervezas, me pareció un chico encantador y, cuando nos despedimos, le pedí el número del móvil. No pienso dejarle, así que, o lo aceptas o nos divorciamos. Y si eliges lo primero, no te voy a negar la misma libertad que yo misma me he tomado.

Otra pausa más para pensar lo que iba a decir:

- Yo, la verdad, prefiero la primera. La situación económica está muy mal y cada vez está peor. Y seguirá estando así por mucho tiempo. Muchos de mis amigos se están quedando en el paro. Como sabes, en mi empresa han hecho una reducción de plantilla. Esta vez he tenido suerte, pero se comenta que el año que viene va a haber otra reducción. Tenemos que pagar la hipoteca todos los meses, y si no lo hacemos, nos veremos de patitas en la calle. Y Cayetano está en el paro...

Dejó la frase sin terminar porque se le quebró la voz y empezó a llorar. Era uno de esos lloros silenciosos y mudos, sin sonidos, con los lagrimones bajando por sus mejillas. La verdad es que nunca me demostró que estaba preocupada por la situación económica.

Ella se apoyó en mi hombro en busca de consuelo y no me quedó otra opción que esperar unos minutos a que se tranquilizara. Entonces intervine:

- Cuando te hice la pregunta, no tenía la menor intención de montarte un numerito. Al contrario, quería en primer lugar averiguar que pasaba, y en segundo, si se confirmaban mis sospechas, quería que hablasemos como dos personas adultas que somos. ¿Como es tu relación con él, con... como dijistes que se llamaba... con Cayetano?

- Yo estoy enamorada de él, y él de mi. Estamos enamorados el uno del otro, y estamos dispuestos a pelear por nuestro amor.

Jamás la escuché hablar con tanta contundencia. Nos conocíamos desde el instituto y era la primera vez que me hablaba con tanta convicción. Sin duda era cierto. Esto me descuadró un poco al principio.No era todo como planeé.

INACABADA